Alrededor de 40 ciclistas se dan cita cada sábado por la mañana en el salón de juegos “El Caracol”, local responsable del nombre y logotipo del grupo. De allí parten y, tras recorrer un mínimo de 50 kms por nuestros pinares, regresan a Punta Umbría abriendo paso al ya institucionalizado “tercer tiempo”, que siempre aparece bien cargadito de cerveza, a ser posible Cruz Campo o Estrella Galicia. Eso sí, bien fresquita, por favor. El pescaito, los pollos asados, o lo que les vayan ofreciendo, se unen a la mesa de los caracolillos para reponer las fuerzas gastadas… Todo lo que haga falta para que el ritmo no pare y el sábado no decaiga. Tras este periplo por los pinos y por los bares de nuestro pueblo, los ciclistas regresan al punto de partida donde ponen punto y final a la jornada con un cafelito, un barquito y un chupito.
Quino, Molín y Puli, allá por el 2010, decidieron unirse para pedalear y así mantener la forma física y disfrutar de esta bonita afición en un entorno natural inmejorable, al mismo tiempo que estrechar los lazos de amistad. Vicente Jijménez Luque, “el Tigre”, se incorporaba poco después: “pensé que sería una buena opción para hacer deporte y mantenerme en forma. Hoy sé que unirme al grupo fue mi perdición, porque los caracolillos distan mucho de ser el típico club ciclista donde el deporte es el objetivo principal. Los caracolillos cogen la bici para ganarse las cervezas del tercer tiempo, de modo que… lo comido por lo servido. Así que, como terapia de adelgazamiento no ha sido del todo efectiva mi incorpotación al grupo, pero como terapia para todo lo demás, ha sido inmejorable.” Desde la llegada de Vicente al grupo, ha ostentado el cargo de presidente, aunque él insiste en que de presidente nada, “yo soy sólo un humilde administrador”. A partir de ahí, el grupo fué engrosando su número de miembros hasta llegar a ser los 40 que son hoy día. Los caracolillos es un grupo de amigos unidos por el pedaleo, pero también por las largas caminatas, por el gusto por la cerveza, y sobre todo, por el sentido del humor. Pero eso no es todo, ni muchísimo menos, porque esas cabecitas pensantes y creativas que reinan bajo el casco de estos peculiares ciclistas, siempre están en disposición de encontrar cualquier motivo para reunirse en torno a cualquier actividad. Una barbacoa, un cumpleaños, un camino de Santiago, un rato de cante flamenco, unas bonitas letras del carnaval, unas necesarias risas, y por qué no, en ocasiones, lágrimas compartidas… El caso es romper la semana y la monotonía en buena compañía al mismo tiempo que se rompe también con el sedentarismo insalubre que en ocasiones surge con el paso del tiempo. Los caracolillos salen a pasear en bici dos o tres veces por semana, pero la cita ineludible y la más exigente y divertida es -sin duda- la del sábado. No hay un perfil determinado exigible para formar parte de los caracolillos. De hecho, en este grupo, el intervalo de edad se mueve entre los 21 años del miembro más joven y los 70 del más madurito. Sólo se requieren ganas. Como dice Vicente “cada sábado hay algún ciclista que flojea, cada vez es uno, y siempre nos adaptamos al ritmo del que ese día vaya peor. Siempre nos acompañamos y nos animamos a no decaer”. Los caracolillos cuentan con integrantes de alto nivel deportivo, como Aurori, que ha sido campeona de Andalucía en su categoría, y Sergio Rey, boxeador olímpico. Pero lo que menos falta en la pandilla es alto nivel de sentido del humor, requisito indispensable para sentirse integrado en el “tercer tiempo”… En ocasiones, el grupo de los caracolillos se une al Grupo Ciclista El Portil, para hacer salidas conjuntas. Una buena forma de medirse en el deporte al mismo tiempo que amplían el círculo de relaciones sociales actuando este hermanamiento como motivación para exigirse físicamente un poquito más.
