La Asociación Cáritas Parroquial de Punta Umbría ha puesto en marcha un mercadillo solidario de verano, una iniciativa que busca promover la solidaridad y el compromiso social en una época del año marcada por la alta afluencia de visitantes.
El mercadillo, abierto durante los fines de semana de julio y agosto, se ubica en un local cedido por una empresaria local, situado en la estratégica calle Cisne, junto al edificio del antiguo Ayuntamiento Municipal, en plena zona de tránsito turístico. Allí se ofrecen artículos nuevos y de segunda mano, desde ropa de boutique hasta artesanías elaboradas por voluntarios, todo a precios muy accesibles. “La idea surgió tras la buena acogida que tuvieron los mercadillos puntuales de años anteriores. Este verano quisimos dar un paso más, aprovechando un local disponible y la generosidad de muchos voluntarios”, explica el párroco José Antonio Sosa Sosa, presidente de Cáritas en la localidad.

Gran parte de los artículos han sido donados por particulares y empresarios de la zona, como una pareja que recientemente cerró una boutique en Huelva y cedió a Cáritas una colección completa de vestidos de fiesta y eventos. “Tenemos vestidos que en tienda podrían costar 800 o 900 euros, y aquí se pueden encontrar por 50 o 70. Todo lo recaudado se destina íntegramente a los fines de Cáritas”, añade Sosa.
Además de ropa, se ofrecen productos hechos a mano en los talleres de Cáritas y objetos cedidos por familias solidarias. La iniciativa ha contado con una amplia participación ciudadana, tanto de residentes como de veraneantes que, al enterarse del proyecto, han querido colaborar como voluntarios. “Hay personas que vienen de vacaciones y se ofrecen a ayudar unas horas o unos días. La solidaridad se contagia y estamos viendo cómo este mercadillo está movilizando muchos corazones”, señala el presidente.
Un equipo de voluntarios imprescindible
El mercadillo es posible gracias a la implicación de numerosos voluntarios, tanto del equipo estable de Cáritas como de personas que se han sumado temporalmente durante el verano. Ellos se encargan de todo; desde la recolección de donaciones hasta el montaje, la atención al público, la limpieza y la gestión del espacio “Sin los voluntarios no sería posible. Ellos aportan su tiempo, su energía, su conocimiento y, sobre todo, su corazón”, afirma Sosa Sosa con gratitud.

Cada fin de semana el equipo cambia, lo que da al mercadillo una dinámica viva y diversa. “Un sábado te encuentras con unas personas y al siguiente con otras. Esa rotación habla de lo viva que está esta iniciativa”, añade.
Los beneficios del mercadillo se destinan prioritariamente a ayudar a las familias más vulnerables de Punta Umbría, que acuden a Cáritas en busca de apoyo. También se financian proyectos formativos y sociales que la asociación impulsa en la localidad y en colaboración con la diócesis de Huelva.
Uno de los programas destacados es el de formación para mujeres llamado ‘Almenara’, que busca dotar de herramientas y habilidades a mujeres en situación de vulnerabilidad. El proyecto cuenta con la colaboración de los servicios sociales del Ayuntamiento, que aportan técnicos especializados. “Creemos que trabajar con las mujeres es clave, porque son el pilar de sus hogares. Si ellas crecen, todo el núcleo familiar se beneficia”, explica el sacerdote.
Además, los fondos permiten sostener proyectos diocesanos como el centro Puertas Abiertas, que atiende a personas sin hogar ofreciéndoles un lugar donde asearse, desayunar y compartir sus inquietudes con voluntarios.
También se financian casas de acogida para enfermos sin recursos, mujeres víctimas de violencia o con hijos pequeños, y jóvenes extutelados que al cumplir la mayoría de edad necesitan un entorno donde completar su proceso de inserción laboral o educativa.
Un gesto con impacto duradero
Más allá del aspecto económico, este mercadillo busca crear conciencia, generar comunidad y reforzar el compromiso de Punta Umbría con las personas que más lo necesitan. “Esto no es solo un lugar para comprar barato. Quien se acerca, se lleva algo más…una historia de generosidad, una conversación que transforma, un acto que ayuda a sostener una red de apoyo”, expresa José Antonio Sosa.
Desde Cáritas invitan a vecinos y visitantes a pasar por el local, no solo para comprar, sino para conocer de cerca la labor que la entidad lleva décadas realizando en la localidad y en toda la diócesis. “Trabajamos en red, acompañando proyectos de desarrollo humano, sin importar la edad ni la situación familiar o social. Este mercadillo es solo la punta del iceberg de todo lo que se mueve gracias a la solidaridad”, concluye el párroco.