Se conocieron en el instituto, pero nunca habían mantenido una conversación. A pesar de que estaban en la misma clase, no fue hasta la excursión de fin de curso de 4º de la ESO cuando empezaron a hablar. Puede que fuera el lugar, los Pirineos, o simplemente la química entre ellos. Desde entonces, no perdieron el contacto y comenzaron una relación el 20 de mayo de 2006. Así, ella lo visitaba en Mazagón y él frecuentaba Palos. Hasta ahora.
Sara asegura que lo que más le gusta de su pareja es que es una persona muy trabajadora, constante, tranquila, le gusta viajar, pero que le saca de quicio que se muerda tanto las uñas, “pero sólo eso”, nos recuerda.
Por su parte, a Luis, Sete para los amigos, le enamoró el afán de Sara por su trabajo, que sea una mujer tan alegre y ese punto de locura que tanto la caracteriza: “lo que me saca un poco de mis casillas es que sea tan cabezota, es Tauro. Pero me encanta ella, toda ella”.
Entre ellos existe una compatibilidad que puede notarse a kilómetros. Por su 13º aniversario, Sete invitó, por sorpresa, a su novia a cenar. Ella no sabía a dónde iba, pero sí lo que le encantaría que pasara. No veía la hora de la pedida de mano en los últimos años y era algo que le hacía una ilusión tremenda que ocurriera. Llegaron al Parador de Mazagón y, mientras cenaban, ella le dio su regalo: un viaje a Madrid para ver al Mago Pop. Esperaba algo de vuelta, pero se levantaron de la mesa para irse a casa y no recibió nada. Sara estaba algo decepcionada, ella se lo había currado. Sete le propuso que contemplaran el paisaje nocturno durante un rato, puesto que estaba precioso: “yo empecé a comentarle ‘hay que ver, qué difícil es seguir pensando en qué regalarte en este día tras 13 años’. Acto seguido, me dijo ‘pues yo lo que te voy a dar lo tengo muy claro desde el primer día que te vi’. Se arrodilló y me dio el anillito. Yo me emocioné muchísimo y no paraba de repetir ‘¿¿¿queeeeé, que al final lo tengo???’ Y en mitad de esa mezcla de emociones, él intentaba que yo le diera una respuesta y, obviamente, le acabé diciendo que sí”, nos cuenta Sara.
Así, decidieron empezar a preparar lo que desde hacía tanto tiempo tenían planeado: su gran boda. No obstante, tuvieron que aplazarla, aunque finalmente pudieron celebrala el pasado 20 de agosto, dándose el sí quiero en la Iglesia de San Jorge Mártir para luego celebrar su amor en la Hacienda de la Luz, Lucena del Puerto, rodeados de 220 invitados.
Tras la boda, se fueron de luna de miel hacia las islas de Tenerife y Lanzarote, donde se lo pasaron genial: “si Dios quiere, aumentaremos la familia”, nos comunican.
Desde Palos Punto Cero, les deseamos que tengan mucha felicidad en su tan ansiado matrimonio y, por supuesto, que envejezcan juntitos porque conforman la pareja ideal.
¡¡ENHORABUENA, PAR DE GUAPOS!!