Descubrir Palos de la Frontera y los rincones históricos del Descubrimiento tiene desde hace décadas una forma singular de hacerlo gracias al Moto Club ‘Rum Rum’. Esta asociación nacida a mediados de los 90 se ha convertido nuevamente en un arma para la cultura, la historia y la pasión por el motor, gracias a una organización impecable y a un empeño constante por proyectar la imagen del municipio. Al frente, Juan Carlos Sáez Blanco, presidente desde hace casi dos décadas, y María del Carmen Pérez, tesorera, engrasan cada temporada una maquinaria que moviliza a cientos de aficionados y que este otoño ha firmado la XXIX Vuelta Mototurística a los Lugares Colombinos con más de 300 participantes.

“Llevo como presidente alrededor de 20 años y soy uno de los socios fundadores del club”, recuerda Juan Carlos, voz serena de una entidad que ha convertido la convivencia motera en marca de la casa. “Todos los años hacemos nuestra Vuelta y, cuando se ha podido, hemos organizado concentraciones de fin de semana, viernes, sábado y domingo. Todo esto requiere de la ayuda e implicación de la gente del club, pero siempre que hay manos, salimos adelante”. Entre medias, el club viaja por España en representación de Palos de la Frontera por lugares como Galicia, Asturias y Portugal. “Llevamos nuestras banderas y dejamos pegatinas del club allí donde vamos”.


Ese mismo espíritu anfitrión recorrió la XXIX edición de la Vuelta. La salida se realizó desde el recinto ferial hacia la primera parada en La Rábida. Allí se contempló el jardín botánico y el Muelle de las Carabelas y se abrió camino a Mazagón, ofreciendo un itinerario turístico diseñado para presumir de territorio. “El objetivo es que la gente conozca nuestro pueblo y su entorno, que venga, eche el día con nosotros y se vaya contenta”, resume Juan Carlos. La logística no es fácil y es necesario pedir permisos, coordinar con Protección Civil, Policía Local y Guardia Civil, garantizar la seguridad en ruta y organizar dos avituallamientos con bocadillos y refrescos. “En la comida llegamos a reunir entre 200 y 300 personas y sorteamos unos 150 regalos”, detalla. Jamones, fines de semana de hotel y obsequios que aportan empresas locales y amigos patrocinadores son uno de los grandes atractivos de la comida. “Nunca hemos querido ganar dinero con la Vuelta. Lo que entra vuelve a los participantes en forma de premios y organización”.


La otra mitad del motor la pone María del Carmen, tesorera y alma logística. “A nosotras nos toca la trastienda”, sonríe. “Papeles, seguros, permisos, hoteles, restaurantes, que todo esté reservado porque vamos en grupos grandes”. La suya no es una ayuda puntual, sino dirección y coordinación. “Las mujeres tiran mucho del Rum Rum. Organizamos, buscamos patrocinio, hablamos con instituciones. En febrero, por ejemplo, en el Romerito de La Rábida montamos convivencia y en Navidad, comida del club. No es solo moto, es vida asociativa”.

La solidaridad ha sido otro sello del motoclub. “Cuando ocurrió el desastre del volcán de La Palma, recaudamos dinero y lo donamos íntegro a los afectados”, recuerda María del Carmen. “También ayudamos tras la riada de Lepe y en la DANA de Valencia. En Navidad enviamos regalos de Reyes al Ayuntamiento para sus sorteos. Siempre que podemos, colaboramos”. De puertas adentro, el club mantiene hoy alrededor de medio centenar de socios y una base amplia de simpatizantes que se suman a rutas y eventos. “Los domingos salimos por la sierra de Huelva muy temprano y pasamos días de convivencia y carretera de categoría”, cuenta Juan Carlos, motero desde los 12 años y hoy a los mandos de una BMW K1600 tras pasar por custom, scooter y gran turismo. “La afición me viene de familia; mis hermanos ya montaban. Y sigo disfrutando como el primer día”.

La Vuelta Mototurística se ha consolidado como escaparate de Palos y sus Lugares Colombinos. “El Ayuntamiento nos facilita información turística para los participantes”, explica el presidente. “Muchos no habían venido nunca y repiten”. La alcaldesa Milagros Romero y ediles del equipo de gobierno suelen dar el banderazo de salida y el recorrido se adapta cada año para encajar con otras actividades de la zona. Este año ha coincidido con el triatlón de Mazagón. El resultado es un flujo constante de visitantes, pernoctaciones y consumo en la hostelería local.
No todo son grandes citas. A lo largo del año, el Rum Rum participa como club anfitrión en retos mototurísticos, apoya pruebas deportivas del municipio y mantiene viva la agenda con rutas de un día o escapadas de fin de semana. La clave, insisten, está en el equilibrio entre seguridad, disfrute y orden. “Cuando juntas 300 motos, el protocolo tiene que estar cerrado al milímetro”, subraya María del Carmen. “Y para eso hace falta equipo”.
Equipo, precisamente, es lo que sobra. “Aquí nadie va por libre”, dice Juan Carlos. “Cada uno sabe lo que debe hacer, desde quien abre carretera hasta quien recoge el último cono”. Si hay que empujar, se empuja. Si hay que ajustar, se ajusta. Y en todo, la ayuda de Antonio Camacho, ‘El abuelo’, es vital. “Es el socio más antiguo y un punto de apoyo fundamental para todos, especialmente pata mí”, apunta Juan Carlos.
¿Y el futuro? Juan Carlos lo tiene claro. Hay que seguir cuidando la Vuelta, atraer a gente joven y mantener la calidad organizativa. “Queda mucho por rodar”, sonríe. Confiesa que tiene rutas pendientes por la sierra de Almería y otras que nunca cansan, como la zona de la Serranía de Cádiz.

Con casi 30 años de historia y una directiva que no se esconde, el Rum Rum tiene claro que la hospitalidad es uno de sus sellos identitarios que lleva a gala. Por eso Palos de la Frontera se ha ganado un sitio en el calendario de los moteros de muchos lugares de España. “Lo importante es que la gente disfrute y que Palos suene para bien”, concluyen Juan Carlos y María del Carmen.







