Por: Nicole Vargas Mairongo
Hay historias que sacuden. Que no solo inspiran, sino que dejan huella. La de Emilio Domínguez Márquez, vecino de Valverde del Camino, es una de ellas. Tiene 48 años, y dentro de muy poco cumplirá 49. Pero hay algo que lo diferencia: hace once años renació. No es una forma de hablar. Después de dos trasplantes de hígado y meses ingresado, volvió a la vida con la promesa de exprimir cada segundo. Desde entonces, no ha parado: compite a nivel nacional e internacional, ha sido concejal de Deportes en su pueblo, y es una de las caras más activas del deporte para personas trasplantadas en España.
Segundas oportunidades
Todo comenzó con un diagnóstico: la enfermedad de Andrade, una patología hereditaria rara que afecta principalmente al sistema nervioso y a órganos como el hígado. “Es una enfermedad que heredé de mi padre. Él falleció por esta causa cuando aún no se sabía casi nada sobre ella. Aquí, en Valverde, hay un foco importante, uno de los más altos de la península”, explica Emilio.
En su caso, la enfermedad le obligó a someterse a un trasplante de hígado a los 38 años, y, poco después, a un segundo. El primero no funcionó por una malformación del órgano, y las complicaciones se encadenaron: tres operaciones, casi un año ingresado, una hemorragia interna y una experiencia cercana a la muerte.
Cuando por fin recibió el alta, tenía un objetivo claro: recuperar su vida, paso a paso. Literalmente. “El médico me dijo que empezara poco a poco. Un día supe que había una carrera de montaña de 50 km en mi pueblo y, sin pensarlo, me apunté. Mi meta era llegar al primer avituallamiento. Al final la terminé entera”.
El deporte: la mejor medicina para el alma (y para el cuerpo)
Desde ese día, Emilio no ha dejado de moverse. “He practicado tenis, fútbol, carreras populares, trail… y me convertí en campeón de España en varias modalidades para personas trasplantadas”, afirma.
Hoy forma parte de la Federación Española de Trasplantados, y ha representado a España en campeonatos internacionales. En septiembre, su equipo fue subcampeón del mundo en Italia, y recientemente, en Oxford, terceros de Europa. “Pero más que las medallas, lo importante es el mensaje que llevamos: hay vida después del trasplante”, asegura.

“Que hayamos conseguido que alguien se haya hecho donante por habernos visto y conocido, esas son nuestras mejores medallas, por lo menos las mías”, dice emocionado.

Embajador de la donación de órganos: “Cada logro es gracias a ellos”
Cuando Emilio compite, no lo hace solo. “Siempre pienso en mi donante y en su familia. Les doy las gracias cada vez que salgo a la pista. Todo lo que consigo va por ellos”.
Él es uno de los rostros más activos en la concienciación sobre la donación de órganos. “España es un país solidario, somos líderes en donaciones desde hace décadas. Pero todavía hay gente que muere esperando un órgano. Nunca es suficiente”.
¿Qué le diría a alguien que duda? “El cuerpo es una herramienta para estar aquí. Cuando ya no lo necesitemos, podemos salvar vidas”.
Orgullo de su pueblo y ejemplo de superación
En Valverde del Camino, su historia es conocida y admirada. “Me han homenajeado y eso me llena de orgullo. Pero sobre todo porque ayuda a difundir el mensaje. Que llegue a más personas”, comenta.

Además de deportista, ha sido concejal de Deportes y Servicios Generales en su Ayuntamiento, vigilante de seguridad, pintor… “He vivido más intensamente estos once años que llevo trasplantado que antes, veo la vida de manera diferente, disfruto de un amanecer, de lo más simple”.
¿Y ahora, qué?
Emilio sigue entrenando, aunque ahora arrastra una pequeña lesión que le impide participar en los próximos campeonatos nacionales en Lorca. “Pero sigo corriendo, participando en torneos de tenis, haciendo trail… siempre tengo algo en mente”, explica.

Y cuando alguien le pregunta si le queda algún sueño por cumplir, responde sin dudar: “Lo que venga, bienvenido será. No pido nada más”.
Mensaje para quienes están luchando
“Si alguien está atravesando una enfermedad o esperando un trasplante, quiero decirle que la vida sigue”, afirma . “La vida no es tan dura. El peor enemigo muchas veces somos nosotros mismos. No son los problemas, sino cómo los afrontamos”, dice Emilio, recordándonos que cada día es una carrera cuya meta es la felicidad.







