Estrenamos la sección ‘Sociedad Inclusiva’, en la que en cada edición de Cartaya Punto Cero hablaremos sobre toleracia e inclusión social. Este mes, hablamos con Mari Ruiz, pregonera del Festival por la Igualdad, celebrado el pasado 22 de junio en el Recinto Ferial de Cartaya, en el marco de las jornadas reivindicativas por el Día del Orgullo del colectivo LGBTIQ+
Mari Ángeles Ruiz Manuel (nacida el 2 de septiembre de 1988), más conocida en nuestra localidad como Mari Ruiz, ponía su voz para pregonar los deseos, anhelos y reivindicaciones del Colectivo LGBTIQ+ en el recientemente celebrado, en nuestra localidad, Festival por la Igualdad. Persona reivindicativa, Mari Ruiz cursó la Primaria en el CEIP Concepción Arenal y la Secundaria y el Bachillerato en el IES Rafael Reyes, para posteriormente estudiar Trabajo Social en la Universidad de Huelva. Apasionada del deporte, en la actualidad trabaja en el Área de Deportes del Ayuntamiento de Cartaya, enfocándose en la escuela municipal de vóley. La literatura es otra de sus grandes aficiones y tiene dos libros publicados. Si hay algo que, tras hablar con ella, nos llama la atención de Mari es su afán por transmitir y desprender el mismo mensaje haga lo que haga, ya sea en el deporte, en la literatura o en su vida cotidiana: Dejar fuera el odio y dar cabida a la tolerancia y la diversidad en cualquier ámbito de la vida.
“Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos más. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine nunca la voy a alcanzar. ¿Para qué sirve la utopía? Sirve para eso: para caminar”. Estos versos del pensador, periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano son una metáfora sobre la necesidad del avance social, aplicable prácticamente a todos los ámbitos de la vida. Y es que la consecución de un mundo más justo, más tolerante y más inclusivo pasa por no dejar nunca de caminar, aunque ya se hayan alcanzado, por fortuna, ciertas metas.
Es ésta precisamente una de las razones por las que hoy en día se sigue antojando necesaria la celebración del Día del Orgullo del colectivo LGBTIQ+. “Es algo fundamental porque aunque es cierto que se han alcanzado bastantes derechos y las mentalidades han evolucionado en los últimos años, aún quedan metas por conseguir. A día de hoy, la heteronormatividad sigue siendo la base. Por ejemplo, generalmente, a un chico se le suele preguntar si tiene novia, al igual que a una chica la pregunta que se le hace es si tiene novio. Aparte de eso, en el día a día de las personas que forman parte del colectivo observamos cómo hay episodios graves de discriminación e, incluso, agresiones verbales y físicas. Por todo ello, para hacer reflexionar a la sociedad y seguir avanzando en tolerancia y diversidad, este día está marcado en nuestro calendario. Además de ser una jornada para reivindicar derechos y libertades, también es un día de homenaje a aquellas personas que abrieron puertas y contribuyeron a alcanzar los derechos que hoy tenemos”, nos explica nuestra vecina Mari Ruiz.
Desafortunadamente, una de las etiquetas que suelen ir asociadas a este día reivindicativo es la de ‘fiesta y desenfreno’. Una visión, quizás, algo simplista en tanto que omite la mayor parte de la carga simbólica que tiene esta celebración: “Claro que el Día del Orgullo tiene esa parte de fiesta y celebración. Celebramos la conquista de derechos, celebramos que hemos avanzado socialmente y que se camina hacia la normalización. Reivindicación y fiesta no son incompatibles. Luego, por supuesto, cada persona vive esta celebración, como cualquier fiesta, de una manera determinada. Yo, por ejemplo, no soy la persona más fiestera del mundo. Cuando pienso en el Orgullo, veo todas estas cosas, no solamente una”, apunta nuestra vecina.
Aunque las mentalidades, como decíamos, están cambiando y la sociedad avanza en este y otros aspectos, el ‘salir del armario’ sigue sin tener la normalización social que debería. Y es que cada vez son menos los casos de discriminación grave cuando esto ocurre, pero muchas personas del colectivo aún tienen miedo a dar ese importante paso “por el miedo a decepcionar a tu entorno, por el miedo al qué dirán. Es una palabra fuerte, lo sé, pero aún hay represión en ese sentido. Por eso, las personas que pertenecemos al colectivo tenemos que llevar a cabo, en muchísimos casos, un acto de valentía”, argumenta Mari Ruiz.
La discriminación por el predominio de la heteronormatividad impregna distintos ámbitos de la vida más allá de la orientación sexual. Y es que el cómo alguien vista, el cómo hable o las aficiones que tenga también son objeto de juicio social si se saltan los roles tradiciones de género. “Cuando yo era pequeña, ocurría bastante que si eras niña y te gustaba el deporte, ya te decían que eras ‘machorra’. Hoy en día pasa menos, pero aún sigue ocurriendo. Por ejemplo, eso lo observo con el vóley, que, al menos en Cartaya, es un deporte que, no sé por qué, suele asociarse a las niñas. Pues por eso, nos cuesta sacar equipos masculinos de vóley, porque muchos de los niños que se apuntan suelen recibir comentarios de que son gays. Y eso que en los últimos años tuvimos una generación de chicos que se clasificó para la fase final del Campeonato de Andalucía, que normalmente cuando hay un éxito deportivo, suele haber efecto llamada y suben las inscripciones. Pues pesa tanto esta etiqueta, que nos cuesta muchísimo sacar equipo masculino, aunque este año vamos a intentar sacarlo de nuevo”, ejemplifica nuestra vecina. Hay que destacar que este pasado curso sí se ha mantenido el equipo de vóley mixto, ya que “tenemos chicos que son valientes, a los que les gusta el vóley y dicen que juegan porque les gusta, sin importarles lo que les vayan a decir”, aclara Mari Ruiz. Y es que para desmontar etiquetas, nada mejor que la información. El vóley es un deporte inventado por un hombre, William George Morgan, en 1895, y los primeros mundiales de vóley que se disputaron fueron en categoría masculina (en 1949). Al final, la clave de todo esto quizás sea el hecho de que “el deporte no tiene género y no tenemos que sexualizarlo. Los deportes son deportes y pueden practicarlos tanto chicos como chicas”, reflexiona nuestra vecina.
Al margen de su enorme afición al deporte, y no sólo al vóley, ya que también le gusta el pádel y hacer actividad deportiva en casa, una de las grandes pasiones de Mari es la literatura. De hecho, tiene dos libros publicados: ‘#365 historias de un día’ y ‘Lo que no pudo ser’. El primero se trata de un proyecto que realizó, en 2015, junto a un amigo fotógrafo, Manu Delgado. Durante un año, ambos publicaban una foto hecha por Manu en redes sociales, la cual iba acompañada por unos versos de Mari. Fue tal la acogida que tuvo en redes sociales, que ambos decidieron reunir las 365 publicaciones en papel.
En 2019, nuestra vecina publicaba su primera novela, titulada ‘Lo que pudo ser’, que narra una historia de amor entre chicas, “con el objetivo de romper con la heteronormatividad que es la línea mayoritaria de la literatura. En la novela, quería contar una historia diferente, en la que también aparecen elementos feministas, aunque también hay personajes protagonistas masculinos”, explica la autora. Una novela impregnada por el sentir de aceptar la diversidad en todos sus aspectos, en el caso de la orientación sexual, aceptando heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, etc., como opciones distintas e igualmente válidas que hacen que una sociedad sea más libre y rica.
Terminamos de hablar con Mari y le pedimos, como suele ser habitual, que finalice con un mensaje hacia sus vecinos y vecinas. Tras meditarlo durante unos segundos, nos contesta: “Como dije en el pregón, no pretendo tener la verdad absoluta. Simplemente, hablo de lo que opino según mi experiencia y mis conocimientos. Todo ello siempre fundamentado en el respeto y en el amor. En el pregón hice mucho hincapié en eso porque me parece muy importante. El odio tiene que quedarse fuera. Con mis palabras, sólo espero lanzar una invitación a la reflexión para ir apartando los prejuicios y el odio”.