Sor Rosario y Sor Concepción, 45 años al servicio de Punta Umbría y de sus gentes

En el año 1977, hace 45 años ya, llegaban a Punta Umbría Sor Rosario y Sor Concepción, pertenecientes ambas a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, de misión para llevar a cabo una labor social con el pueblo.

Mucho ha cambiado Punta Umbría desde 1977 y, en buena medida, Sor Rosario y Sor Concepción no han sido sólo testigos de este cambio, sino que, además, han formado parte del mismo. Las hermanas, nada más llegar a la barriada de los Poetas Andaluces, comienzan a visitar todas las casas de la barriada con la idea de hablar con los vecinos y que estos les trasladasen sus necesidades, a fin de poder ayudar, pues el servicio a las personas es la vocación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl: “En algunas casas, como por entonces íbamos con el hábito, nos preguntaban que qué íbamos a pedir. Nosotras decíamos que no veníamos a pedir nada, sino a dar”, recuerda Sor Rosario a modo de anécdota.

Así, se lleva a cabo una reunión con los vecinos, que ponen sobre la mesa las necesidades de la barriada, amén de otras que las hermanas detectarían. Algunas de estas necesidades eran la regularización de algunas viviendas y el arreglo de las mismas, alcantarillado en algunas calles, la carencia de alfabetización entre algunas personas adultas y el hecho de que, al no haber preescolar, los niños en esta edad no iban a clases. Rápidamente, las hermanas implicaron a toda la barriada y ellas mismas se ‘arremangaron’ para trabajar en solucionar estos problemas y lo consiguieron, con la implicación de los vecinos, a los que consiguieron organizar.

Quizás la culminación de todo esto fuese la creación, a instancias de las propias Sor Rosario y Sor Concepción, de una asociación de vecinos, la primera de Punta Umbría. Tras esta, llegó la creación de otras asociaciones vecinales y el nacimiento de una federación de asociaciones vecinales de Punta Umbría, con Sor Concepción como secretaria. Así nació la ‘Voz vecinal’, un protocolo de diálogo con el Ayuntamiento por el que los vecinos, a través de esta federación de asociaciones, trasladaban sus necesidades y demandas a la alcaldía.

EVANGELIZACIÓN

Una vez solucionados los problemas más urgentes y organizados los vecinos para ser autosuficientes, las hermanas entienden que es el momento de dar un paso más en lo que a evangelización se refiere, pues las Hijas de la Caridad han de llevar a la gente el mensaje de Cristo. Así, ambas hermanas plantean la idea de hacer una misión en Punta Umbría y hablan con los párrocos de entonces, Don José Ramos y Don José García Muñoz, a quienes les pareció un buen proyecto. Así, van a Sevilla y tras distintas reuniones, la misión se materializa tras mucho trabajo por parte de las hermanas y con la ayuda de su congregación: “La misión fue un éxito. Hubo actos preciosos como bautismos, renovaciones de matrimonios o eventos lúdicos con niños, por poner sólo algunos ejemplos. Se involucró prácticamente toda la sociedad. Al año siguiente, el Obispado de Huelva nos dijo que habría más misiones en Punta Umbría, aunque lo cierto era que nosotros, en el pueblo, habíamos sido pioneros en la provincia de Huelva en este sentido”, apunta Sor Rosario.

ACTUALMENTE

Los hechos relatados anteriormente son sólo una pequeña muestra de todo lo que ambas hermanas aportaron a Punta Umbría en sus primeros años. Unos años que fueron la base de los siguientes, en los que han seguido entregándose en cuerpo y alma a mejorar la vida de todos los vecinos, con especial atención al necesitado.

Actualmente, y a pesar de su edad, no tendríamos espacio suficiente en esta página para describir y enumerar todas las labores que Sor Rosario y Sor Concepción llevan a cabo día a día. No obstante, puede que una de las más importantes, y por la que son ampliamente reconocidas, es su labor en Cáritas, que en Punta Umbría fue organizada por el Padre Don Francisco Echevarría, que distribuyó las distintas vocalías de Cáritas y asignó sus competencias y obligaciones para hacer que esta entidad funcionase a la perfección como un organismo asistencial que está, además, en primera línea de contacto con las necesidades de las personas en riesgo de exclusión social: “Al margen de la labor asistencial de Cáritas, que todo el mundo conoce, creo que una de las cosas más importantes es el hecho de que la primera toma de contacto que alguna entidad tiene con el necesitado, la tenemos nosotras. Una vez se produce este primer contacto, que es vital, desde Cáritas ayudamos o derivamos al organismo competente, como pueden ser los Servicios Sociales. Al margen de ello, es fundamental, y nosotras lo hacemos, no sólo asistir en lo material, sino escuchar a las personas, entenderlas, aconsejarlas, etc. Es algo imprescindible que nos define como humanos”, explica Sor Concepción.

Aunque con la pandemia muchas de sus otras labores se han visto limitadas por las restricciones (sin embargo, poco a poco se van retomando gracias a la evolución positiva de la situación pandémica), Sor Rosario y Sor Concepción dan la comunión a los enfermos. También van a la residencia María Auxiliadora y leen la Palabra de Dios, dan la comunión a sus usuarios y charlan con ellos para acompañarlos. En ocasiones, incluso, llevan grupos musicales para animar a los mayores y contactaron con una psicóloga para trabajar la memoria y la psicoestimulación cognitiva con los residentes.

45 años de ayuda y vocación de servicio al prójimo han provocado lo inevitable. Y es que a Sor Concepción y Sor Rosario las paran casi a diario por las calles para trasladarles algún problema o alguna necesidad: “Cuando la gente nos viene con problemas, a veces derivamos a Servicios Sociales, otras veces a otras asociaciones, pues el tejido asociativo ha de trabajar en cooperación. Sin embargo, el primer contacto con los necesitados lo tenemos nosotras, ya sea en Cáritas, ya sea porque nos paran por la calle o porque vienen a nuestra casa”, explica Sor Concepción, quien, en esa línea de servicio a la persona en toda su integridad, apunta que “al final, aparte de lo meramente asistencial, nosotras escuchamos a la gente y esto casi termina siendo una especie de confesionario”.

Sobre los duros momentos que el país y nuestro pueblo han vivido en los últimos años, y aún siguen viviendo, reconocen que el perfil de la persona que requiere asistencia ha cambiado mucho con la pandemia y la difícil situación económica derivada, aunque ahí siguen ambas, al pie del cañón, y así parece que seguirán, pues como ambas nos cuentan: “Nosotras, las Hijas de la Caridad, no tenemos jubilación. Aunque hace años que estamos en edad de pensionista, nuestra labor no para. Sólo Dios sabe cuándo eso sucederá”.

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