Con 31 años y casi la mitad de su vida ligada al escultismo, Jorge González Villegas asume el liderato del Grupo Scout Rhodes de Lepe con una mezcla honesta de respeto e ilusión. “Estoy con un sentimiento de responsabilidad, algo de miedo y muchas ganas a la vez”, admite. “Es la primera vez que voy a dirigir a un grupo de personas y siempre temes equivocarte, pero tengo un gran equipo que me apoya”. En ese equipo coloca a su predecesor, Manuel Rodríguez ‘Candy’, que “me ha ido preparando durante un año y medio”, y al resto de responsables “que no dudan en decirme lo que piensan, sin tapujos”, como el subjefe Carlos Moreno.
Jorge llegó a los scouts a los 18 años a través de un primo que le abrió la puerta al mundo scout y fue quien lo llevó a su primera reunión. “Entré nervioso y sin conocer a nadie, pero la timidez duró un día. Hoy muchos de aquellos compañeros son familia”. Aquella experiencia se convirtió en una forma de estar en el mundo. “Siempre digo que los scouts no son un hobby, son una forma de vida. Te dan un entorno seguro para ser tú mismo, compartir, equivocarte y aprender”.
Como responsable, su prioridad es luchar por la inclusión social de todas las personas. “Me gustaría que los propios chavales lideraran esta idea. Si en el cole o el instituto ven a alguien aislado, que lo inviten al grupo. Que sienta que hay un sitio donde puede ser él mismo sin miedo”. Habla desde la experiencia, pues cuenta que de pequeño le intentaron hacer bullying. “Soy homosexual y se metían conmigo por eso. Tuve la suerte de no sentirme solo porque tenía un grupo que me sostuvo. No todo el mundo lo tiene”. Por eso insiste en educar en valores. “Hoy siguen existiendo prejuicios. Lo distinto se aparta demasiado rápido. Nuestra tarea es enseñar a apoyar y defender”.
Ese “sentimiento de servir” que caracteriza a los scouts se ha traducido este fin de semana en una acción concreta en Islantilla. El grupo ha participado en una jornada de voluntariado ambiental para reducir especies invasoras en el Parque de los Cabezos, una actividad organizada por la Mancomunidad de Islantilla en colaboración con la Fundación Centro de Estudios Marinos. “Hemos ido con una treintena de chicos y chicas de entre 14 y 18 años”, detalla Jorge. “Trabajamos sobre todo con el plumero de la pampa (Cortaderia selloana), aprendiendo por qué es invasor y cómo controlarlo”.

La sesión combinó formación y acción. Técnicos ambientales explicaron que, durante años, el diseño de jardines priorizó una estética llamativa basada en especies exóticas de crecimiento rápido. Muchas de ellas, sin depredadores naturales en nuestro entorno, se adaptan y desplazan a la flora autóctona, poniendo en riesgo ecosistemas frágiles como los sistemas dunares. De ahí que la Mancomunidad lleve tiempo actuando en la Avenida de Río Frío y el Paseo Marítimo, y que en áreas como parques se opte por controlar la dispersión y eliminar la floración para frenar su expansión.
“Nos enseñaron a identificar el plumero, a entender su ciclo y a cortar a tiempo las inflorescencias”, resume Jorge. “Fue muy gratificante. Cuando comprendes el porqué, trabajar con las manos cobra más sentido. Además, el objetivo no era solo retirar plantas, sino concienciar. Queremos que nuestros jóvenes expliquen en casa por qué no es buena idea plantar exóticas invasoras y qué alternativas tenemos”.
La jornada dejó algo más que bolsas llenas de restos vegetales. “Vi a muchos chavales explicar el problema a otros usuarios del parque”, cuenta el nuevo jefe. “Ese efecto multiplicador es clave. Servir también es difundir”. Para el Rhode’s, que se reconoce en el lema “Siempre jóvenes en el Caminar”, la actividad refuerza el vínculo con el territorio. “El entorno es nuestra aula. Si lo cuidamos, nos está enseñando”.

Red de apoyo y actividades con impacto
Además del frente ambiental, el grupo mantiene un calendario que combina servicio social y vida asociativa. En fiestas montan un puesto de comida y bebida para recaudar fondos de cara a los campamentos de Navidad y verano. “Ahí el comité de padres es fantástico”, apunta Jorge. “Se encargan de todo para que ningún niño se quede fuera por motivos económicos”. En noviembre el Rhodes volverá a implicarse en la gran recogida del Banco de Alimentos de Huelva. “Participamos todos los años. Es trabajo silencioso, pero muy necesario”.
Su forma de liderar mezcla prudencia y convicción. “Escucho mucho y pregunto cuando no sé”, reconoce. “Carlos Moreno a veces me cuestiona una idea y me ayuda a verla más clara. Agradezco tener gente que opina sin filtros”. Le preocupa, sobre todo, que el grupo sea casa para quien llega nuevo. “Quiero que cualquiera que entre no se sienta observado, sino acogido. Yo pasé de la timidez a la pertenencia en una tarde y me gustaría multiplicar esa experiencia”.

También reivindica el valor de la diversidad cotidiana. “Somos muchos y muy distintos. A mí me tira lo friki y los cómics, así como también me encantan la sierra y el senderismo. En el grupo conviven mil maneras de ser y todas suman”. Es por eso que su apuesta es la inclusión real, el servicio constante y las alianzas con quienes mejor conocen el territorio. “Si una asociación nos pide apoyo y podemos, vamos. Si una escuela nos llama para hablar de convivencia, vamos. Y si un chaval necesita un lugar seguro, lo tendrá”.
En una sociedad aparentemente distante entre sus individuos, los scouts de Rhodes siguen manteniendo viva la llama de la esperanza, la convivencia, la fraternidad y el servicio al prójimo. “Ese es el plan”, sonríe Jorge. “Que nadie camine solo, que Lepe sepa que en el Rhode’s hay refugio, servicio y futuro”.







