El párroco de Palos, el padre Jordi Escrivá, desgrana en esta entrevista su valoración sobre asuntos de actualidad y ofrece su opinión y consejos sobre los temas sociales más significativos en esta época cercana a la Navidad. Este franciscano de vocación llegó a Palos hace un año y ya se ha hecho un hueco en el pueblo, donde dice estar muy contento.
¿Qué valoración hace de la situación social en la actualidad, con tanta crispación?
La crispación se vive a nivel social en todas partes. Esa tensión que hay sobre todo a nivel político de si me junto con este o con el otro, aunque sea con el peor enemigo, ‘pero yo mando con tal de estar en el poder’ y todas estas cosas están a flor de piel en todas partes.
¿Qué mensaje daría para bajar esa crispación?
Pienso que los ciudadanos y los cristianos podemos hacer dos cosas en ese sentido. En primer lugar, ser pacientes y confiar, no perder nunca la esperanza. Y, en segundo lugar, como cristianos, rezar por el Gobierno en lugar de criticarlo, que el Señor le de luz.
El panorama internacional está bastante tenso también, ¿qué me puede decir de la guerra en Palestina?
La guerra nunca es solución de nada. En el caso de Israel es verdad que Hamas es un grupo terrorista y siempre está provocando e Israel se tiene que defender y también es verdad que tiene mucho más armamento que Hamas. Entonces, es una cosa muy complicada porque son dos pueblos que están condenados a vivir juntos, no se aceptan y hay mucha sangre derramada, entonces hay mucho odio por una parte y por la otra. No es fácil la conciliación entre estos dos pueblos, pero de alguna manera hay que ayudar a poner paz. También es verdad que siempre que hay un acercamiento, con alguna posibilidad de tratado de paz pues siempre salta por un lado o por otro, por los extremos. Israel estaba trabajando con Arabia Saudí para poner un poco en orden la zona de Gaza y Hamas saltó por peteneras. Hay que seguir rezando por la paz.
¿Nota tensión por estos temas en Palos?
En Palos ha ido mucha gente a Tierra Santa, de hecho, este verano vinieron conmigo ocho personas desde Palos. Los que han estado y conocen un poco la situación pues están preocupados. Además, los franciscanos están en medio, corriendo, pacificando y ayudando a la gente. En España, parece que los políticos se inclinan más por Palestina que por Israel y eso no es justo.
¿Y en cuanto a la situación política española?
Hay mucha gente aquí que está descontenta. El sentir de la gente es que habría que cambiar la ley electoral. En cuántos países alrededor nuestra, incluso, hacen dos rondas, dos vueltas. En la primera votación sale lo que sale y de los dos partidos más votados en la segunda vuelta se decide, y la metralla se queda fuera. Es decir, no tienen por qué gobernar las minorías, a eso no hay derecho. Todos se quejan de la ley electoral, pero nadie la cambia.
¿Cómo valora los escándalos de pederastia en la Iglesia y que mensaje puede dar al respecto?
Diría dos cosas muy sencillas, la primera es que todo acto de pederastia hay que condenarlo. Hay que respetar la vida de todas las personas y especialmente la de los niños. Pero también digo que la Iglesia es la única institución que ha plantado cara a este problema y ha puesto las medidas. Gracias a Dios en todos los obispados de España hay una oficina para la Defensa del niño, para estos problemas. Se trata de un problema a nivel social, mucho más grande que la Iglesia. Es algo que está en el mundo de los deportes, de la enseñanza, en las familias y nadie dice nada. Basta que un cura haya tenido una debilidad y lo machacan y al resto no le dicen nada. Es condenable siempre.
Lo decía porque a nivel mundial son muchos casos…
Sí, pero quiero decir que si miras la estadística no llega al 0,5 por ciento. Es decir, los curas y los frailes pues seguimos trabajando por el Reino de Dios, que haya un caso mínimo pues hay que condenarlo.
Y aparte de la condena, ¿qué más se debe hacer?
Aparte de la condena, que hay que hacerlo, hay que poner todas las medidas para que no se produzca en ninguna parte. Normalmente se le suspende a divinis, es decir se le quitan todos los poderes y derechos como sacerdote y religioso.
¿Cree que actualmente hay una pérdida de valores en la sociedad?
Creo que la persona vale menos, en el sentido de que no se le respeta, empezando por la vida. Cada vez nacen menos niños y se está aprobando el aborto como un derecho cuando es un crimen. Y a los mayores, cuanto más lejos de sus casas mejor, se tienen que ir a residencias. Yo entiendo que hay situaciones que no se pueden tener. Es decir, la Iglesia siempre ha defendido la vida en todos los aspectos y eso creo que es importantísimo.
¿Qué valores cree que no pueden perderse para que la sociedad avance?
En primer lugar, el respeto a la otra persona, al que es diferente, eso es importante. Y también el tema de cuidar mucho a la familia. Nos están metiendo con calzador la ideología de género, que tiene un objetivo muy claro que es el de destruir a la familia. Y la familia es la célula de la sociedad, donde se aprenden valores, cultura, fe, etcétera. Además, excepto en Finlandia, en toda Europa no hay ningún ministerio que defienda la familia, eso es muy serio.
Uno de los males que hay hoy en día es el de la soledad, ¿a qué cree que se debe y qué mensaje daría?
La soledad se da en ciudades, pero en pueblos también, lo que pasa que en los pueblos se da de otra manera porque sales a la calle y hay gente que conoces y te puede ayudar, en las ciudades es mucho más grave. También entiendo que las personas que viven solas a lo mejor no quieren salir de sus casas, podrían ir a una residencia voluntariamente y no quieren. Es complicado. Es verdad que hay familias que encuentran soluciones y los hijos comparten el cuidado de los hijos o buscan a una persona que les cuida. Hay soluciones, pero no es fácil porque yo entiendo que una persona mayor no quiera salir de su casa, porque en su casa está en su ambiente, con sus recuerdos. Y hay gente que dice yo no puedo estar sola y voluntariamente se va a una residencia, pero no es el caso de la mayoría. Cada caso es distinto.
¿Usted lo achacaría a ese descuido a la familia del que hablaba antes?
Por una parte, está ese descuido y por otra es verdad que la mayoría de mujeres trabajan, no es como antiguamente que las mujeres estaban en casa y podían cuidar de los hijos y de los padres. Ha cambiado la mentalidad, es raro la familia en la que no trabajan los dos, con lo que supone de cambio de mentalidad y de situaciones. Es complejo, pero bueno, hay que buscar soluciones y cada familia se lo plantea de una manera.
¿Qué opina de la situación social en cuanto a la inmigración y que se puede hacer para una mejor convivencia?
Es importante el conocernos, porque eso supone encontrarnos y dialogar. Y el pensar que yo no soy mejor que nadie, mi cultura no es mejor que la otra. Sino que cada persona tiene su formación y su cultura por el lugar donde ha nacido y el otro no tiene la culpa de haber nacido en otro lugar y en otra cultura. O sea, el diálogo y el acercamiento es importante y valorar a la otra persona, no como un inmigrante porque si miras todos hemos sido inmigrantes. Por ejemplo, cuánta gente de España se fue a Francia, a Suiza o a Alemania a trabajar en tiempos de escasez, después de la guerra. Hemos sido inmigrantes también, y hemos querido que nos acogieran, nos quisieran y nos respetaran. Para la gente que viene aquí ya tiene que ser bastante doloroso tener que irse y dejar su familia y su país y meterte en otro que no tienes ni idea del idioma, de la cultura, etcétera. Así que hay que acogerlos y ayudarlos.
En ese sentido, ¿cómo ve la situación en Palos?
En general veo acogida y respeto. Eso no quita que haya gente que no los quiere, pero en general hay mucha gente de Palos que tiene alguna empresa de frutos rojos o de cualquier producto agrícola de este tipo y que están viviendo gracias al trabajo de ellos. Pienso que hay cierta colaboración, hay gente del norte de África que están bastante integrados y otros que se vuelcan en su mundo y no se integran de ninguna manera, eso es complicado. El acercamiento y el diálogo con ellos es necesario para poder respetarlos y que ellos nos respeten.
¿Cómo ha llegado usted hasta Palos y cuanto tiempo lleva aquí?
Llevo aquí un año. Ya conozco la mayoría de las cosas y estoy muy contento. Nací en un pueblo de Valencia, cerca de Gandía, y estudié en la facultad de Teología en Valencia y después estuve en Teruel donde hice el noviciado con los franciscanos, que soy franciscano. Y mi vida sacerdotal tras ordenarme ha estado en Zaragoza, seis años, después tres en Benisem, un pueblo de Alicante, nueve años en Teruel, diez en Benisem de nuevo, y nueve en Zaragoza la última vez. Mi vida ha sido más aragonesa que valenciana porque he estado muchos años en Aragón. Me he movido en esas dos comunidades porque la provincia franciscana era Valencia, Aragón y Baleares. A partir de 2015 es cuando seis provincias franciscanas españolas nos juntamos y ya es una única provincia, y eso ha hecho que me manden de Zaragoza a Palos. El salto es abismal. Al principio me costó porque para mí Andalucía era desconocida totalmente, yo conocía alguna ciudad como Granada o Sevilla y poco más. Es verdad que conocía a mucha gente de Huelva y de la provincia a través de las peregrinaciones a Tierra Santa, porque soy guía de las peregrinaciones y entonces he estado cuatro años con ellos acompañándolos. A partir de ahí, cuando venía a Huelva ya no era un fantasma desconocido, sino que había rostros muy concretos que conocía.
¿Tuvo alguna traba cuando tomó la decisión de ser sacerdote?
El mayor problema que yo tuve fue mi padre, que nunca jamás quiso que yo fuera fraile. Yo creo que todos los padres de alguna forma proyectan alguna cosa de ellos hacia los hijos y mi padre quería que yo fuera maestro que es lo que él quiso ser y no fue. Cuando le dije que quería ser fraile me dijo que no, incluso ya siendo estudiante de Teología él me decía, con lo que te gustan las mujeres a ti tú no llegas al final, yo hasta que no te vea cantar misa no me lo creo. Y fueron seis años de una prueba a fuego. Después estaba contentísimo de ver que yo era feliz así, pero al principio fue una prueba fuerte.
¿Qué votos del sacerdocio le resulta más difícil de cumplir?
Difíciles son todos, lo que pasa que no depende de nosotros. Hay que tener muy claro que yo, y cualquier cura, como personas somos débiles y metemos la pata todos los días, somos pecadores. Pero también es verdad que puedo decir que soy pobre, soy fuerte, célibe u obediente gracias a Dios, por mis fuerzas imposible. Es como dice San Pablo: ‘Todo lo puedo con Aquel que me conforta’. Sin Jesucristo ni tiene sentido la vida del fraile ni del cura ni de nada, y del casado tampoco, jaja. Estoy convencido que no es lo mismo vivir con Dios que sin Dios, en todos los niveles.
¿Qué mensaje da al pueblo de Palos de cara a la Navidad?
Se trata de uno de los misterios más grandes que tenemos, la encarnación del Hijo de Dios, Dios hecho carne. Es decir, ninguna religión proclama que el Hijo de Dios se haya hecho hombre, excepto el cristianismo. Y eso es muy importante, que Dios siendo Dios se ha rebajado y se ha hecho una persona como nosotros por amor a los hombres, esto es algo muy grande. Este año, además, la familia franciscana de todo el mundo vamos a celebrar los 800 años de cuando San Francisco quiso representar el belén viviente en Greccio, en Italia, y eso es un gran acontecimiento, porque él era un enamorado del Niño de Belén y gracias a él con esa representación ha venido toda esta tradición en Europa que después pasó a América de los belenes.
Francisco hace eso por amor a Jesucristo, encarnado en el Niño. Cuando uno coge a un niño en brazos recién nacido, todo él es ternura, es paz, es gozo, es alegría. Y fíjate que una personica tan pequeña, tan débil y tan frágil el poder de atracción que tiene que toda la familia está pendiente de él. Y eso es lo que quiso representar San Francisco, el Dios omnipotente, fuerte y poderoso se ha hecho pequeño, humilde y frágil en un niño. Así que el mensaje sería que sepamos descubrir cuando nos están queriendo quitar la Navidad de nuestras vidas, que no nos roben la Navidad, la ternura, el amor y la paz que trae un niño recién nacido.
Muchas gracias por su atención, Padre Jordi.
Gracias a vosotros.