Se trata de uno de los espacios arquitectónicos con más siglos a sus espaldas. No obstante, la datación sobre sus orígenes podría ser incluso anterior a lo que actualmente con certeza se conoce
Juan R. Foncueva Nuestra localidad, a pesar del paso de los siglos y de los muchos acontecimientos que con el tiempo han ocurrido, aún conserva un vasto, y en multitud de casos, antiguo patrimonio cultural y arquitectónico. Muchas piezas aún tienen una datación desconocida, o ésta ha ido variando a medida que se ha avanzado en materia de investigación. Podría ser éste el caso del camarín de la Ermita de San Sebastián, o como popularmente la denominamos, Capilla de Jesús. Y es que “aunque no hay nada aún a ciencia cierta, según suposiciones basadas en investigaciones, sustentadas en la localización y la arquitectura, el camarín de Jesús Nazareno podría haber sido, en época musulmana, un morabito”, nos cuenta Sergio Ollero, graduado en Gestión Cultural, con un máster en Tutela del Patrimonio y un doctorado en Patrimonio Iberoamericano.
Desde el punto de vista de su localización, esta suposición tiene bastante sentido, y es que los morabitos, que eran una especia de ermitas musulmanas, solían localizarse a las afueras de las poblaciones, al igual que posteriormente se hiciera, en líneas generales, en época cristiana. Ya, tras la conquista cristiana, sobre este edificio se habría fundado la Ermita de San Sebastián (del mismo modo que se fundan otras ermitas en Moguer), que igualmente estaba a más de 100 metros de las primeras casas de Moguer, con la entrada de la ermita mirando para el camino que conectaba Moguer con la importante ciudad de Niebla. Precisamente, el culto de la ermita a San Sebastián nace de esta conexión con el camino de Niebla, pues según la creencia medieval, San Sebastián protegía de epidemias y de determinados peligros a los que los viajeros que transitaban los caminos se exponían, frenando la intercesión del Santo la entrada de estas amenazas en Moguer. Igualmente, ese camino hacia el que miraba la entrada de la ermita también llevaba a Sevilla, que tras la conquista de América se erige en la vía de conexión con el Nuevo Mundo y sus riquezas. “La ermita primitiva tenía reducidas proporciones y en su interior albergó, desde el siglo XVI, a San Sebastián, la Santísima Virgen de Madre de Dios de Gracia y a San Roque”, apunta Sergio Ollero.
Pero, ¿cómo llegamos de esta primitiva ermita, que bien pudiera venir de un antiguo morabito musulmán, al actual camarín de Jesús Nazareno? En torno a 1670, el clérigo de menores órdenes moguereño, Pedro Gupil de Herrera, quien era persona acaudalada (y el que, como anécdota, se presume que sufrió un ataque de catalepsia y, al ser dado por muerto, fue enterrado vivo), emprende un proyecto para reformar la ermita. Hasta 1675 no finalizarían estas obras. “En esta remodelación debió construirse una fachada nueva para la ermita, pues si observamos el grabado de Espinalt y García de la ciudad de Moguer, realizado en 1795 para el Atlante Español, la ermita ya miraba a la localidad y tenía una espadaña o campanario. Por lo tanto, es probable que al ampliar la capilla y reformar la sacristía orientasen la fachada hacia la ciudad y no al Camino Real, por dos razones fundamentales: La imposibilidad de crecer hacia el camino por falta de terreno, y al cambiar el titular de la capilla de San Sebastián a Jesús Nazareno, la función principal de la ermita dejó de ser proteger de las enfermedades a la localidad por proteger la fe de Moguer, personificada en la imagen de Padre Jesús. Por su parte, la espadaña y la fachada son anteriores a la actual, que data de 1841. Por lo tanto, la actual ermita conserva de esta época la construcción del presbiterio y la cúpula barroca de media naranja sustentada por cuatro pechinas con motivos pasionistas. En la cúpula también se dispondrán otros motivos en rocalla e, igualmente, se acometió el camarín para la imagen de Padre Jesús Nazareno, pues queda perfectamente centrado con el presbiterio”, ilustra Sergio Ollero.
Aunque tanto las dimensiones como los elementos arquitectónicos que la ermita posee actualmente distan de los de aquella época, pues con el paso de los siglos hasta la actualidad, el edificio ha sufrido ampliaciones y reformas, el actual camarín de Jesús Nazareno hunde sus raíces en la primitiva ermita dedicada al culto a San Sebastián, lo que hace de este espacio uno de los tesoros patrimoniales con más años de historia de Moguer.