“La Virgen me ha llamado para cumplir mi promesa con mi madre y poder llevar la carreta de Punta Umbría al Rocío”

Por: José Luis Galloso

A pocos días de que los cohetes surquen el cielo costero de Punta Umbría y el tintineo de la carreta recorra las calles de la localidad, los corazones rocieros ya sienten que la llegada del momento es inminente.
Entre todos ellos, hay uno cuya emoción es difícil de contener. No solo porque será el encargado de guiar a los rocieros puntaumbrieños hasta la aldea, hasta los pies de la Señora de Almonte, sino porque su compromiso no es solo con su pueblo. Su compromiso nace del corazón y lo une con la Virgen… y con su madre, Antonia.

Antonio Barragán Cabellos de Oropesa es el hermano mayor de la Real Hermandad del Rocío de Punta Umbría, un hombre cuya vida ha estado ligada a la devoción y la fe por la Blanca Paloma. Siempre ha estado cerca de esta institución y es algo que exterioriza con orgullo: “Me ha gustado siempre estar vinculado a la hermandad, porque para mí es el vínculo de mi pueblo con la Virgen”.
Ha sido un colaborador incansable con esta tradición que arrancó en la década de los 60 en la localidad, y ha ocupado cargos como alcalde de carretas y carretero a lo largo de las últimas décadas. “Eran otros tiempos. Hacíamos el camino unas cuantas reuniones, íbamos todos juntos y el ambiente era muy familiar. Había mucha hermandad”, rememora con nostalgia.

Aún recuerda la primera vez que fue al Rocío. “Siendo un niño, con 11 o 12 años, me escapé de mi casa y me fui al Rocío. Me fui a la casa de Juanili y mis padres me tuvieron que ir a buscar”, relata buceando en sus vivencias más remotas en la aldea almonteña.

Un joven Antonio Barragán, sale de la ermita tras dar gracias a la Virgen a su llegada a la aldea, siendo alcalde de carretas.

En 2018 decidió prestarse a la hermandad para asumir el rol de carretero y cumplir una promesa personal con su madre. Esta temporada culminará el último año de ese compromiso, en una misión que será única: combinará los dos roles, como hermano mayor y como carretero. “Parece que es algo insólito, o al menos entre mis homónimos en otras hermandades de Huelva, no han conocido una situación similar. Pero no se trata de notoriedad, se trata de cumplir un juramento que hice a la Virgen del Rocío por mi madre y que me ha traído hasta aquí”, expresa, llevándose la mano al pecho.

Hablar de Antonio es hablar también de Antonia, su madre, una mujer profundamente creyente cuya fe se manifiesta en cada rincón de su casa, donde atesora decenas de estampas de santos y vírgenes de la comarca. “A veces llevo a mi madre hasta la ermita del Rocío y la dejo durante horas hablando con Ella. Para mí es una experiencia increíble compartir esa devoción con mi madre, y siento que le debía esto que me propuse hace unos años. La Virgen me ha llamado para cumplir mi promesa con mi madre y poder llevar la carreta al Rocío”, confiesa entregado, cada palabra dicha desde el alma.

Será el cuarto año de esta última etapa como carretero, años marcados por una profunda conexión con el grupo de peregrinos de a pie. La complicidad con ellos ha hecho posible una experiencia reveladora, incluso después de toda una vida de caminos. “Me siento muy querido por los peregrinos. Para mí, los últimos años han sido una experiencia difícil de explicar con palabras”, confiesa mientras se le quiebra la voz. “Ver a los peregrinos caminando junto a la carreta, con sus promesas, con sus lágrimas en las caras llenas de polvo, compartiendo el esfuerzo con sus hermanos… eso es algo increíble”, afirma emocionado.

Antonio junto a los peregrinos de a pie.

Un año lleno de momentos únicos

Los últimos meses han estado cargados de momentos especiales para Antonio. Fue partícipe de la recepción del Papa Francisco, tristemente fallecido hace solo unas semanas,  a la Hermandad del Rocío en el Vaticano, en este año jubilar, una efeméride sin precedentes.

Además, ha vivido dos eventos muy especiales a principios de año: el Rosario Extraordinario y el Vía Crucis desde Almonte, en peregrinación junto a las hermandades onubenses. “De Roma tengo un recuerdo fantástico. Me dio la oportunidad de conocer la ciudad y estar en el Vaticano, en presencia del mismísimo Padre de la Iglesia Católica. Por otra parte, los actos con la Hermandad Matriz de Almonte han sido impresionantes. Ver todos los Simpecados del Rocío dentro de la ermita en el Rosario fue una imagen de una solemnidad increíble. Son recuerdos que ya son tesoros para mí”, comenta mientras pasa la mano por su brazo, al notar cómo se le eriza la piel.

También destaca actos dentro de la hermandad de Punta Umbría, como la peregrinación y misa anual, el pregón que ofreció Alejandro Rodríguez, emocionante y lleno de vivencias, o la participación del Simpecado original en una exposición que vinculaba el Rocío con el toreo. Allí, el estandarte lució los adornos que porta del traje de luces de Miguel Báez Espuny ‘El Litri’.

Con la presidenta de la hermandad, Ana Morgado, durante el Rosario extraordinario en la aldea.

Su apuesta en estos meses de mandato ha sido crear unión. Ha impulsado tertulias en la sede de la hermandad, trabajado en la puesta a punto de la Casa de Hermandad del Rocío y fomentado la convivencia. “Yo solo quiero cumplir con mi cometido de una forma digna y no busco ningún reconocimiento”, afirma con humildad, reflejando la entrega que ha caracterizado su año. “Mi meta es llegar al Rocío, llevando a todos los rocieros hasta la aldea y cumplir con mi promesa”, dice, mientras la emoción lo desborda al pensar en los momentos que vivirá al frente de su hermandad.

La devoción de su madre ha sido, sin duda, el motor de este camino. Su promesa con ella, su fe en la Virgen y el amor por su pueblo se funden en esta etapa. Antonio la vivirá con determinación, rodeado de familiares, amigos y el apoyo de su hermandad, que lo acompañará en este doble reto que asume con el corazón: ser hermano mayor… y carretero.

Y, por supuesto, bajo el amparo eterno de la Virgen del Rocío.

 

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