Imaginen ustedes a una mujer con un corazón de oro, capaz de amar incondicionalmente y de abrir su hogar y sus emociones a cualquier menor que lo pueda necesitar. Una persona, mezcla de superhéroe y hada madrina, con un toque mágico de sabiduría ancestral y una creatividad capaz de convertir los días grises en aventuras llenas de color y fantasía… Esa persona tiene un rostro muy conocido para los moguereños. Hablamos de nuestra vecina Antonia Gamón, una persona resiliente, capaz de levantarse una y otra vez, sin importar las dificultades, para mostrar a los niños que siempre hay esperanza. Una mujer con una profunda empatía, y muy capaz de ponerse en los zapatos de los demás, comprendiendo y respetando las emociones y experiencias de cada niño que llega a su hogar.
Pero ¿quien es ella?
Ella es una mujer singular, valiente y esencialmente aventurera.
Sus personas de referencia personal son sus progenitores, especialmente su padre, quien fue el primer alcalde de Moguer de la democracia. A pesar de haber fallecido en el 99, está muy presente en el día a día de nuestra protagonista. De él aprendió grandes valores como la generosidad, el amor incondicional, la sencillez, la ternura… Antonia se siente muy agradecida a la vida por haber podido disfrutar 36 años de su vida junto a él y haber aprendido sus grandes enseñanzas.
Su madre, por su parte, también le aportó cosas fundamentales como la seguridad en sí misma, el carácter o la independencia: “Ella siempre ha tirado para adelante con todo lo que tuviera que afrontar. No se achicaba jamás ante nada”.
Recuerda su infancia con mucho cariño y gratitud. En su casa aprendió a compartir, a respetar profundamente a los demás y a empatizar.
Siendo joven conoció en Moguer a un joven chileno, Ricardo, con el que inició una relación. Tras 20 años siendo pareja de hecho, Antonia se casa con él en 2017. Hoy reconoce que su marido “es la persona que mejor me conoce, aportándome, desde el minuto cero, equilibrio, respeto y aventura, además de mucho amor”.
Nos confiesa Antonia que lidiar con ella no debe ser del todo fácil: “soy muy independiente y segura de mí misma, y tengo mucha iniciativa y decisión. No todo el mundo sabría conciliar con mi forma de vivir”. Pero no hablamos de cualquiera, hablamos de Ricardo, quien con inteligencia y amor ha sabido caminar junto a ella para sumar en todo momento y no limitarla en sus inquietudes.
Se le ilumina la cara al hablar de su hija Daniela de la que admite aprender muchísimo: “cada día más”. Destaca de ella su fortaleza, su comprensión, su madurez y su enorme capacidad de adaptación: “Mi hija ha sido mi gran fuente de inspiración a la hora de plantearme el acogimiento familiar. Ella es la que me ha hecho pensar que tengo mucho amor para dar y ella es lo suficientemente generosa como para querer compartir mi cariño y mi tiempo con otros niños que necesitan un hogar”.
Cómo se inicia ella en este programa
Accedió a la información a través de la asociación Alcores. Tras meditar en profundidad sobre la posibilidad de ser familia de acogida, y valorando todo, “tomé la que pienso que fue la mejor decisión de mi vida”. Lo planteó en casa sabiendo muy bien la condición de su marido y de su hija. De manera inmediata, tanto Ricardo como Daniela le dijeron que adelante. “Mi hija se ocupó de hacer la solicitud on line para ofrecernos alprograma, y nos pusimos a la espera. Comenzamos la formación, y tras ella, pasaron unos meses hasta que nos llegó la idoneidad. Una vez recibida, acudimos ilusionados a firmarla. Pocas horas después de la firma, recibimos una llamada para decirnos que había un menor. Nerviosos y con miedo aceptamos, y en cuestión de una semana empezaba nuestra gran aventura. Recuerdo el camino hacia la primera toma de contacto con el menor. Estábamos asustados por no saber cómo iban a ser esos primeros minutos, pero ella nos lo puso muy fácil al salir a nuestro encuentro con enorme alegría…” nos cuenta emocionada.
Cómo es la experiencia de acoger
El acogimiento familiar es – según nos cuenta Antonia – para la familia que acoge, “un continuo aprendizaje”. Cada niño requiere cosas diferentes, de manera que las herramientas que te sirvieron con un niño a lo mejor no te valen con otro. Como la vocación es estar junto al menor y acompañarlo de la manera en que lo necesite, «buscas siempre el mejor camino para acceder a él, para tener su confianza«. De ese modo, “el acogimiento es una experiencia muy enriquecedora no sólo para el menor acogido, sino también para la familia que acoge. Aprendes a respetar a la familia de origen del menor al ser consciente de que no han tenido una vida como la tuya, y a partir de ahí comienzas a valorar tu propia suerte, y mirar tu propia vida con gratitud”.
Asociación Acompáñame
La asociación que preside, “Acompáñame”, es una asociación de familias de acogida que persigue el acompañamiento a las familias que acogen a menores y también dar a conocer el programa de acogimiento familiar y promoverlo para tratar de que ningún menor tenga que permanecer en las instituciones.
Los niños que son retirados de sus entornos familiares y tienen la posibilidad de ser acogidos por una familia pueden experimentar “un entorno más cálido y afectuoso que si estuvieran en una institución. Esto puede ayudarles a desarrollar vínculos emocionales más fuertes y saludables, además de recibir una atención más individualizada y personalizada, lo que puede ser difícil de lograr en una institución en la que residen muchos otros niños. También los menores en acogimiento familiar a menudo tienen acceso a mejores oportunidades educativas y recreativas, lo que puede contribuir a su desarrollo integral”, argumenta Antonia.
En consecuencia, el acogimiento familiar puede ser una experiencia transformadora y enriquecedora tanto para los menores como para las familias acogedoras, creando un impacto positivo y duradero en ambas partes.
«Hay familias que tienen todo a favor para poder vivir esta experiencia y les frena el propio dolor que pueden experimentar cuando acaba el acogimiento y el menor regresa a su familia biológica o es adoptado por otra familia. Otras veces no se lo plantean por no renunciar a la comodidad«. En este sentido, nuestra protagonista considera que es importante en la vida poner el foco en los demás para lograr la plenitud.
Un mensaje para los moguereños
«Animo a quien tenga dudas sobre el acogimiento que me llame para informarse. Yo, desde que decidí ser familia de acogida, me siento mucho más feliz, más plena. El acogimiento familiar me aporta tanto, que me cuesta trabajo imaginar cómo hubiera transcurrido mi vida si no me hubiera decidido…«