La felicidad de vivir con el ‘sexo sentido’

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Con motivo de la Conmemoración del Día Internacional de la Visibilidad Trans, Periódicos Punto Cero ha tenido la iniciativa de conocer el testimonio de una de las cinco familias aljaraqueñas que cuentan con menores que sienten esta identidad

La transexualidad se decide por convicción, cuando una persona se identifica o se siente más cómoda en el sexo opuesto que con el asignado físicamente. Este nuevo sexo le da el derecho a la libre identidad de género. Según recoge Chrysallis (Asociación de Familias de Menores Trans) en su página web, “la diferencia entre hombre y mujer es una cuestión identitaria que va más allá de un determinado rasgo biológico, es un sentimiento individual, íntimo y subjetivo de pertenencia a una de esas categorías, en ocasiones a las dos o a ninguna, pudiendo incluso fluir entre una y otra”.

Entendiendo este contexto, no cabe duda de que, poco a poco, este término ha ido ganando terreno, aunque sí es cierto que aún existen ciertos comentarios o creencias que van en contra de la libertad, lo que da lugar a situaciones injustas.
Hay que tener en cuenta que cuando se buscan estudios sobre la prevalencia de personas con identidad trans, nos topamos con que la proporción aumenta exponencialmente conforme más recientes son los documentos, y esto puede darse en personas más jóvenes, o incluso mayores.

Por todos estos motivos, días como el de la Conmemoración del Día Internacional de la Visibilidad Trans son esenciales y de vital importancia, por el simple hecho de que hay que comprender que cada uno debe sentirse en libertad para ser del género que se sienta.
Casualmente, el pasado 31 de marzo se conmemoró del Día Internacional de la Visibilidad Trans, por lo que el Ayuntamiento de Aljaraque y la Asociación Chrysallis inauguraron un banco muy especial en Corrales, pintado con los colores de la bandera trans en señal de apoyo a ese colectivo. Este se encuentra concretamente en la avenida 11 de marzo, y hasta allí se dirigieron miembros de la asociación, quienes leyeron un manifiesto en el que pidieron mayor concienciación y más visibilidad.

Una de las familias que asistieron a esta inauguración fue la de nuestro protagonista de hoy, Jesús Garrido, un chico de tan solo 11 años que vive en La Dehesa junto a sus padres, (María y Jesús), su hermana melliza (Irene), y su perrita (Hada), que es una más de la familia.
El tránsito de Jesús ocurrió hace poco más de dos años, y si se ha caracterizado por algo ha sido por el apoyo de toda su familia, además del de sus amigos. De hecho, sus padres nos cuentan que estos, antes de que el pequeño se cambiara de nombre, ya le trataban como Jesús.
Desde los tres años, es decir, desde que Jesús tiene conciencia por sí mismo y se sabe expresar, sus padres se fueron percatando de que algo ocurría: “Empezamos a ver entrevistas a otras familias con menores trans en la televisión, y directamente identificamos que eso era lo que le pasaba a Jesús. A partir de ahí, comenzamos a buscar información. Creíamos que teníamos dos niñas mellizas, pero lo cierto es que eran muy diferentes. Por ejemplo, Jesús desde muy pequeño rechazó el color rosa o los pendientes, también cuando jugaba a las casitas con su her- mana actuaba con un rol masculino, le gustaban los juguetes de niños como camiones, balones, coches…”, recuerda María Velo, su madre.

Ante esta situación, y siendo conocedores de que este es un tema difícil de abordar directamente con un niño, comenzaron a organizar juegos o asambleas con los peques de la casa. Nunca hacían alusión directa a este asunto, pero poco a poco iban sacando valiosa información. Además, Jesús es un chico al que le encanta dibujar desde siempre, por lo que gracias a esto sus padres iban conociendo cómo se sentía. “Otra de las iniciativas que tuvimos fue regalarle un cuaderno para que escribiera cómo se sentía o qué deseaba, y fue algo revelador”, afirma María, mientras que su marido Jesús apostilla que realizaban estos juegos para conocer mejor qué era lo que pasaba, con la intención de que Jesús tuviera la oportunidad de expresarse más libremente, “ya que, si lo preguntábamos de una manera más directa, quizá podría percibir preocupación”.

Jesús e Irene junto a su perrita Hada.

Tanto Jesús como María, eran desconocedores de que la identidad trans se podía dar en menores, de hecho, el propio Jesús no creía que esto fuera posible cuando su mujer se lo comentaba. “Al principio creía que no era posible, pero cuando me percaté de que las piezas del puzzle encajaban fue cuando ya nos dimos cuenta de que era así. Ahora, echando la vista atrás, no sabemos cómo no nos dimos cuenta antes, pero lo cierto es que aún no teníamos suficiente información como para llegar a esa conclusión”.

El padre de Jesús señala que, desde que se comenzó con su tránsito, su hermana melliza no se ha confundido ninguna vez con su nombre. Irene, tiene la suerte de ir a la misma clase que nuestro protagonista y admite que “los compañeros toman la situación con bastante normalidad, pero hay otros que no le entienden”. En este sentido, sus padres recuerdan perfectamente el día en el que informaron sobre este proceso de tránsito por el grupo de WhatsApp de la clase, y confiesan recibir numerosos mensajes de apoyo, “no de to- do el mundo, pero sí de la mayoría”, admite María.

Desde el día en el que este tránsito se llevó a cabo, el pequeño Jesús se siente mucho más feliz, y sus padres recalcan que para ellos esto es lo más importante.
Nuestro protagonista continúa disfrutando del dibujo como una de sus mayores aficiones, pero también tiene tiempo para dedicarlo al kickboxing, un deporte al cual le dedica dos días a la semana.

Este joven aljaraqueño, anima a todos esos niños que se sientan con identidad
trans a que den el paso y sean valientes. Seguro que sus padres les apoyarán, al igual que hicieron Jesús y María con el pequeño, porque en palabras de ellos dos: “no hay mejor sensación que ver a un hijo feliz”.

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