Con tan sólo 8 años, Encuia y Munina han disfrutado del verano en nuestra localidad. Hablamos con sus madres de acogida, Almudena y Vanessa, y con la fundadora de la asociación ‘Arenas que unen’, Juani González, quienes nos dan algunas pinceladas sobre lo que supone para los niños saharauis este programa de vacaciones solidarias.
Más de 50 grados de temperatura, escasez de comida y agua, electricidad y aparatos eléctricos rudimentarios y escasos… Estas son algunas de las características climáticas y socioeconómicas que presenta el Sáhara en verano. Un país sin estado, e intervenido militarmente con el silencio cómplice de Europa, que se encuentra prácticamente a la misma distancia de la Península Ibérica que las Islas Canarias. Tan cerca, pero a la vez tan lejos.
La situación económico-política que rodea a este país se traduce en escasez de prácticamente todo. Desde alimentos a aparatos eléctricos o servicios básicos de salud: “Yo he estado, por fortuna, tres veces allí, y lo cierto es que en verano no se puede estar. Las temperaturas son muy altas y los niños se llevan prácticamente todo el día en las haimas. Además, para comer tienen lo básico, como tortillas de patatas y pan que hacen ellos, por no decir que el agua la tienen restringida. Ahora, algunos empiezan a tener luz, pero no es lo general”, explica Juani González, fundadora de la asociación ‘Arenas que unen’.
Con amplia experiencia en gestionar acogidas, y en ser ella misma madre de acogida, de niños saharauis, Juani asegura que “a estos niños se les quiere mucho. Son niños que demandan y dan mucho amor. Vienen sin saber nada de español pero les vas enseñando. Yo llevo acogiendo desde 1999 y es una experiencia que merece la pena, además de que esos niños lo necesitan”.
ENCUIA
Aunque otros veranos nuestro pueblo ha acogido más niños, en esta ocasión sólo han sido dos niñas, de 8 años ambas, las que han encontrado sendas familias de acogida en Punta Umbría. Hablamos con las madres de acogida de ambas pequeñas, empezando por la de Encuia, de 8 años. La mamá se llama Almudena y, junto a su marido, tiene una hija. Este verano han sido cuatro en casa y la experiencia ha merecido la pena, aunque los primeros días, como todos los inicios en la vida, fueron algo difíciles: “Encuia estaba con otra familia, pero no paraba de llorar. No terminaba de adaptarse y nos llamaron a nosotros, que aceptamos acogerla. Aunque le costó, al final se ha adaptado a la perfección y pese a que aún no habla del todo español, ya casi nos entendemos en cualquier situación”. Almudena, que tiene bastante experiencia a la hora de ser madre de acogida, asegura que esta acción “es muy necesaria porque allí, en los campamentos, están en verano a temperaturas altísimas. Además, cuando los niños vienen, aquí se les hace un reconocimiento médico completo. Por ponerte un ejemplo, esta niña, cuando llegó, tenía otitis y se le ha tenido que empastar una pieza dental. Estos niños vienen aquí para ponerse a punto en temas de salud y a disfrutar del verano, cosas que allí no pueden hacer”.
Lamentablemente, como confirma Almudena cuando hablamos con ella, falta mucho apoyo institucional y el hecho de que los padres de acogida tengan que costear el vuelo de los niños, más todos los gastos médicos y de manutención durante su estancia, son factores que, precisamente, no favorecen la acogida: “Las instituciones deberían implicarse para tratar de amortiguar los gastos que una acogida supone. Ya no son sólo los vuelos, los gastos médicos o la manutención. Es que cuando los niños se van, se les compra ropa de invierno, alimentos, etc. Obviamente, hay gente que en principio querría participar en este programa pero que no termina de lanzarse por esta cuestión”, apunta Almudena.
MUNINA
La otra niña saharaui que ha pasado sus vacaciones en Punta Umbría es Munina, cuya madre de acogida es Vanessa, que vive junto a su marido, sus dos hijas y su hijo. La más pequeña de las hijas de Vanessa tiene 11 años, por lo que Munina ha sido la benjamina de la familia este verano: “Se ha adaptado genial y ha aprendido muchísimo. Es el primer año que participábamos en este programa y ha sido una experiencia preciosa. Preciosa y necesaria”, explica la mamá de acogida. A Munina también le han hecho reconocimiento médico y su familia de acogida le ha comprado “ropa, alimentos y de todo, para que se los pueda llevar cuando se vaya”, indica Vanessa, que no duda en “recomendar la acogida, tanto por ser una experiencia que todos deberíamos probar, como por estar haciendo una labor solidaria que muchos niños necesitan”.
Encuia y Munina aún siguen en Punta Umbría, pues no regresan al Sáhara hasta el 3 de septiembre. Desde Periódicos Punto Cero les deseamos un buen viaje de regreso y las esperamos con los brazos abiertos para el próximo verano, en el que esperemos que vengan acompañadas de más niñas y niños saharauis, lo cual sería prueba de que más familias puntaumbrieñas han abierto sus brazos a quienes no tienen más culpa que no haber nacido en el Primer Mundo.