Como un soplo de aire fresco llegó Pablo a la vida de sus padres el pasado 4 de abril. “Estábamos buscándolo y llevaba un par de semanas con malestar, por lo que me hice el test de embarazo y di positivo. Mi reacción fue ponerme a llorar de alegría”, explica Rocío, la mamá, que junto a Jorge ya se han convertido en papis.
Rocío nos cuenta que era la única de sus amigas que aún no tenía un bebé. Aunque con Pablo, de momento, a Jorge y a ella les es suficiente: “Por ahora no nos planteamos ir a por la pareja, aunque cuando pase un tiempo, quizás cambiemos de opinión, ¿Quién sabe?”.
El embarazo transcurrió sin problemas reseñables más allá del miedo al brote de la variante Ómicron que hubo a principios de año. Un miedo incrementado por el hecho de que Rocío trabaja en la UCI del Juan Ramón Jiménez. Paradojas de la vida, al final no cogió el Covid en el hospital, sino fuera. No obstante, pasó el virus sin incidentes y no le afectó al embarazo.
Finalmente, el 4 de abril Pablo venía al mundo pesando 3 kilos y 650 gramos: “Fue por cesárea y en cuanto miré a Pablo a los ojos me emocioné muchísimo. Me acordé mucho de mi abuela, pues le hubiera hecho mucha ilusión haberlo conocido, y también de mi abuelo, que ese mismo día hacía un mes de su fallecimiento”, confiesa Rocío.
De momento, Pablo les da tregua a sus padres por la noche. Sin embargo, “durante el día empeora la cosa”, nos dice entre risas la mamá, “pues no duerme nada y se lleva todo el día comiendo”.