“En solo una semana el rostro de los niños saharauis cambia; con los alimentos y el cariño logramos alargarle la vida dos años más”

Un verano más, los onubenses han vuelto a demostrar su lado más solidario y humano acogiendo a casi un centenar de niños saharauis que han llegado a la provincia de Huelva en el marco del programa ‘Vacaciones en Paz’. Procedentes de los campamentos de refugiados de Tinduf, en el corazón del desierto argelino. Estos niños y niñas de entre 9 y 12 años han sido recibidos por familias de acogida en 17 municipios, entre ellos Cartaya, que acoge a 9 menores este verano.

Guadalupe Camacho Rodríguez, es la responsable del programa ‘Caravana por la Paz’ en la provincia de Huelva y una de las principales impulsoras de ‘Vacaciones en Paz’. Su compromiso con el pueblo saharaui es de largo recorrido, puesto que lleva más de dos décadas participando activamente en ambas iniciativas. «Estos niños vienen del medio del desierto, donde viven en condiciones extremas. Allí no tiene agua potable, ni luz y viven con temperaturas de hasta 56 grados», explica. «Hay un nivel muy alto de malnutrición. Lo primero que hacemos al traerlos es alejarles del calor, revisar su estado de salud y ofrecerles una alimentación adecuada

Guadalupe Camacho Rodríguez, responsable de ‘Vacaciones por la Paz’.

Durante los dos meses de estancia, del 2 de julio al 4 de septiembre, los menores disfrutan de unas vacaciones llenas de experiencias que van desde revisiones médicas hasta actividades lúdicas y culturales. Guadalupe subraya que «en solo una semana su rostro cambia. Se recuperan físicamente, pero también emocionalmente. Necesitan alimento y cariño. Y eso les alarga la vida dos años más«.

El impacto en la salud es visible en un corto periodo de tiempo. «A día de hoy, el niño que menos peso ha cogido ha aumentado cuatro kilos en un mes, simplemente comiendo como cualquier otro niño en una casa española«, explica Guadalupe. Además, reciben revisiones médicas completas y, si es necesario, tratamientos con especialistas. «Intentamos que vuelvan a su hogar completamente sanos, lo que es fundamental dadas las condiciones en las que viven«.

Casi un centenar de niños y niñas pasaran el verano en Huelva.

Una experiencia enriquecedora para las familias de acogida

El programa no solo transforma a los niños, sino también a las familias que los acogen. «La experiencia cambia a todos. Nuestros hijos aprenden a valorar lo que tienen. Ven a niños que se asombran al abrir un grifo o ver una lavadora. Ellos duermen en el suelo y comen todos de una fuente. Aquí se preguntan para qué queremos tantos platos o vasos«.

«A nivel educativo, ellos nos enseñan mucho también«, afirma Guadalupe. «Los niños saharauis están todos escolarizados en los campamentos, algo que no se ha logrado del todo en España. Tienen una educación basada en el respeto, en el agradecimiento, en la ayuda. Se levantan, ayudan en casa, ponen la mesa, te dan las gracias por cada gesto«.

En cuanto a las actividades, los niños participan durante su estancia en Huelva en excursiones a parques acuáticos, ferias locales como Las Colombinas, carreras en la playa y grandes eventos como el Grand Prix del Cerro de Andévalo. Guadalupe destaca que «estas actividades no solo les divierten; también ayudan a crear vínculos entre las familias de acogida, que comparten experiencias, consejos y, sobre todo, mucha ilusión«. Además, se organizan convivencias, visitas a Isla Mágica, y talleres para fomentar la integración y el aprendizaje mutuo.

Las Colombinas de Huelva ha sido uno de los lugares visitados por los saharauis.

«Nosotros mismos, las familias de acogida, redescubrimos el verano«, comenta. «Nos obligamos a salir, a convivir, a hacer planes, a compartir. Los niños nos empujan a vivir más activamente«. Guadalupe insiste en que «la alegría que traen es contagiosa. Y cuando se van, sentimos que se llevan parte de nosotros

‘Caravana por la Paz’, el programa complementario a ‘Vacaciones en Paz’, es otro pilar esencial en esta red solidaria. Consiste en el envío de toneladas de alimentos no perecederos, medicamentos y material escolar a los campamentos de Tinduf. «Desde Huelva, gracias al apoyo de municipios como Valverde del Camino y la Diputación de Huelva, hemos podido poner puertas y ventanas a 40 casas levantadas por otra comunidad. Es una tarea constante, pero necesaria. La ayuda que enviamos salva vidas

A pesar de los logros, Guadalupe insiste en que es necesario seguir informando. «No basta con dar noticias. Hay que explicar qué hacemos, cómo funciona el programa, por qué vienen los niños. Si fueran nuestros hijos, ¿qué haríamos por ellos?«

Para las familias interesadas en acoger, Guadalupe las anima y les comunica “que no tengan miedo. Que prueben la experiencia. Los requisitos son que no superen los 65 años y no estén inscritos en programas de adopción, entre otros. El resto se aprende con el corazón

Ella misma ha acogido a niños durante más de veinte veranos y ha visitado en nueve ocasiones los campamentos saharauis. «La primera vez que fui, lloré al llegar. Pero lloré mucho más al irme. Esperaba ver avances, pero la situación sigue siendo desesperante

Guadalupe se emociona al recordar cómo los niños viven su estancia en Huelva. «Llegan asustados, no conocen a nadie, vienen con lo puesto. Pero se adaptan rápido. Ver su cara al pisar la playa o entrar a una feria es una experiencia inolvidable«. Y la despedida es igual de intensa, ya que «se van con el corazón partido. Quieren volver con su familia, pero dejan atrás a otra. Ya tienen una familia española

Con proyectos como éste, y personas como Guadalupe Camacho al frente, Huelva no solo ofrece un verano diferente a niños que lo necesitan. Ofrece esperanza, dignidad y una muestra viva de que la solidaridad puede cambiar destinos enteros. Cada niño acogido es una victoria sobre el olvido, una oportunidad de vida, y una lección para todos.

Compartir
Scroll al inicio