Inauguramos la sección Mazagón en el Corazón y lo hacemos hablando de uno de sus lugares con más historia y legado cultural y etnológico. Con el propósito de su puesta en valor y defensa, nace en 2010 la Asociación Poblado Forestal de Mazagón, que trata de darle nuevos y beneficiosos usos a este núcleo
REDACCIÓN A buen seguro, todos hemos oído hablar del Poblado Forestal de Mazagón, pero su historia y su enorme legado no son tan conocidos. El paso del tiempo, los cambios sociales y la transformación económica y de usos y costumbres hicieron que el poblado perdiera la razón por la que se edificó y paulatinamente se fuera despoblando.
Dicen que la distancia es el olvido y todos los factores anteriores han puesto distancia entre la sociedad y el poblado, y han acercado a este último, y a toda su herencia cultural, a un abismo próximo al olvido.
Para hacer un ejercicio de memoria colectiva, y para dotar al Poblado Forestal de Mazagón, y a su entorno, de nuevos usos, revitalizando económica y demográficamente la zona, todo ello dentro de los marcos legales y éticos de la sostenibilidad, nace el 16 de abril de 2010 la Asociación Poblado Forestal de Mazagón (ASPOFOMA). Su presidente, Paco Díaz Magro, nos atiende y nos cuenta la historia del poblado: “La zona situada entre las desembocaduras de los ríos Tinto, Odiel y Guadalquivir ha sido desde hace siglos un espacio donde no arraigaba una población firme. Se trataba de terrenos de realengo que se cedían a los concejos, quienes, a su vez, los cedían a familias desfavorecidas para cultivar cereales”. No obstante, en 1855 llega la conocida Desamortización de Madoz, que pretendía completar la obra inacabada de la Desamortización de Mendizábal, llevada a cabo entre 1836 y 1837, para redistribuir la propiedad de la tierra y poder dar un impulso a la agricultura para que, con los ingresos y mejoras que se produjesen, España pudiera vivir una revolución industrial, siguiendo el modelo que el Reino Unido había vivido más de 100 años antes. Con la Desamortización de Madoz, la zona pasa de manos comunales a manos privadas y, a pesar de unas timoratas tentativas de explotación empresarial, estos terrenos serán usados, en su mayoría, como cotos de caza.
“No fue hasta bien entrados los años 30 del pasado siglo cuando se planteó rescatar nuevamente este territorio de las manos privadas mediante la intervención del estado, iniciada en 1932 con el encargo a la 5ª División Hidrológico Forestal de comprar las fincas que antes habían sido desamortizadas. En el año 1940, se une a esta labor el Patrimonio Forestal del Estado, con el objetivo común de la reforestación intensiva del lugar”, apunta Díaz Magro.
En el difícil periodo de aislamiento de la posguerra, se plantea la exigencia de generar recursos forestales en la zona para la obtención de madera y otros derivados. Con esta finalidad productiva se emprende la repoblación intensiva mediante la actuación combinada del Patrimonio Forestal del Estado y la 5ª División Hidrológico Forestal, corriendo a cargo de la segunda la fijación de las dunas móviles y siendo responsable el primero de la repoblación más intensiva en los cotos más interiores.
REPOBLACIÓN DE LA ZONA
Junto con las plantaciones se procede a la colonización del territorio, en el que se instalan poblados, casas y otras construcciones y se trazan pistas y caminos. Con estas operaciones cambia por completo la fisonomía de la zona, tanto desde el punto de vista natural y paisajístico como en el poblamiento, que pasa a reflejar una estructura social y económica bien diferente. Sin embargo, las personas que vienen a trabajar, procedentes de diversos puntos de España, en primera instancia se instalaban a pie de obra, en barracones, chozas de pasto, etc., viéndose la necesidad de crear asentamientos más estables y en más dignas condiciones.
Así, se crean los poblados de El Abalario, El Acebuche, Los Bodegones, El Corchuelo, El Villarejo, El Gato y Los Cabezudos, todos ellos pertenecientes al Patrimonio Forestal del Estado, la mayoría de ellos desaparecidos. El único que queda en pie y en muy malas condiciones de ruina es el de Los Cabezudos. La 5ª División Hidrológico Forestal también crea varios núcleos de diferente entidad y como asentamiento principal sobresale el Poblado Forestal de Mazagón, creado en 1954, donde se hacen 14 viviendas y se construyen unas 40 chozas, alcanzado el asentamiento su pico demográfico en la década de 1960, llegando a contar con más de 300 habitantes. Cabe destacar que el poblado contaba, además, con la capilla, la escuela y un horno comunal.
CULTURA Y MODOS DE VIDA
En cuanto a las condiciones generales de vida, el poblado no contaba, en principio, con agua corriente por lo que había que extraerla del ‘Pozo Viejo’ situado en el mismo arroyo desde donde había que trasladarla en cántaros y baldes a los hogares, a distancias de hasta 800 metros. Posteriormente se construyó el ‘Pozo Nuevo’ y se instaló una motobomba y una red de tuberías que, a través de unos depósitos, abastecía a las casas del poblado y a una única fuente colectiva para la totalidad de las chozas: ‘El Grifo’. El horno comunal de leña funcionaba un día a la semana. Día en que, por turnos, las familias cocían el pan previamente amasado y fermentado en casa. Posteriormente empezó la provisión desde Moguer con bastante irregularidad, pues los caminos resultaban dificultosos, especialmente en invierno. Hasta 1971 no hubo luz eléctrica, siendo el sistema de iluminación más usado el foco de acetileno o ‘carburo’.
“Es importante mencionar que la estrecha convivencia de tantas familias durante tanto tiempo, y de procedencia tan diversa, dio lugar a la fusión de modos y costumbres tradicionales que se materializaron en unas formas peculiares de celebración, de cultura y de ocio y que se constituyeron, junto al resto de experiencias laborales y de toda índole, en una peculiar identidad”, explica el presidente de ASPOFOMA.
DECADENCIA Y OLVIDO
La llegada de la Democracia supuso, junto al reconocimiento de derechos laborales y de todo tipo, una oportunidad general de mejora. La gente fue buscando nuevas posibilidades de crecimiento y desarrollo a la vez que los objetivos político-estratégicos cambiaron. Como consecuencia, el Poblado fue perdiendo su finalidad inicial y vaciándose de su esencia y de sus habitantes. Poco a poco se fue transformado desde los años setenta hasta hoy en su estado actual. A finales de los años setenta desaparecieron todas las chozas, quedando solamente las instalaciones de la casa forestal con las viviendas de servicio y el taller, por un lado, y el poblado por otro, en la actualidad ocupado en su mayoría por personas ajenas que han modificado todas las viviendas, dejándolo en un estado casi irreconocible.
Desde hace algunos años, el olvido se ha apoderado de lo que allí existió y se vivió. En ningún lado se nombra. En las indicaciones, tanto privadas como oficiales, se hace referencia al Parador de Mazagón, que fue de construcción bastante posterior. “Por ejemplo, el Pino Centenario o ‘Pino Gordo’, como así lo denominábamos, ha pasado a llamarse ‘Pino Centenario del Parador de Mazagón’. A la playa, igualmente se le denomina ‘del Parador’, lo que hace que todos los que vivimos allí aquellos difíciles años, tengamos un sentimiento como si se hubiera borrado nuestra historia”, apunta Díaz Magro.
MEMORIA Y PROYECTOS
Con la tarea de rescatar del olvido esta historia y darle una nueva vida al Poblado Forestal de Mazagón y su entorno, ASPOFOMA trabaja en varias líneas de actuación. Una de ellas es la declaración del Poblado Forestal de Mazagón como Bien de Interés Cultural de carácter etnológico, además de instalar un centro de recepción, de interpretación o un museo forestal en la casa forestal y las casas de servicio aledañas. Esta línea podría proporcionar la instalación de empresas que ofreciesen servicios de turismo y deporte en la naturaleza, todo ello aprovechando, además, la cercanía del mar, con lo que también podría ofertarse actividades náuticas.
Otra de las propuestas de ASPOFOMA es hacer un centro de arte en la naturaleza, una modalidad artística al alza, en la calle donde hace años se ubicaban las chozas. “En esta iniciativa está muy interesada la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla, con lo que ello supondría para la zona”, apunta el presidente de la asociación. Otra de las líneas de actuación que propone ASPOFOMA es la instalación del archivo forestal de la Provincia de Huelva en la casa forestal y sus casas de servicio aledañas, lo que atraería a académicos, estudiantes y posibilitaría la celebración de congresos y jornadas en una zona plagada de monumentos naturales y a escasos kilómetros de los lugares colombinos.
Además, otra de las propuestas destacadas de la asociación es la de “hacer un monumento a las familias de los trabajadores forestales. En todos los pueblos hay monumentos a sus trabajadores: a los agricultores, a los marineros, etc., pero aquí no hay nada para reconocer la labor de los trabajadores forestales”, apunta Díaz Magro, quien también explica, en la línea de rescatar la memoria del Poblado Forestal de Mazagón que se están dando pasos “para hacer un documental sobre la historia y la vida de este asentamiento”.