La Virgen del Montemayor aguarda en la parroquia hasta su traslado al Coto

La lluvía obligó a la Matriz a aplazar la vuelta de la patrona a su ermita hasta el próximo día 9 de noviembre

Octubre siempre tiene un sabor especial en Moguer. Es el mes de la despedida de la Patrona, de los rezos tempraneros, de las flores y de los adioses que se pronuncian en voz baja ante la imagen de la Virgen de Montemayor, Alcaldesa Perpetua de la ciudad. Tras un verano intenso de cultos y fiestas patronales, la Virgen debería haber regresado ya a su ermita del Coto, donde aguarda el nuevo ciclo de peregrinaciones. Sin embargo, la amenaza de lluvia obligó a aplazar su traslado, previsto para el pasado fin de semana, al domingo 9 de noviembre.

Aun así, la jornada que debía marcar el regreso al Coto se vivió con hondura en la Parroquia de Nuestra Señora de la Granada, donde la Patrona fue arropada por su pueblo y por las autoridades locales. La autoridades hicieron entrega del tradicional ramo de flores de despedida, mientras el Simpecado de la Hermandad del Rocío de Moguer se situaba a sus plantas para rezar la salve. La Virgen luce estos días el manto rojo, símbolo de duelo y recuerdo, con el que la Hermandad Matriz honra a los difuntos coincidiendo con la festividad de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos.

La Virgen del Montemayor y el Simpecado de la Hermandad Matriz de Moguer, dentro de la parroquia donde aguarda su traslado.

Moguer vive así unas semanas de fervor sereno, propias del octubre montemayorino, en el que la devoción se hace rutina y los rezos recorren las calles. Cada domingo, la Hermandad Matriz organiza los tradicionales rosarios de la aurora ante los azulejos dedicados a la Virgen, repartidos por las barriadas y rincones de la ciudad. “Cada domingo de octubre hemos rezado el rosario recorriendo distintos puntos de Moguer. La afluencia ha sido grande y muy familiar”, explica el hermano mayor, Sergio Gamón.

A ello se suma la oración diaria del Ángelus, que cada día, a las doce del mediodía, reúne a decenas de fieles ante el altar parroquial. “Hay días en los que han habido más de 50 personas rezando el Ángelus; es un fervor sencillo y continuo. A cualquier hora se ve gente pasando a saludar a la Virgen”, añade Gamón, emocionado.

También en el mes de octubre se celebró la procesión de la Virgen del Montemayor de la Hermandad Filial de Sevilla, por las calles de la capital hispalense. El solemne cortejo recorrió destacados enclaves dela ciudad, acompañados de un gran número de devotos de Nuestra Señora y la música de la Banda de Música Liceo de Sevilla. Una representación de la Matriz y de otras hermandades moguereños, procesionaron con la imagen sevillana de la patrona de los moguereños.

Sergio Gamón, Hermano Mayor de Montemayor, con Manuel Morales.

La huella de la Magna

El recuerdo inmediato que acompaña este octubre es la Procesión Mariana Magna del 20 de septiembre, una cita que marcó a toda la Hermandad. “No se cabía; hubo momentos en los que no podíamos ni andar. La ciudad nos trató con un cariño increíble”, rememora el hermano mayor. “Huelva volvió a demostrar su condición de Ciudad Mariana”. Gamon agradece la entrega de todas las hermandades. “La de la Victoria nos abrió su capilla para vestir a la Virgen y tuvo un detalle precioso; la filial de Huelva realizó una ofrenda de 52 ramos de flores. También nos recibieron Tres Caídas y La Cena. Hubo pétalas desde los balcones y una ola de afecto que nos hizo sentirnos como en casa”. Para el hermano mayor, estos meses resumen la esencia de Montemayor: una devoción que une, que sale a la calle y que no entiende de pausas. Octubre se despide, pero Moguer seguirá mirando al Coto, donde la Virgen aguarda, como cada año, el reencuentro con su pueblo.

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