La ONGD, que cuenta con dos miembros que viven en Aljaraque, explica su experiencia en la zona cero del terremoto en Marrakech
Las ganas de ayudar y de salvar vidas es el acicate que está haciendo crecer una asociación que tiene como objetivo la formación y la búsqueda de personas vivas en catástrofes a través de su unidad canina y que lo que más desea es quedarse solo en entrenar, y no tener que llegar a usar todas las horas de formación y de práctica que dedican voluntariamente ante un evento desastroso. Por desgracia, la realidad a veces es otra.
Bomberos para el Mundo es una ONGD que nació en Huelva hace aproximadamente una década, entre un grupo de bomberos de la capital y de Aljaraque a la que se han ido uniendo otros miembros de Lepe, de Sevilla y también de Málaga, hasta llegar a unos diez integrantes, tal y como cuenta a Periódicos Punto Cero su presidente, Sergio Botello, vecino de la Monacilla. En este grupo no se puede olvidar a unos miembros indispensables, los cuatro perros entrenados para encontrar vida entre los escombros y el desastre, dos son pastores alemanes y otros dos perros de agua.
En el mes de septiembre este grupo de voluntarios salió a la palestra por un motivo indeseado: el terremoto de Marrakech, que dejó la friolera de casi 3.000 muertos y más de 5.000 heridos en la región conocida como el Alto Atlas del país marroquí. Unas cifras que podían haber sido menores si las construcciones no se hubiesen edificado sobre adobe y caña, siendo una estructura que se desploma por entero ante un terremoto de las características de este, con una magnitud de 6,8 en la escala de Richter.
Todo ello lo comenta Botello para explicar la importancia de llegar al lugar de la catástrofe lo antes posible, ya que “el paso de los minutos y las horas sin actuar va disminuyendo las posibilidades de vida de cualquier superviviente” que haya quedado atrapado en lo que los bomberos llaman “hueco de vida” y que en construcciones como las marroquíes eran mucho más difíciles de encontrar “debido a no haber estructuras de hormigón” que favoreciera la aparición de estos huecos donde una persona puede sobrevivir. Además, acceder a las aldeas “era complicado”, ya que “las carreteras eran de un solo sentido” y se convertían en “caminitos” de piedra y arena que dificultaban la llegada a los pequeños núcleos de población.
El presidente de Bomberos para el Mundo cuenta la experiencia en Marruecos y por encima de todo destaca “la humanidad y la gratitud” con la que los lugareños trataban a este grupo de bomberos. Así, comenta que, a pesar de haberse quedado sin nada, los vecinos de las aldeas compartían su plato de comida con ellos y continuamente estaban ofreciendo sus mejores viandas a este grupo, que durante varios días casi ni dormía para llegar a todas las aldeas que fuera posible, por si lograban encontrar a alguien con vida. En esta ocasión no fue posible dar con ningún superviviente, tras empezar su labor varios días después de haberse producido el terremoto. Los permisos y el tener que esperar a que Marruecos pidiera formalmente la ayuda humanitaria hizo que el grupo llegara a la zona del desastre dos días después. El terremoto se produjo el viernes 8 de septiembre, y el grupo salió para Marruecos el sábado con destino a Algeciras donde tenían que embarcar para cruzar el Estrecho de Gibraltar. En Algeciras tuvieron que quedarse esperando para que todo el papeleo estuviera en regla y hasta que el Gobierno marroquí pidiera la ayuda, que fue el domingo. De esta forma, el lunes siguiente al terremoto fue cuando este contingente de ayuda llegó a la zona de la catástrofe.
No fue posible encontrar vida humana, pero Botello nos cuenta que uno de los días que andaban por una aldea, escucharon un mugido lejano. Y, siguiendo el sonido, descubrieron que había una vaca atrapada entre los escombros y la arena, que casi no podía respirar. Con cuidado y haciendo uso de sus conocimientos consiguieron liberar al animal y que este tuviera una segunda oportunidad. Más allá del hecho de salvar su vida, en estas zonas de aldeas, los animales de granja son los que abastecen de alimentos a los vecinos, por ello, la pérdida de las vidas animales repercute directamente en la supervivencia de todos los que habían salido vivos del terremoto. De esta manera, la celebración fue doble, tanto por la vida del animal, como por ser una fuente de alimento recuperada para los lugareños.
El presidente de la ONGD señala que los vecinos se quedaban absolutamente sin nada tras el terremoto, lo único que iba llegando eran tiendas de campaña, pero perdieron sus animales y muchos de sus huertos, medio de vida de esta población rural. Sin embargo, además de ese compartir con ellos, Botello y sus compañeros veían a “los niños jugando al fútbol, con sus caras de inocencia”, y los adultos con esa “expresión de sufrimiento” que no podían disimular, y que para este equipo ha sido de las estampas más duras que han tenido que vivir.
Aun así, el grupo se queda con ese aprendizaje que han adquirido tras haber pasado esos tres días de intenso trabajo y convivencia con los vecinos del Alto Atlas, con esa imagen que comenta el presidente en la que cuando ellos llegaban a algún lugar los vecinos ponían su mano en el corazón en señal de gratitud. Para ellos, ese ha sido uno de las mayores recompensas obtenidas tras el duro viaje por el país marroquí.
Por otra parte, Botello señala que la actividad cotidiana de la ONGD se centra en entrenar una o dos veces al mes con los perros en escombreras o lugares similares y en formar a todos a aquellos profesionales que se quieran unir a la causa. Los perros son entrenados con el método Arcón, sobre el que “está demostrado que tiene el máximo nivel de efectividad con perros en la búsqueda de personas vivas”. Se basa en tres parámetros: autonomía, motivación y concentración para cumplir con el objetivo. Así, el presidente cuenta que para los animales se trata de un juego y saben que es su trabajo, están muy bien entrenados para ello.
No hay que olvidar que esta ONGD se financia con la venta de camisetas y pulseras y con todos aquellos socios que quieran donar la cantidad que pueda y quiera para contribuir en los gastos de desplazamiento de los viajes a las zonas de desastre, principal gasto de la agrupación, aparte de otros menores. En el Facebook de Bomberos para el Mundo se puede encontrar más información para todo aquel que desee colaborar con esta causa.