Aprosca cumple medio siglo defendiendo las capacidades diversas en Ayamonte y la comarca

Cincuenta años después de su fundación, la Asociación de Personas con Capacidades Diversas de la Costa Occidental (Aprosca) sigue siendo un pilar en la atención, inclusión y visibilización de quienes necesitan apoyos especiales en Ayamonte y los municipios de la comarca. Lo que nació hacia principios de la década de los 70 como una respuesta a las carencias asistenciales de la época, es hoy un recurso consolidado que atiende a 40 personas a través del Centro de Día Ocupacional y de su Residencia, donde están de manera permanente 18 de ellos.

Francisco Manuel Ortega Jiménez, ‘Chisco’, preside la entidad desde hace un año y medio, aunque su vinculación con ella se remonta a hace casi dos décadas. “Yo siempre he colaborado con asociaciones en Ayamonte, pero en este caso me pidieron dar el paso al frente para asumir el cargo en una nueva etapa. No podía decir que no. Yo estoy para escuchar, para intentar solucionar algunas cuestiones recogidas en la agenda de Aprosca y para dar calidad de vida a nuestros usuarios”, afirma.

Francisco Ortega Jiménez, es presidente de Aprosca desde hace un año y medio.

La labor de la asociación se articula en dos ámbitos. Por un lado, el Centro de Día Ocupacional, con 18 plazas, en el que se desarrollan actividades formativas y productivas que persiguen la inclusión laboral. Los usuarios participan en talleres de carpintería, mantenimiento o artesanía, elaborando encargos para bodas, comuniones o fiestas locales, así como adornos para chozos de romería, entre otras cosas. Algunas manufacturas que realizan en los talleres, se venden en mercadillos o eventos culturales, lo que supone ingresos adicionales para la asociación. Hay que señalar que los usuarios contribuyen, en buena parte, a las tareas de mantenimiento del centro, gracias al aprendizaje que reciben en los talleres.

Por otro lado, la residencia acoge a personas que, además de apoyo en su vida diaria, requieren un entorno adaptado a sus necesidades. “Aquí trabajamos para generar su independencia dentro de la casa y que sepan poner una lavadora, limpiar, organizarse. También educamos para generar independencia en la calle y sepan, por ejemplo, coger un autobús solos. Todo eso es fundamental para su autonomía”, explica Chisco.

La implicación de los familiares es esencial. Participan en los actos donde Aprosca está presente, como en las celebraciones de Carnaval, Semana Santa o Navidad, y también en actos comunitarios como la Noche en Blanco o actividades impulsadas por asociaciones comerciales. “Nos ofrecen poner puestos para vender nuestros productos o nos encargan trabajos concretos. Es una forma de que la gente vea lo que son capaces de hacer nuestros usuarios”, subraya el presidente.

Celebrando la Semana Santa en Aprosca.
Los usuarios de la asociación durante el Carnaval.

Aprosca también cultiva lazos con hermandades y colectivos locales, con el objetivo de reforzar la visibilidad de las capacidades diversas. “Todavía hay un cierto desconocimiento. Por eso ahora se habla de capacidades diversas, porque estas personas tienen unas habilidades enormes. La gente se sorprende cuando los ve trabajar con maquinaria o elaborar piezas artesanales de gran calidad”.

Imágenes de los talleres de carpintería y jardinería.

A corto plazo, el gran reto de Aprosca es que la sociedad conozca en profundidad qué es y qué hace la asociación. “Ojalá podamos lograr más contrataciones como la que ya hemos conseguido con un usuario que ahora trabaja aquí remunerado. Esa es la verdadera inclusión”, apunta Chisco.

A largo plazo, el desafío es adaptar las instalaciones a la normativa vigente y a las necesidades actuales. El edificio, en el que llevan más de 30 años, requiere reformas importantes: sustitución de carpintería, adaptación de espacios para distintos perfiles, cambio de techos, redistribución de aulas y modernización del gimnasio. “Las instalaciones son magníficas, pero la normativa cambia rápido y debemos actualizarnos para seguir ofreciendo un servicio de calidad”, explica.

La financiación sigue siendo el principal condicionante. La mayor parte procede de la Junta de Andalucía y de las aportaciones de los usuarios, pero la asociación necesita ingresos extra para actividades y mejoras. Aquí la colaboración ciudadana y de empresas es determinante. “Agradecemos muchísimo el apoyo del Ayuntamiento, de hermandades, colectivos, comercios y particulares. Gracias a ellos podemos mantener muchas de nuestras actividades”, insiste el presidente.

Medio siglo mejorando nuestra sociedad

Para conmemorar su 50 aniversario, este 2025 la entidad ha organizado un programa especial de actividades con teatro, convivencias, convenios de colaboración con otras asociaciones como AFAJE, y un reportaje audiovisual en medios locales. “Queremos que esta celebración sirva para reforzar la visibilidad y el orgullo por lo que se ha logrado en todo este tiempo”, señala Chisco.

A pesar de los cambios sociales, tecnológicos y normativos, la esencia de Aprosca se mantiene y su objetivo sigue siendo ofrecer apoyo integral y oportunidades reales a personas con capacidades diversas. “Si algo me gustaría que la gente se llevase es que nuestros usuarios son capaces de todo. Y que detrás de cada actividad, cada taller y cada gesto de inclusión, hay un equipo humano increíble y una comunidad que, cuando quiere, sabe ser muy solidaria”, concluye.

En estas cinco décadas, la asociación ha visto cómo cambiaba el perfil de sus beneficiarios. Si en los primeros años predominaban personas mayores, acostumbradas a estar en casa y con poca experiencia social fuera del entorno familiar, hoy la mayoría son jóvenes que han pasado por colegios e institutos y han tenido una vida activa en la calle. “Esto tiene ventajas e inconvenientes. Es más fácil trabajar con ellos desde jóvenes, pero también es más difícil para algunos adaptarse a normas y rutinas de residencia”, reconoce Chisco.

Este cambio ha obligado a replantear métodos de trabajo y objetivos. El equipo técnico, integrado por una trabajadora social, una psicóloga, monitores y cuidadores, diseña planes individualizados que promueven tanto la participación en actividades comunitarias como el desarrollo personal dentro del centro.

Su presidente quiere animar a la población a conocer el centro y las actividades que en él se desarrollan y recuerda “que las puertas de este lugar están abiertas a toda la gente que quiera conocernos y que quieran dejarse sorprender con las capacidades de los usuarios del centro”.

 

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