Manoli Prieto: “Si volviera a nacer elegiría sin duda volver a vivir la vida que he vivido”

Índice de contenidos

El equipo de redacción de Periódicos Punto Cero es un convencido absoluto de la necesidad de consumo en el comercio local. En esta convicción, uno de los comercios que frecuentamos en Punta Umbría es la Frutería Hermanos Díaz, donde siempre que vamos nos recibe encantadora una señora que emana ternura por los cuatro costados. Ella es Manuela Prieto Feria, tiene tan sólo 75 años y es una trabajadora incansable. No pudimos resistirnos a la tentación de conocer su filosofía de vida y algunos detalles de su día a día… La invitamos a café en el bar de enfrente, pero no nos dejó pagar.

Manoli en su salsa, atendiendo a una fiel clienta.
Manoli… ¿Eres de aquí, de Punta Umbría?
Bueno, así me siento porque me vine aquí a vivir siendo muy joven. Soy nacida en Lepe, pero con 24 años me casé con Eulogio, y en poco tiempo, tras pasar una temporada viviendo con él en Cartaya, nos vinimos a Punta Umbría por motivos de trabajo.
Mi marido, ayamontino de nacimiento, vivía en Cartaya cuando yo lo conocí. Era proveedor de fruta y verdura de los Pato de Punta Umbría, del Pato Amarillo y del Pato Rojo. Le traíamos la fruta y verdura desde Cartaya. Mi cuñada y yo comenzamos a trabajar en la frutería del supermercado Casas, y ya comenzamos nuestra vida aquí los dos matrimonios juntos, mis cuñados, Agustín y Dolores, mi marido y yo, en la calle Lisa. Ya había nacido Ana, mi hija mayor.
Empezamos a traer niños al mundo y ya mis suegros se vinieron a Punta para ayudarnos a sacarlos adelante. Todos, mis cuñados, mis suegros y nosotros con nuestros hijos, vivíamos juntos en la misma casa, y la convivencia era, aunque te resulte sorprendente, una convivencia fácil. En casa lo compartíamos todo y era un hogar donde reinaba la comprensión y el cariño. Fue una experiencia de la que te puedo contar mil historias, pero todas buenas.
Empezaste a tener hijos nos cuentas… ¿Cuántos tuviste?
Eulogio y yo tenemos 4 hijos. La primera, Ana, la tuve en Cartaya, y luego en Punta tuve los otros tres, Eulogio, Rocío y María. Evidentemente, conciliar mi vida laboral con el cuidado de la familia me hubiera resultado dificilísimo sin la ayuda de mis suegros y mis cuñados, que todos se volcaron en mis hijos. Mis cuñados no tuvieron niños por lo que los míos eran el destino de todos sus cariños. Agustín y Dolores los vieron nacer y estuvieron en el día a día de su crianza. Adoraban a mis hijos, y eso es algo que me ha hecho siempre muy feliz.
¿Qué persona ha sido para tí un referente vital?
Mi suegra. Dolores Moreno. Ella me ha enseñado casi todo lo que sé. La he querido muchísimo porque ella se ha volcado, se ha desvivido por mis hijos. La llamaban “mamailla”. Tú pregúntale a mis hijos por su abuela, ha sido muy generosa con todos.
¿Cómo ha sido tu infancia y tu juventud? Mi padre era agricultor en Lepe. Vivíamos de lo que nos daba el campo. Naranjas, trigo, patatas, viñas, de todo un poco. De eso vivíamos y siendo cuatro hermanos, nunca nos faltó lo que necesitábamos. Yo era la tercera de los cuatro hermanos, estudié hasta los doce años y luego empecé a aprender a “remendar”. Mi abuela me enseñaba. Aprendí incluso a hacerme mi propia ropa. Pero cuando hacía falta, iba al campo para echar una mano. Puede sonar duro, pero lo cierto es que yo siempre me sentí feliz y privilegiada porque nunca me faltó lo más importante, el amor y el respeto de mis padres, que para mí son los valores supremos.
¿Qué has ambicionado en tu vida?
Para mí, la familia y el trabajo han sido siempre lo más importante. Cuando tuve a mis hijos, es cierto que empecé a darle un sentido diferente a mi esfuerzo en el trabajo. Trabajaba siempre con la vista puesta en que mis hijos pudieran tener una vida mejor que la que he tenido yo. Me refiero al ámbito educativo, a la formación. Siempre he deseado que ellos tengan más posibilidades que yo, esa ha sido siempre mi ilusión. Me propuse que mis hijos estudiaran para que pudieran labrarse un futuro seguro y que tuvieran su independencia económica para que pudieran valerse siempre por sí mismos. En ese sentido me siento también muy satisfecha. Mi hija Ana es maestra, Rocío es psicóloga, María trabaja en la farmacia y Eulogio se ha dedicado al negocio familiar.
Mi relación con mis hijos es estupenda. Pienso que el equilibrio está en saber que cada uno en su casa debe ser dueño de su vida y tomar sus propias decisiones. Cuando eso se tiene claro, todo marcha de maravilla.
Al final, los hijos hacen sus vidas y tu marido es el que está en casa cuando la puerta se cierra…
Así es. En ese sentido me siento la mujer más feliz del mundo entero porque tengo un marido bueno, trabajador incansable, luchador y cariñoso tanto conmigo como con sus hijos. Mi matrimonio siempre me ha hecho muy feliz. Ya te digo que para mí, mi casa, mi familia y mi trabajo es lo más importante de la vida. Si el matrimonio no funcionase, me faltaría un pilar fundamental y el equilibrio de mi vida estaría roto.
Entonces haces un balance muy positivo de tu vida…
Sin duda. Me siento una mujer privilegiada todos los días de mi vida desde que me levanto hasta que me acuesto. Me siento alegre y satisfecha con la vida que me ha tocado vivir, y eso es lo más importante que se puede tener. ¿Puedes imaginar lo que es ser una persona familiar y que la vida te regale una gran familia como la mía? Es el mayor patrimonio que puedo tener. Ya tengo 7 nietos, que son los que me recargan cada día las pilas y me renuevan las ilusiones. La mayor, Paula, tiene ya 18 años, y luego vienen Ana, Eulogio, Laura, Albino, Mario y Manuela. Me encanta cuando vienen a verme. Adoro abrazarlos.
Eres una persona muy extrovertida, estás acostumbrada a tratar con mucha gente por tu trabajo, ¿cómo es tu relación con la gente de la calle?
Tengo buenas amistades, aunque es cierto que no dispongo de tiempo para cultivar la amistad en el sentido de que nunca salgo con amigas ni nada de eso… No lo he hecho nunca. Estoy desde siempre muy focalizada en mi familia y mi trabajo y eso no me permite disponer de tiempo para nada más. Pero debo reconocer que adoro el trato con la gente, con los clientes, siento el cariño que me manifiestan y es algo que para mí es muy importante. De hecho pienso que no podría dejar de trabajar porque eso supondría renunciar a esos momentos de trato con mis vecinos que para mí son un regalo.
Imagino que con ese trabajo que tienes conocerás vida y milagros de todo el mundo…
Sinceramente, no me gusta meterme en la vida de nadie, no me interesa el chisme y tampoco me gusta opinar sobre las vidas ajenas. Me gusta respetar y que se me respete y tan solo presto interés por la vida de alguien si ese alguien me viene a contar algo en lo que yo pueda servirle de ayuda. Y cuando eso ocurre, lo que me cuentan, pasa a formar parte de mi intimidad, porque la vida de los demás, para mí, es algo sagrado y digno de todo el respeto. O sea, que sólo entro en la vida de alguien cuando me invitan a entrar y siempre con el ánimo de ayudar en la medida de mis posibilidades.
¿Algo que te preocupe, Manuela?
Por supuesto que sí. Soy humana. Pero fíjate lo que te voy a decir. Lo que más me preocupa a día de hoy es saber que voy a cumplir 76 años en mayo y no encontrar el momento de jubilarme. Siento que el trabajo es para mí mucho más que un trabajo, es toda una forma de vida que al haberla mantenido durante tantos años, no soy capaz de concebirla de otra manera que no sea trabajando. Cuando estoy en la frutería me siento alegre y joven, y creo que el día que me quede en casa me voy a sentir mayor y sin futuro. Estoy diseñada para el trato cercano con la gente, y de eso me nutro cada día.
Pero además de trabajar habrá algo más que te guste, ¿no?
A ver, me gusta cuando mis niños me traen algo de costura, me encanta hacer cualquier plan que me propongan en familia, y me gusta escuchar la radio de Punta, me encanta Onda Punta. La televisión nada de nada. Es que me encanta todo lo de aquí. Soy una enamorada de este pueblo, ten presente que vivo aquí desde hace 50 años. Adoro esa confluencia del mar y la ría, eso que a los forasteros tanto les enamora de nuestro pueblo cuando vienen. Y por supuesto me encanta la Virgen del Carmen.
¿Eres religiosa?
Sí. Soy muy creyente, pero he de reconocer que soy más creyente que practicante. Para mi gusto voy poco a misa. Te confieso que me hubiera gustado haber dedicado más tiempo de mi vida a la religión. Yo he educado a mis hijos en la fé, porque la siento muy profunda. Siempre me acompañan La Bella y la Virgen del Carmen. Con Bella nací y con Carmen terminaré mi vida. (Se emociona).
¿Algún momento especial de tu vida que te haya hecho sentir una mujer importante?
Cada día mi familia me hace sentir importante, pero si te tengo que contar un hecho externo, te podría decir que el Ayuntamiento me hizo un homenaje en el Teatro del Mar por ser mujer trabajadora. Es algo que tengo que agradecer a Aurora, la alcaldesa, y a toda la Corporación Municipal. Fue muy bonita la experiencia y muy emotivo el reconocimiento, y siempre tendré que agradecer que me hayan entregado este premio a pesar de no ser de aquí.
¿Eres comilona?
No. No soy de mucho comer. Mi comida preferida es el desayuno. Adoro ese momento, aunque debo reconocerte que mi desayuno es de lo más normalito, café con leche y una tostada con aceite y tomate.
¿Eres coqueta?
La verdad es que nunca he sido de mirarme mucho en el espejo ni de dedicarme tiempo a mí misma. No me gusta maquillarme, sólo lo hago para ocasiones muy muy especiales. Mi marido y yo miramos más para los demás que para nosotros mismos.
¿Algún miedo?
Me da miedo el sufrimiento, el padecimiento.
La muerte me sugiere respeto, pero la trato con naturalidad, puesto que es algo que forma parte de la vida. Lo importante es que cuando llegue ese momento de abandonar este mundo, sientas que tu vida ha sido plena y que la has vivido como la querías vivir. En ese sentido me siento feliz porque si volviera a nacer elegiría vivir la misma vida que he vivido. Volvería a ser la misma si tuviera elección.
Lo que no toleras de la sociedad…
No soporto que exista el hambre o la necesidad. Eso me provoca sufrimiento. Pienso que hoy día, nadie debería irse a dormir sin comer. Pienso que todos debemos asumir nuestra parte de responsabilidad social y ser solidarios con las situaciones ajenas. Deberíamos ser más humanos, más sensibles, más fraternales.
Para terminar, y sorprendida porque no me hablas ni te quejas de tu salud, imagino que te encuentras de maravilla. ¿Tomas algún medicamento para algo?
La verdad es que estoy estupenda de salud para la edad que tengo. Tan sólo me tomo una pastillita al día para la tensión, pero eso es todo. Además, soy bastante despreocupada en ese sentido, me cuesta mucho trabajo ir al médico, porque como me encuentro bien, nunca encuentro el momento de ir a revisarme. Pienso que el ser una mujer feliz, se refleja en mi salud.
Muchas gracias por este rato, Manuela, ha sido un placer. Permíteme que te invite a este café.
Muchas gracias a tí, y ni se te ocurra pagar. Ya me invitas otro día si te dejo…(se ríe).
Compartir

Visita o descarga la versión en PDF de Periódicos puntocero

También te podría interesar

Scroll al inicio