Siempre se ha comentado que “no hay nadie imprescindible en esta vida”, pero también es de todos conocidos el dicho “la excepción confirma la regla”. Juan, nuestro protagonista excelente de este mes, es una de esas personas que son absolutamente necesarias en este mundo para que el género humano suba de categoría. Y no lo decimos nosotros. Lo dice Punta Umbría y lo dice no alto, sino a gritos.
Es el menor de cuatro hermanos, aunque todos ellos dicen que son cinco, porque Juani es una hermana más.
Juan nació en Isla Cristina, un dato que -como dice su hermano mayor, Patrocinio-, “hay que recordárselo de vez en cuando”, porque habiendo aterrizado en Punta a los dos años de edad, es algo que tiende a olvidar, y más cuando lleva a Punta Umbría y su gente en lo más profundo de su corazón. Juan lleva toda su vida aquí y cumplió 65 años el 2 de junio. Tiene, como buen géminis que es, un potente sentido del humor, una gran inteligencia natural y emocional, y vive con una tendencia irrefrenable a gastar bromas a los suyos, bromas que en ocasiones les son devueltas y que él acepta de mil amores…
Proviene de una familia humilde y las circunstancias familiares propiciaron que estudiase sólo hasta los 14 años. Pero nos estamos refieriendo a los estudios académicos, porque nuestro protagonista ha estudiado durante sus 49 años en La Parada lo suficiente como para que le convaliden más de dos o tres carreras universitarias, empezando por la de psicología. Dicen los suyos que “por capacidad hubiera podido estudiar lo que le hubiera dado la gana”, pero un accidente laboral de su padre cambió radicalmente la hoja de ruta familiar, y ya Juan con tan solo 14 añitos comenzó a hacer algunos turnos para ayudar en el quiosco de prensa de su padre, La Parada, algo que hacía muy feliz a una jovencita que trabajaba en una boutique de moda de por allí, una desconocida que ya por aquel entonces soñaba y pregonaba que ese muchachito del quiosco era su novio…
El quiosco de prensa del padre de Juan, situado en la plaza 26 de abril, se llamaba La Parada porque justo en esa esquinita era donde estaba la parada de Damas. Y ese sería el nombre que daría a la librería de sus sueños…
Cuando Juan tenía tan sólo 17 años, la librería La Parada abrió sus puertas un 26 de abril del 75, y él empezó a trabajar en ella haciendo realidad su sueño de ser librero. En principio, La Parada era una librería muy pequeñita, pero con el tiempo y algún que otro golpe de suerte, Juan pudo quedarse con la librería que en principio era de su padre, e invertir y multiplicar por cuatro la superficie de ese local inicial. Su ambición de tener una gran librería ya era misión cumplida. La chica de la boutique, Lucinda, logró iniciar una relación con Juan cuando ella tenía tan solo 14 años y Juan tenía 16. Tras una mili y una petición de mano, se casaron felizmente e iniciaron una vida juntos. Luci comenzó a trabajar con su esposo en la librería. Andaban buscando hijos, pero se hizo esperar. A los dos años Luci queda embarazada, y Juan salta y llora de alegría. Y más aún cuando por fin ven la carita de su hijo Juan Jesús en el mundo. Nada les hacía sospechar el largo camino que les quedaba por recorrer, porque a los seis meses les comunican que su bebé ha llegado con problemas. A partir de ahí, trabajar y buscar lo mejor para ese niño ocupaba toda su vida. Tras sopesar todas las opciones posibles, entran en contacto con Aspromín, y desde entonces y a pesar de la dificultad de las decisiones que tuvo que tomar con su mujer, tienen la sensación de haber logrado dar con el lugar ideal para que su hijo vaya avanzando al ritmo que vaya marcando su capacidad. Dejarlo allí fue un duro golpe para el matrimonio, pero la decisión estaba muy alejada de ser una elección egoísta, porque Juan Jesús necesitaba personal especializado para poder avanzar. El niño se mostraba muy bien integrado en el centro, eso les hizo sentir algo mejor. No obstante, Juan, inconformista incorregible, siempre ha estado implicado con la mejora de Aspromín, hoy día un centro de referencia a nivel andaluz. El bienestar de su hijo, su mayor preocupación, era lo que estaba en juego. Y también el bienestar de otros muchos usuarios del centro. Hoy sienten que tomaron la mejor decisión para su hijo, del que disfrutan todo el tiempo posible.
A pesar de que el matrimonio quiso tener más hijos, lo cierto es que no llegaron. Eso ha permitido a Juan disponer de más tiempo para el trabajo, para la familia y para involucrarse en algunos proyectos como representar a los libreros en la FOE durante algunos años, o ser durante otros tantos, concejal en el Ayuntamiento de Punta Umbría por el Partido Andalucista llevando algunas delegaciones en el Gobierno local.
Destacar que en el Club Deportivo de Punta Umbría, que tiene 55 años, Juan es el socio número 9, cosa que lleva a gala por el memorial de su hermano Manolo, que era directivo del club cuando tuvo el accidente.
Nuestro protagonista ha sido tremendamente activo en su vida profesional, habiendo organizado, por primera vez, la Feria del Libro en la plaza Pérez Pastor de Punta Umbría. Habrá asistido a unas 25 ferias del libro en Huelva, habrá presentado ni se sabe cuántos libros en su librería… Cuántas páginas de este periódico necesitaríamos para hacer justicia a todo lo que este entrañable vecino ha hecho por la cultura y el fomento a la lectura en nuestro municipio, pero tal vez, entre sus méritos más destacables, me voy a atrever a decir algo a pesar del riesgo que corre mi persona de sufrir el enfado del homenajeado… Y voy a hablar a pesar de la recomendación en contra de su esposa, Luci, amparándome en una frase que el mismo Juan me dijo en su papelería hace pocos días… “Amiga, dos no se enfadan si uno no quiere”. Así que hoy, amigo Juan, cojo tu guante y me voy a permitir contar lo que la calle me dice en cada esquina. Y que salga el sol por Antequera… “Si no llega a ser por Juan, mis hijos no hubieran podido estudiar. No teníamos dinero para material escolar y él no dudaba en darnos todo lo que necesitábamos. Y no era una vez ni dos. Ni éramos uno ni dos los que íbamos en busca de su ayuda. Muchos hemos abusado de su bondad y generosidad infinita y gracias a él, muchos de nuestros hijos han podido ser alguien”. Como esta experiencia, nos hemos encontrado no diez ni doce, sino muchísimas más. Por eso y por todo lo demás, es imposible no considerar a Juan, como alguien Excelente”.