El baloncesto en Lepe es un “deporte de altura” donde brillan nombres propios como el de Jesús Flores Real, elegido Jugador Destacado del Año en la Gala de la FAB Huelva. El reconocimiento le pone el broche a un curso exigente y confirma la madurez competitiva de un base formado siempre en casa, en el Lepe Alius. Allí creció botando el balón en el Cortés Medina, mirando a su hermana Ana y soñando con vestir algún día la camiseta del primer equipo. “Me siento muy afortunado de haber recibido este premio. La gala fue espectacular, muy bonita, y me hizo ilusión compartirla con tanta gente del baloncesto onubense a la que conozco desde pequeño”, resume.

El aviso le llegó por sorpresa, a través de su padre, pocos días antes del acto. Y es que su padre es uno de sus guías en este camino en el que el árbol familiar es fundamental en su biografía deportiva. “Llevo jugando al baloncesto desde los dos o tres años gracias a mi padre y a mi hermana, esta última jugadora profesional en Liga 2. Ellos son mis referentes y este premio llega también por su apoyo y por el trabajo de mis entrenadores”. Entre esos nombres propios destaca José Antonio Gómez Gil. “José es como un segundo padre. Ha estado conmigo desde que era muy pequeñito”.
La temporada que ha alumbrado el galardón no fue un paseo. El equipo sufrió bajas y tuvo que reconstruirse; después, la dinámica cambió y el grupo volvió a competir con ambición. “Ha sido trabajo del día a día. Mis compañeros son una pieza fundamental para que yo llegue a ganar este premio, ya que sin ellos no lo podría haber conseguido ni en mil vidas”, asegura. Él actúa como base, “a veces también de escolta en el juego exterior”, y su perfil ha ido sumando lectura, ritmo y colmillo. En pretemporada ya levantaron el trofeo provincial entre equipos de Liga Nacional, y el estreno liguero en Sevilla se saldó con victoria. “En cantera es mi último año y vamos a por todas para intentar ganar el Campeonato de Huelva y hacer el mejor papel posible en el Andaluz. En Liga Nacional queremos conseguir el ascenso que se nos escapó por muy poco”.

Jesús es miembro de la generación 2008, una de las más competitivas que recuerda el Lepe Alius, referencia habitual en selecciones provinciales. Debutó en N1 siendo cadete de segundo año y se ganó minutos en un vestuario de adultos cuando más se necesitaban. Ese espejo inspira a los más pequeños que lo siguen de cerca en cada calentamiento. “Intento estar a la altura. Cuando un niño del club te mira, entiendes que tienes una responsabilidad”, admite.
La excelencia, sin embargo, no vive solo en la pista. Jesús cursa Bachillerato y afina una agenda que apenas deja respiro. Tiene cuatro días de entrenamiento con doble sesión los lunes y miércoles, que concilia con sus estudios de tarde y repasos antes de los exámenes. “Es complicado, porque entreno casi todos los días y a veces tres horas seguidas. Intento sacar ratitos al volver del instituto, hacer resúmenes, y los días previos a examen apretar. Y, aun así, siempre busco tiempo para mi novia y mis amigos; después de los partidos nacionales solemos cenar juntos con el equipo y se agradece”. A medio plazo, piensa en cursar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. “Quiero estudiar CAFD; me gustaría Sevilla o Granada, a ver la nota”.

El futuro con el balón
¿Qué lo empuja a no levantar el pie? “Para mí, el baloncesto lo es todo. Me despierto y pienso en baloncesto. Es algo en lo que trabajo desde muy pequeño y mi sueño siempre ha sido poder dedicarme a esto en el futuro”.
Cuando se le pide un techo, no lo pone y responde con sensatez. “No tengo un techo definido. Trabajo cada día, intento exigirme en cada entrenamiento y en cada partido, y llegar tan lejos como me lleven el trabajo y la salud”.
Ana, su hermana, es para él un “ejemplo de superación”, que pelea por volver tras una segunda lesión de rodilla. “Se levanta para ir al gimnasio, trabaja todos los días… verla así anima a cualquiera”.
El premio de la FAB Huelva tiene además lectura colectiva y reivindica al club que lo ha criado y a una provincia que respira baloncesto. Lepe Alius lo expresa a su manera cuando lo define como un chico “de talento innato, ejemplo de constancia y líder natural de una generación brillante”. Él responde con gratitud y foco. “Este reconocimiento es del equipo y del club. Ojalá nos ayude a seguir creciendo y a que más niños y niñas se enganchen al baloncesto”.
La temporada ya se ha puesto en marcha y el calendario aprieta. Entre sesiones, aula y viajes, Jesús Flores vuelve a la pista con el balón en mano. “Trabajo día a día para dedicarme a esto. Lo demás, que lo decida el camino”. Mientras tanto, el baloncesto onubense aplaude a uno de los suyos. Y él, de vuelta a casa, deja el trofeo en la estantería, se ata las zapatillas y sale a entrenar.







