Aunque las salidas procesionales no tuvieron nuevamente lugar, nuestro pueblo pudo retomar algunas tradiciones de una forma limitada debido a las restricciones impuestas por la pandemia
El Domingo de Ramos es el día en que los cristianos conmemoran la entrada de Jesús en Jerusalén, en medio de una multitud que lo aclamaba con palmas y ramas de olivo. Este día marca el fin del tiempo de Cuaresma y el inicio de la Semana Santa, que culmina una semana después, con el Domingo de resurrección.
Sin duda un tiempo muy especial, no solo para todos los cristianos en general, sino también para todo nuestro pueblo.
Desafortunadamente, llevamos ya dos años sin poder disfrutar de las procesiones por las calles de nuestra localidad, y en las hermandades de Palos de la Frontera eso es algo que se echa en falta. Sin embargo, la Real e Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santísimo Cristo de la Sangre y Nuestra Señora de los Dolores; y la Pro-Hermandad de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y Santísimo Cristo Resucitado sí que han podido este año estar al lado de sus titulares, cosa que el año pasado resultó imposible debido al confinamiento domiciliario que vivíamos. Además, las hermandades pudieron realizar sus cultos durante la Cuaresma y efectuaron una bonita exposición en nuestra Casa Consistorial que albergaba sus enseres cofrades mejor valorados.
Asimismo, la Hermandad de Padre Jesús llevó a cabo la organización del tradicional Vía Crucis del Santísimo Cristo de la Sangre, pero en esta ocasión desde la plaza de la Iglesia de San Jorge Mártir.
Por otro lado, la Carpa de la Juventud de Palos de la Frontera acogió la celebración del Domingo de Ramos repleta de vecinos y participantes de las comunidades neocatecumenales de nuestra ciudad. Más tarde, la Iglesia de San Jorge volvió a acoger la bendición de ramos de palma y de olivo, un acto tradicional marcado en el calendario de todos los cristianos que al menos este año sí que se ha podido celebrar, no obstante, de una forma diferente.
Sin duda, gracias a todas estas actividades que, desgraciadamente, no pudimos conmemorar el año pasado tal y como marca la tradición, en 2021 sí que hemos conseguido dar un paso más y comenzar poco a poco a retomar la normalidad.
Quizá, aunque nada ha sido igual, este tiempo nos ha servido para vivir la Semana Santa por una vía mucho más espiritual, pidiendo por los que más lo necesitan en estos tiempos tan complicados que vivimos.
Esperamos y deseamos que este sea el comienzo del camino que nos lleve a vivir una Semana Santa tal y como la conocemos. Seguro que la pandemia que vivimos nos ayudará a ser mucho más conscientes de la importancia de las tradiciones con las que contamos en nuestro pueblo, y esto que estamos viviendo nos invite a participar cada día más en ellas.