Mujer, madre, empresaria y deportista. Todo ello llevado al extremo. Isabel no conoce el significado de la pereza. Tampoco sabe lo que es el conformismo ni convivir con la mentira. Luchadora incansable, empática, humilde y divertida, esta joven empresaria de Punta Umbría afronta su día a día con una amplia sonrisa y mucho siempre por hacer y aprender. Cada jornada que amanece es para ella “una nueva oportunidad para ser feliz, para amar y para deleitarse a través de todos los sentidos, porque vivimos en el mejor lugar y rodeados de la mejor gente”. Es una disfrutona, y a sus 45 años siente que aún le queda lo mejor por vivir. Porque cada día es para Isabel “un regalo y una nueva oportunidad para vivir y apostar por nuestra felicidad”. Sus hijos, su trabajo, el deporte y sus amistades son las cuatro patas que sostienen su vida, una vida cargada de retos y de ilusión. Su padre, Juan, su persona de referencia y su gran debilidad. Isabel irradia alegría y esperanza allá por donde camina, igual da que llueva o truene, porque ella el sol lo lleva dentro…
Tod@s la conocen, y no sólo en Punta Umbría. Ella es una persona muy activa en las redes sociales, a través de las cuales trata de trasladar a sus seguidores que “nuestra felicidad está en nuestras manos y que, a pesar de los tiempos de dificultad que estamos viviendo, nuestro futuro depende de nuestro esfuerzo y nuestra actitud ”. Su vida transcurre entre su tienda, su familia y sus famosos “entrenos”. El trabajo ocupa su mente de manera casi obsesiva. Incluso cuando está compitiendo en alguna carrera, “mi cabecita siempre está echando números y proyectando pedidos para que, en mi tienda, a los atletas no les falte nunca lo mejor de lo mejor ”. El comercio es muy exclavo, todos lo sabemos. Mañana y tarde, su tienda, Puntiti, sita en calle Ancha, la mantiene ocupada, encerrada entre artilugios deportivos y clientes, que más que clientes son amigos que confían en su extraordinario criterio y experiencia como deportista. Cuando la jornada laboral concluye, la playa o los pinos (en función de como esté la marea), y su inseparable Draco, la esperan con los brazos abiertos para sumirla en ese momento mágico de la noche donde desconectar y abrir sus pulmones y su alma a las mejores sensaciones. Aunque para ella, el mejor momento es el de “llegar a casa, y disfrutar de mis hijos, tras un día de no parar ”… Isabel es una mujer con un extraordinario sentido de la responsabilidad, con las ideas muy claras, y agradecida a la vida “por lo mucho que me ha dado”. Aunque todo hay que decirlo, nada de lo que hoy disfruta ha llegado a su vida por arte de magia. Isabel lleva trabajando desde que era menor de edad. Es empresaria desde los 27 años, y hoy aprecia y valora su estabilidad y su modo de vida. A sus 45 años, puede presumir de una forma física digna de alabanza, un cuerpo que tampoco nadie le ha regalado, sino que es fruto de una voluntad y una disciplina férrea. No se permite bebidas azucaradas. Nada de aquarius, nada de chuches, pocos fritos, pocas grasas insaturadas… En definitiva, “mucha agua y mucha pasión en todo lo que hago”. Ese es el gran secreto que guarda y que predica como regla de oro de su felicidad. Isabel ha afrontado enormes retos deportivos logrando afrontar los 101 kms de Ronda, la Doñana Trail, la ultramaratón Donando Vidas, correr “sola solita” la Maratón de New York, o su último gran logro, los 100 kms de la ultramaratón Cornisa de los Alcores el pasado 19 de marzo, una carrera de enorme exigencia física y mental que logró hacerla en un tiempo de 14 horas y 45 minutos, una experiencia que le reportó enormes sensaciones y que pudo disfrutar acompañada de su incondicional Draco, su gran compañero de sudores, sonrisas y lágrimas que hace su vida mucho más bonita y divertida. Isabel puede presumir de haber llegado a la meta de este último desafío deportivo con la mejor de sus sonrisas y con unas ganas inmensas de seguir apostando por la felicidad que conlleva vivir una vida física y mentalmente saludable, algo que -según Isabel- “está al alcance de cualquiera, independientemente de la edad o de la forma física de partida. Sólo se trata de encontrar aquella actividad deportiva que mejor se adecue a nuestras particularidades y que más feliz nos haga sentir”.