SECCIÓN PATROCINADA POR:

Por: José Luis Galloso
Su nombre siempre se pronunciará con una sonrisa y su imagen será un motivo de felicidad compartida en Punta Umbría. Richar Jiménez de Gracia ya tiene su busto en la céntrica y marinera Plaza 26 de Abril, como ilustre vecino de nuestra villa.
El pasado día 9 de octubre, el gentío llenó la plaza para rendir homenaje y acompañar a su familia en el momento de descubrir la obra del escultor Martín Lagares, cuya generosidad y maestría han inmortalizado la “sonrisa eterna y el abrazo infinito”, como reza la placa que acompaña al busto.
Richar se marchó junto a su padre, Antonio Jiménez, el pasado 14 de agosto, una fecha señalada en el calendario local y también en el familiar por la implicación de los suyos en las fiestas patronales y, en particular, en la tradicional cucaña. La noticia del fallecimiento de ambos provocó un hondo impacto en la población, que se quedaba sin la presencia de un ser entrañable, capaz de ofrecer lecciones de amor incondicional con la transparencia de quien mira siempre desde la bondad.

La sensación de vacío no solo alcanza al seno de la familia Jiménez de Gracia, sino a muchos rincones de la localidad. Rumbo Fijo, la asociación en la que se formaba junto a sus compañeros, echa de menos su alegría cotidiana. “En la asociación siempre quisimos que nuestros usuarios fueran autónomos y Richar era un ejemplo en eso. Era un niño grande: alegre, cariñoso, con su mochila colgada y los bolsillos llenos de lápices, y decía a sus compañeros que ‘todos eran suyos’”, relata entre risas Cristo Fernández, presidenta de la entidad.

“Mis mejores ratos del día eran al salir de clase, cuando llevaba a Israel, a mi hijo Quique y a Richar a casa en el coche. Él bailaba, saltando de felicidad, y yo acababa muerta de risa con ellos. Fue único”, continúa Cristo, mezclando la felicidad del recuerdo con el regusto de la pérdida. “Regalaba besos y abrazos de verdad, sin compromisos; daba los buenos días con esa pureza que a veces olvidamos los mayores. Protegía a los más cercanos, sobre todo a mi Quique, a quien ponía la mano en el hombro para dar consuelo rápido o protección”, añade la presidenta, que reconoce el mérito de la familia por darle la libertad de salir, relacionarse y lograr su autonomía. “Cuando pase por la Plaza 26 de Abril, volveré a sentir su abrazo, como el primer día”.
Y es que Richar, que tenía síndrome de Down, supo encontrar a la perfección su lugar tanto entre sus compañeros de la asociación como en los espacios de lo cotidiano en su querida Punta Umbría. “Nos iluminó cada día y creó cientos de recuerdos bonitos. Me enseñó que la vida es mucho más sencilla de lo que pensamos; y si seguimos vivos mientras alguien nos recuerda, Richar será inmortal”, expresa Diego López, del Salón Recreativo Mateo, donde era frecuente verlo junto a su padre.

“Antes incluso de entrar por la puerta ya se notaba su llegada. Todos esperábamos que apareciera para ‘darle la carga’. Con cada cliente tenía algo… una broma, una celebración, una pequeña discusión cariñosa. Cuando entraba, empezaba el show, era alegría pura hasta que se iba”, prosigue Diego. “Venía a media mañana a tomarse su refresco y volvía por las tardes. Lo que más disfrutaba era ver al Real Madrid. Jugaba al futbolín, a los dardos o a cualquier cosa que implicara competir. Le celebrábamos los cumpleaños, a veces varias veces al mes, cuando a él se le antojaba”, recuerda entre risas. “Cuando se fue, recibí mensajes de amigos de Madrid, Barcelona, Vigo, Murcia… cualquiera que nos conociera y hubiera pasado por el salón le tenía un cariño especial”, concluye.
Richar en las fiestas
Sus correrías por el pueblo alcanzaban su momento más álgido cuando llegaban las fiestas populares, especialmente en los carnavales, donde brillaba como nadie. Sobre su participación en el Carnaval de la Luz con la Peña Los Fantasmas tiene un recuerdo muy especial José Luis Sacramento, con quien forjó mucho más que una amistad. “Mi relación con Richar era auténtica y era mucho más que una amistad. La historia comenzó el año que sacamos la chirigota de ‘Los Fantasmas’. Apareció por el cuarto de ensayo todos los días… siempre llegaba el primero y tenía una entrega tremenda. Puedo contar mil y una historias de aquel bonito año”, relata.

“Lo llevaba a casa durante el descanso del ensayo y se enfadaba, porque sabía que nosotros íbamos a seguir ensayando. Se aprendía las letras mejor que cualquier otro miembro de la chirigota y disfrutaba no solo el día de las Piñatas y en la calle, sino dentro del ensayo. Los viernes de ensayo eran una gozada con él. Tenía unos golpes y ocurrencias con los que te morías de risa. Richar disfrutaba el carnaval como el que más, de principio a fin, y nos enseñó a todos que esta fiesta también va de entrega, alegría y amistad”, incide José Luis.

Y no solo en el carnaval, porque en las fiestas de la Santa Cruz Richar era uno de los puntales del grupo Rumbo Fijo sobre el escenario de la Plaza Joaquín Guisado Vides. “Tengo un montón de momentos con la Santa Cruz cada vez que venía Rumbo Fijo… era una fecha muy esperada para él”, recuerda Alejandro Riera, presidente de la Hermandad. “Se ponía su pañuelo y su ropa de romero, y se lo pasaba como nadie. Todos tenemos muchos recuerdos compartidos con Richar. Era especial y se desvivía por la Santa Cruz”.
Su profesor de música, Domingo Toscano, sabe bien de esos momentos y acumula “20.000 anécdotas” de los quince años que Richar pasó en la escuela. “Tenía un corazón enorme y le encantaba pasar horas en el aula de música. Algunos días encadenaba una clase con otra y se tiraba toda la tarde con nosotros”, relata. Entre risas, evoca su relación con Carlos, compañero y cómplice: “Nos reíamos mucho con sus ‘discusiones’ de amor-odio… era muy cabezón”. Tanto, que una vez “en pleno espectáculo con ‘Rumbo a la Marisma’ me dijo que iba a cantar un fandango, saltándose lo que habíamos preparado… ¡y así fue! No había quien lo parase”. El listado de obras de teatro, chirigotas y escenografías en las que participó es interminable. “Un día le dije que en Navidad íbamos a disfrazarnos de Papá Noel y vino una semana entera a clase con el traje rojo”, añade Toscano. “Era único”.

Siempre presente
Durante la inauguración del monumento, las autoridades locales subrayaron la figura de Richar y una personalidad capaz de inspirar a todo un pueblo. El alcalde de Punta Umbría, José Carlos Hernández Cansino, agradeció el gesto del escultor Martín Lagares y destacó que “Martín ha sabido dar forma al sentimiento de un pueblo entero y su generosidad quedará grabada para siempre en Punta Umbría”. El regidor añadió que “este busto no es solo una figura, sino que es un símbolo eterno del cariño que todos los puntaumbrieños le tenían a Richar, que fue un ejemplo de inclusión real, de alegría contagiosa y de unión”. Y concluyó diciendo que “con este homenaje, Richar seguirá presente en nuestras calles, en nuestros recuerdos y en nuestros corazones. Será recordado como lo que fue: un ser humano extraordinario, un ejemplo de inclusión y un símbolo de la mejor versión de nosotros mismos”.


La familia agradeció la propuesta del Ayuntamiento y el gesto del artista en una iniciativa que “ha unido a un pueblo”. Un cierre a la altura de una vida que, como su sonrisa, permanece. “Richar, siempre protagonista”, concluye la familia Jiménez de Gracia.







