«Voy, voy» significa “te escucho”, “ahora mismo estoy contigo”, “no te pierdo de vista”, “no tardo nada en atenderte”… Si a ese «voy, voy» le acompaña esa mirada de complicidad y esa sonrisa que dedica a todo el que se acerca a su barra, la excelencia está bien servida.
Ya todo el mundo en Punta Umbría sabe que hablamos de Diego Sosa, un hombre que de pequeño adquirió el compromiso con la vida de hacer las cosas bien, y ha tenido la determinación y la fuerza de mantener ese compromiso con el paso de los años.
Nuestro protagonista de este mes trabaja cada día por rozar la perfección en todos los ámbitos de su vida, algo que requiere esfuerzo y pasión, y los que lo conocen bien tienen claro que lo ha conseguido: Diego es una persona EXCELENTE.
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Diego Sosa Mateo, hijo de Matilde y Manolo, nació en Punta Umbría el 4 de junio del 67. Es el tercero de cuatro hermanos y un enamorado de su pueblo.
Empezó a trabajar muy pequeñito. Con tan sólo 8 añitos, andaba repartiendo pan por la playa con su carretilla. Ya apuntaba maneras. Pronto conoció el mundo de la hostelería y supo que ser camarero era su vocación. Su carácter extrovertido, sus enormes habilidades sociales y su capacidad para gestionar todo lo que hay que hacer tras una barra, le mostraron que su trabajo, a pesar de ser duro, le haría disfrutar enormemente.
Diego lleva toda su vida en Punta Umbría, su paraíso, y tras la barra del Marinero se siente como en casa. En su pueblo es un hombre muy conocido, reconocido y admirado por su trato exquisito. Tanto es así que caminar con él por la calle, tal y como nos comenta su hijo mayor, “es insufrible porque no deja de pararse con todo el mundo. La gente lo adora”.
Diego está lleno de energía y buen humor. Siempre ha sido así. Se casó jovencito con Eulalia, con quien mantiene una relación preciosa fruto de la cual llegaron al mundo Diego y Paco, sus grandes tesoros, de 26 y 16 años respectivamente.
Para sus hijos, Diego es un auténtico referente de vida, un modelo en el que fijarse. “Todo lo que te pueda contar de él es poco” dice su hijo mayor emocionado. Su familia se siente privilegiada por tenerlo siempre cerca, recalcando que la bondad, la paciencia, su carácter cordial y su sutileza son sus mejores cualidades. “Para verlo enfadado hay que empeñarse, y aún así es difícil conseguirlo” admite su hijo Diego entre risas. “La impuntualidad tal vez sea una de las pocas cosas que le puede hacer perder la sonrisa. Pero tarda poco en recuperarla”, nos cuenta divertido.
El orgullo de sus hijos es enorme cuando por la calle la gente les habla maravillas de su padre: “Aún no he conocido a nadie que me haya dicho algo negativo de él. Se gana a todo el mundo con su simpatía y atención”.
Sin lugar a dudas, Diego es una persona feliz, no hay más que verlo… Siempre se muestra agradecido a la vida por lo que tiene, siendo el mayor de sus tesoros su familia, a quienes trata de transmitir en todo momento lo mejor de sí mismo. Sus hijos lo admiran por su fortaleza y positividad. Puede llegar de trabajar tras una dura jornada, y sin embargo entra en casa “sin una queja y siempre con su mejor sonrisa”.
Nuestro querido y admirado Diego es un perfeccionista incorregible en todas las facetas de su vida. Verlo trabajar es un auténtico espectáculo, encontrando en sus compañeros y en su jefe y amigo, Paco Caena, su gran apoyo y el combustible necesario para seguir mostrándose inagotable. Trabajar codo con codo con grandes compañeros y encontrar en casa a una gran familia le da toda la fuerza que necesita para no borrar de su cara esa expresión de plenitud.
Su hijo Diego, que también se dedica a la hostelería, admite que su padre es feliz en su trabajo y que cada día, aún en temporada alta donde el trabajo es desbordante, acude al Marinero con enorme ilusión y alegría.
Diego es una persona excelente tal vez porque jamás se permitió pausas en el buen hacer de cada día. Desde estas líneas Le deseamos todo lo mejor y muchos “Voy, voy”.
Eulalia, esposa de Diego:
“Diego es una persona sencilla, honesta, extrovertida, amable y bondadosa. Ama todo lo que hace. Es un gran padre y un buen esposo. Diego es el típico ser que una vez que lo conoces y entra en tu vida, ya no imaginas la vida sin él”.
Diego, su hijo mayor:
“No me puedo sentir más orgulloso del padre que tengo. Es todo un referente, y no sólo como profesional sino también, y sobre todo, como persona. Se ha ganado a pulso, con su bondad, el cariño de todo el pueblo. Conocer a mi padre conlleva necesariamente quererlo, no hay más opción. Es una persona excepcional”.
Paco, hijo menor de Diego:
“Mi padre es mi ejemplo a seguir, le quiero muchísimo. Es el padre que se quita de todo lo que haga falta por darle lo mejor a sus hijos. Es generoso porque siempre lo da todo sin esperar nada a cambio. Cuando me ilusiono con algo, ahí está siempre él para ayudarme a conseguirlo”