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Nuestro vecino José Carlos Guillén Hernández ha conseguido pasar de casi 150 kilos a los 80 actuales. Todo ello tras varios intentos que acabaron frustrados, pero de los que sacó fuerzas para seguir adelante y ganarle el pulso a la obesidad
La vida de José Carlos Guillén Hernández ha dado un giro de 180 grados en los dos últimos años. Y es que en el año 2022 fallecía su madre. Año en el que también nacería su hijo Joaquín y en el que acometería el asalto definitivo, tras varios intentos anteriores, a su gran pérdida de peso y asentar hábitos de vida saludables basados en la alimentación sana y en el deporte.
Pero esta historia comienza mucho antes. Nos confiesa José Carlos que él fue un niño con sobrepeso desde muy temprana edad: “Mi madre me insistía mucho en cuidar la alimentación y me llevaba a endocrinos, pero yo no hacía mucho caso. Me gustaban mucho los dulces, los refrescos, etc. Era algo introvertido y de pequeño lo pasaba mal, me sentía rechazado y mi mayor felicidad era llegar a casa, ver la tele y comerme mis dulces”, confiesa el moguereño.
No obstante, sus carencias de socialización fueron siendo solventadas en su adolescencia y en su juventud, donde José Carlos se nutrió de un buen grupo de amigos, algunos de ellos pertenecientes a la banda de música de Nuestro Padre Jesús Nazareno, donde el propio José Carlos tocaba y disfrutaba de dos de sus grandes pasiones: la música y la Semana Santa, especialmente la hermandad de Padre Jesús.
El protagonista de nuestra historia cumplió, y pasó, la treintena con un sobrepeso más que notable, pues le faltaban apenas unos gramos para la cifra de 150 kilos. “En esos momentos, allá por el 2013, fue cuando tomé conciencia, pues hasta la fecha era algo que sabía que estaba ahí, pero me lo intentaba ocultar a mí mismo y quitarle hierro. Recuerdo que me vi en una foto y me dije a mí mismo que así no podía seguir”.
Así, empieza poco a poco a realizar práctica deportiva y a interesarse por tener una alimentación más saludable: “Pensaba que me estaba matando a mí mismo con mi estilo de vida, me faltaba el aire al dormir, al caminar. Encima, era fumador”, apunta José Carlos, que confiesa que a pesar de comenzar a perder peso, este progreso se estancó, hasta que decide retomarlo años después, en 2017.
No obstante, y a pesar de haber bajado unos 20 kilos, surge un nuevo período de estancamiento: “Me eché novia y volví a descuidarme, pero en 2019 esa relación se acabó y me volví a replantear mi vida. Entonces, me fijé de nuevo el objetivo de tener una vida saludable y llegar a un peso adecuado”, explica. Así, incrementa su práctica deportiva y, de forma autodidacta, sigue informándose e investigando acerca de uno de los pilares básicos de la vida sana: la alimentación saludable. Poco antes del Covid, en la Feria de 1900, conoce a su actual pareja y madre de su hijo, Ana. Y aunque la pandemia los distanció, por el confinamiento, durante unos meses, hasta el día de hoy viven felices, junto al hijo de ambos, Joaquín, y el hijo que Ana tenía de una relación anterior, Javier, al que José Carlos quiere como si fuera su hijo biológico.
Aunque en pandemia sigue entrenando y cuidando la alimentación, el progreso que había conseguido José Carlos volvió a ralentizarse. El desconfinamiento prometía ser el principio del asalto definitivo a la pérdida de peso, pero la vida de José Carlos iba a cambiar drásticamente, pues en 2021 su mujer queda embarazada y su madre cae enferma: “Fueron muchos frentes abiertos a la vez, demasiados como para centrarme en mí. A la ilusión de ser padre tuve que unir el dolor de ver a mi madre como estaba, sufriendo, pues era consciente de todo lo que le pasaba, y que requería atención constante. Mis hermanos y yo nos turnábamos para que estuviera acompañada las 24 horas”, recuerda José Carlos.
Así, 2022 trajo lo que el 2021 ya vaticinaba: José Carlos vivió en poco tiempo el nacimiento de su hijo y la pérdida de su madre. Demasiados vuelcos, aunque otro cambio estaba por venir. Tras varios intentos a lo largo de los 9 años anteriores, nuestro vecino se lanzó de forma definitiva a por el estilo de vida y el peso que quería: “Desde mediados de 2022 hasta la fecha es cuando he cogido el ritmo y he cumplido el objetivo que tantas veces se me había escapado”, apunta orgulloso nuestro protagonista.
Actualmente, va al gimnasio unas 3 o 4 veces por semana y los fines de semana trata de coger la bicicleta. Siempre, claro está, que las circunstancias lo permiten. Pero algo ha cambiado en él. Sabe que no hay excusas y que viniendo de donde viene, una vida saludable es de vital importancia: “Yo concibo la obesidad como una enfermedad que voy a tener toda la vida. Por eso tengo que cuidar mucho la alimentación. En este sentido, aprender a comer y a cocinar ha sido clave. También ha sido fundamental la ayuda, el apoyo y la información que me ha proporcionado mi mujer. Y por supuesto, en todo esto es clave la disciplina para realizar de forma periódica actividades deportivas”.
Contrario a los productos y dietas milagro, “porque todo es cuestión de cambiar de hábitos y de disciplina, y no es algo que se consiga en días o semanas”, reconoce que ha superado la mayor parte de sus miedos a la hora de enfrentarse a la práctica deportiva: “Al principio, me daba miedo hacer algunas cosas, como salir en bici con más gente. Miedo a no poder hacer lo que los demás hacían, miedo y vergüenza por sentirme inferior. Al final, te das cuenta que los principales obstáculos muchas veces somos nosotros mismos. La obesidad, por supuesto, ayuda a que se incrementen todos estos temores”, resalta José Carlos.
Con el reto de poder realizar y completar alguna carrera popular, José Carlos se encuentra ahora en un estado de forma excepcional: “80 kilos y un 75% de masas muscular”, nos indica. Todo ello, por supuesto, a base de mucho esfuerzo, disciplina y de superarse a sí mismo cuantas veces ha sido necesario. Su madre, allá donde esté, estará muy orgullosa de él y deberá sentirse partícipe del cambio de su hijo, pues fue la que le sembró la idea de llevar una vida saludable. Una idea que el José Carlos niño y adolescente no puso en práctica, pero cuyo poso ahí estaba, esperando a que la madurez llamara a la puerta de José Carlos y nuestro valiente vecino se atreviera a echarse un pulso a sí mismo… Y a ganarlo definitivamente.