Palos Punto Cero da la bienvenida a este nuevo palermito

Nace el pequeño Carlitos y se posiciona como el motor de su linda familia

A Lourdes y Carlos no les fue especialmente bien en el amor. Ambos se separaron de sus ex parejas y pensaban que jamás volverían a enamorarse.

Cierto día, nuestra pareja en cuestión se conoció por Facebook. En poco tiempo, ya eran amigos. Quedaban de vez en cuando y se contaban las aventuras con sus respectivos ligues. Pero, aún más rápido, se dieron cuenta de que estaban hechos el uno para el otro.

Llegó un momento en el que Lourdes se dio cuenta de que tenía celos de una chica de la que Carlos le hablaba y se lo contó. Él le confesó que no sentía lo mismo. Ella, con el corazón encogido, se fue alejando porque no quería volver a enamorarse… su última relación fue muy tóxica y ella estaba en fase de crecimiento personal, no quería volver a sufrir. Fue ahí cuando él sintió que no quería perderla y le propuso a su futura compañera quedar para hablar. Así, empezaron una entrañable historia de amor…

A los dos años de relación, Lourdes y sus hijos Israel y Lucía se fueron a vivir con Carlos. Lo pasaron algo mal porque lo hicieron justo al principio del confinamiento. Tenían que adaptarse a una vivienda con diferentes normas y sin poder salir de ella más que para ir a comprar. Cada uno tenía sus costumbres y formas de convivir. En cambio, con el tiempo pudieron encontrar el ansiado equilibrio. Entonces, decidieron que, junto a los hijos de ambos (Carlos también tiene a su preciosa Alba), formarían una bonita familia. Quisieron aportar aún más amor a ese nidito con un bebé fruto de un amor cultivado y sano.

Ella se quedó embarazada y fue una gran ilusión para todos, pero a las pocas semanas… lo perdió. Fue un momento durísimo y un gran bache que superar, lo que hizo que sus ganas de buscar al bebé aumentaran. En unos meses, llegaba una nueva noticia de embarazo. Lourdes se moría de miedo por lo anteriormente ocurrido. Sin embargo, cada día era un motivo de alegría porque el pequeño seguía en su barriguita.
Por otra parte, no quería salir a la calle ni que nadie se le acercara por miedo al virus, no quería que absolutamente nada pudiera afectar a su bebé.

Fueron pasando los meses y cada vez esa ilusión era más y más grande, como también el miedo de perderlo porque su amor por él también era cada vez mayor. Y, de repente, la mañana de justo el día que le pertenecía… ¡rompió aguas! Se lo dijo a Carlos, se prepararon como pudieron y se fueron directos al hospital. Carlitos ya venía…

En el momento del parto, Lourdes sentía una montaña rusa de emociones. “Cuando empiezan las contracciones es cuando entran ganas de desaparecer. Es un dolor inmenso, pero también sabes que cuantas más contracciones tengas, antes llegará el gran momento. Y, así fue, “después de unas horas interminables noté que ya estaba encajado y en dos minutos más ya estaba llorando encima de mí. Es el momento más maravilloso de una mujer, donde acaban los miedos, puesto que ya lo tenía encima de mí y sentía que ya era imposible perderlo. Es justo cuando ves su carita preciosa y la cara de ilusión de su padre cuando sabes que lo habéis hecho bien.
Ahora, somos una familia preciosa y completa de felicidad”

El pequeño Carlitos ya tiene dos meses y aunque han dejado a sus padres sin dormir muchos días por los llantos y por si saber si lo están cuidando del todo bien o no, no cambian esta experiencia por nada del mundo. “Sus hermanos, su padre y yo estamos locos con él, es nuestro muñequito”, cuenta la mami. Y termina con un emotivo… “La felicidad plena llega sin buscarla y sin esperarla. ¿Quién me iba a decir a mí que mi vida daría tantas vueltas y me brindaría este gran regalo?”

EL PEQUEÑO CARLITOS
“De mi bebé puedo contarte poquito, ya que es muy chiquito aún. Eso sí, desde la primera ecografía ya se veía el perfil que iba a tener, esa carita preciosa con su nariz respingona que nos roba el corazón y, ahora, con sus dos mesecitos, parece impropio que ya sepa cómo llamar la atención de cada uno de nosotros”, relata la mami Lourdes encantada.

Y es que, a pesar de su corta edad, Carlitos sabe cuándo viene el papi de trabajar tan solo por el sonido de las llaves; mira de reojo hacia la puerta y sonríe con la boca abierta, dejando ver sus pequeñas encías. A su abuelo también lo trae loquito, el cual va a ver al bebé con frecuencia y le hace cosquillitas, le habla para que se ría…incluso, cuando se da la vuelta para irse, el bebé comienza a llorar hasta que el abuelito se vuelve a girar a decirle a algo. “Parece un niño mayor, vamos”, dice Lourdes.

Dicho esto, el mejor momento para el peque es el del baño. Ya ha aprendido a chapotear y no duda en poner a toda la familia perdidos de agua. Ellos se ríen y se ponen contentos y, como él lo nota, chapotea aún más fuerte. Al final, termina el suelo mojado y ellos cambiándose de ropa.
Mientras tanto, Carlitos los observa relajado y feliz.

También adora dormir su siesta, es cuando más horas seguidas duerme y, “aunque suela quejarme un poco por no poder moverme ese tiempo, tengo que reconocer que me encanta esa sensación de ser su colchoncito. Él se siente tranquilo al apoyar su cabecita en mi pecho y escuchar mi corazón y yo me siento tranquila cuando lo miro y lo veo descansar así”, relata Lourdes.

También el momento de la comida es importante para él…A su hora exacta, empieza a llorar como si llevara días sin comer, sin espera ninguna, hasta que ya tiene su bibi en la boca. Es un momento un poco estresante para los papis, pero “es estupendo ver cómo come tan satisfactoriamente”.

Para terminar, la mami describe al peque con las siguientes palabras… “Poco más que contar de mi pequeño campeón, es un conjunto precioso de ojitos brillantes y naricita respingona, boquita de sinvergüenza, esas rosquillas que tiene entre las piernas que entran ganas de morder, y ese saber que tiene que no se puede aguantar. No es porque yo sea su madre, es que no hay otro igual”.

No lo ponemos en duda, Carlitos ha cautivado el corazón de su familia, el nuestro…¡y el de todos los palermos que leen esto! Desde Palos Punto Cero les deseamos una crianza repleta de buenos momentos y fortaleza. ¡A verlo crecer!

 

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