Virgo a morir, ser resiliente

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Niña tienes algo
Que me puedes dar
Brillan tus encantos
En mi caminar

Hola, mamá. Sólo alguien que ha crecido dentro de ti puede llegar a entender el efecto que causas en todo ser que te rodea. Eres bondad, aunque sólo te empeñes en intentar demostrar tu maldad inexistente. Eres tu forma de afrontar una rutina tan aburrida durante años. Tu amor incondicional por los que te hacen la vida imposible. Tu carita al escuchar Triana. Tus manos arrugadas y rígidas sobre mi pelo cada vez que te digo que nadie me lo cepilla como tú.

A pesar de todo, creo que estás en tu mejor momento ¡Ni a Brad Pitt le sientan tan bien estos 58 años! Estás sufriendo un cambio interior espectacular…Y digo sufrir porque no es fácil coger el toro por los cuernos y empezar a mirarse al espejo. “Desnudarse” frente a una extraña, superar cada uno de tus miedos. Creo que no me equivoco al decir que, por primera vez, estás VIVIENDO.

Por primera vez en mitad de esta tragicomedia te estás tomando como prioridad. Joder, te quiero. Aunque odies que diga tacos cada dos minutos. Y que sea tan lenta. Y tan aventurera… No eres muy de expresar tus sentimientos, pero recuerdo dos momentos de iluminación juntas. El primero, cuando hace un par de años me dio mi primer ataque de pánico y, sin decirte absolutamente nada, me miraste desde el otro lado del pasillo y me regalaste un “de ansiedad no se muere nadie” cargado de empatía. Sin duda alguna, ha sido el mejor consejo que me han dado y darán jamás. El segundo, hace un par de semanas, cuando de la nada me soltaste “aunque no me guste que siempre estés fuera y que todo el dinero que ahorres te lo gastes en viajar y en música, muy dentro de mí hay algo que sabe que me encanta. La verdad es que es lo que siempre he querido ser y hacer, pero es que nunca he sido libre”. Ya estoy esperando el tercer momento…

Y verte ahora, sanándote, escuchándote, mimándote y tan motivada, me hace quererte más que nunca. Estás liberándote, mamá. Al fin. Hoy comienza el otoño y, con él, voy montada en un avión directa a la felicidad. O eso creo. Todos estamos algo perdidos, ¿no? Lo bueno, que tenemos la inmensa suerte de despertar cada día y elegir qué queremos ser o qué queremos hacer. Podemos reinventarnos continuamente. Por si fuera poco, lo hacemos rodeados de gente a la que queremos, ya sea a un metro o a miles de kilómetros de distancia. Las almas únicas suelen estar unidas y las nuestras lo están. Nunca estamos solas.

Sólo te deseo esperanza y fuerza de voluntad porque, mamá, resiliente eres la que más. Felicidades, mi faro de luz infinito.

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