“Yo vivo en El Rompido desde que había solo cuatro casas y vivíamos sobre la arena”

Cada verano, el núcleo costero de El Rompido se transforma durante una semana en un vibrante punto de encuentro donde se entrelazan las tradiciones, la devoción marinera y el espíritu festivo de la temporada estival. Con una arraigada identidad pesquera y una creciente proyección turística, este barrio de Cartaya volvió a rendir homenaje a la Virgen del Carmen con un programa repleto de actividades que honra sus raíces.

Las Fiestas del Carmen en El Rompido no son solo una cita del calendario estival, sino una verdadera manifestación de la memoria viva del pueblo. Y esa mirada al pasado que ocurre durante el mes de julio, a orillas del río Piedras, la encarna Gumersindo Burgos Gómez, el ‘tío Ofi’. Es presidente de la Hermandad del Carmen y un referente para los vecinos de este lugar.

El Tío Ofi y lso, hermanos mayores, con las autoridades locales y de la provincia.

Su rostro, quemado por décadas de sol en el mar, sus rudas manos y su reservada transparencia a la hora de tratar con los demás, denotan la sufrida trayectoria de quien pasó fatigas en las aguas del Atlántico para ganarse el pan. Huellas de quien pasó horas aviando las artes de pesca en sus ratos en tierra y personalidad curtida por quien atesora décadas viendo pasar el tiempo por aquel rincón de casas de madera sobre la arena. Un lugar que ahora se ha convertido en destino fetiche para turistas de todo el país y para miles de europeos que eligen la luz onubense y los verdes campos de sus hoteles para jugar al golf.

El tío Ofi es una figura clave durante las fiestas porque es símbolo de la identidad marinera de Cartaya. “Yo vivo aquí de toda la vida, desde que había cuatro casas de madera y vivíamos sobre la arena. Esto ha cambiado mucho, no tiene nada que ver con lo que era”, comenta, haciendo gala de quien tiene la habilidad de decir mucho con pocas palabras.

En una festividad donde es necesario combinar una oferta de ocio para todas las edades y públicos, mantener la esencia de las Fiestas del Carmen pasa por echar la vista atrás y escuchar a los veteranos de los remos al hombro y la humilde gorrilla para contrarrestar el sol. “Desde la Hermandad organizamos los actos de culto a la Virgen, como las misas o la procesión, y también los concursos que se han celebrado desde siempre en verano”. Y es que, en medio de un programa con la sofisticación de los nuevos tiempos y, a veces, rimbombantes nombres de orquestas modernas, están muy presentes aquellas competiciones de siempre. “El concurso de pateras a remo o la cucaña son cosas que no se pueden perder, junto con la verbena por las noches. Antiguamente esto era lo único que había en El Rompido en todo el año”, rememora Gumersindo.

Competición de pateras en la ría del Piedras.

Con 72 años, ha vivido en primera persona la evolución de este lugar y de sus fiestas, y por eso afirma que “antes, en las fiestas del Carmen, era todo más sencillo y más humilde. Ahora viene mucha más gente y hay más cosas. Pero sigue siendo una fiesta marinera, nuestra fiesta”.

Y mientras los más pequeños disfrutan de atracciones y conciertos, los mayores ven cómo se conservan las regatas, los pasacalles, las meriendas y los cultos a la Virgen. Todo ello en colaboración con el Ayuntamiento de Cartaya, que durante estos días pone en marcha un dispositivo de seguridad que garantiza una celebración familiar, respetuosa y participativa.

El momento grande de las fiestas

Ligado a la hermandad desde hace décadas, Gumersindo fue marinero durante casi medio siglo. Marinero, patrón de su propio barco y, en paralelo, testigo directo del cambio social y económico de la comarca. Aunque sus hijos no han seguido la tradición marinera, él mantiene vivo el legado a través de su implicación en la organización de las fiestas, su defensa de las costumbres y su ejemplo como vecino comprometido.

La juventud promete continuar con las tradiciones marineras de El Rompido.

Nos cuenta que “el momento más importante de las fiestas es la procesión de la Virgen por el río”, porque es la culminación de estos días en que la esencia marinera del lugar está más presente. Y por eso, el pasado domingo se respiraba la emoción en la Plaza de las Sirenas, a las puertas de la parroquia Nuestra Señora del Carmen, desde donde las cuadrillas de hombres y mujeres de tradición marinera portaron a su patrona por las calles del Rompido hasta el puerto. Los rostros de los cartayeros, mojados de lágrimas, veían desfilar a la Virgen en medio del gentío, que vitoreó sentidos vivas mezclados con las bocinas de los barcos que aguardaban en el río Piedras.

Mujeres de tradición marinera portando a la Virgen del Carmen.
Los marineros lanzando vivas desde las embarcaciones que acompañaron a su patrona por el río.

Y con la Virgen en el mar, los marineros de El Rompido cumplieron con su tradición. “Ver a la Virgen procesionar por la ría es lo más grande para nosotros y es el momento que esperamos durante todo el año. Es difícil de explicar lo que se siente”, concluye Gumersindo.

Las Fiestas del Carmen en El Rompido son, más que una celebración, un acto de reafirmación colectiva. Una semana al año en la que pasado y presente se dan la mano para seguir escribiendo una historia compartida en torno al mar, la fe y la comunidad. En tiempos de modernidad y cambio, esta efeméride sigue recordando que este rincón onubense nació mirando al Atlántico. Y mientras el ‘tío Ofi’ continúa al timón espiritual de la hermandad, nuevas generaciones descubren que las raíces del mar no se cortan, sino que se celebran, se honran y se transmiten. Año tras año, a bordo de una barquilla.

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