“A nuestro taller vienen muchísimas personas de fuera de España y siempre intento venderles este pedazo de paraíso que es nuestra tierra”

Este mes hablamos con nuestro vecino Pepote. Persona polifacética donde las haya, nos cuenta parte de su historia personal y de los orígenes y evolución de su negocio, Percusiones Pepote

José Hernández Díaz, más conocido como Pepote, nació el 2 de noviembre del año 1976 y reside, desde su infancia, en Bellavista. Una Bellavista que ha crecido y cambiado al tiempo que Pepote se hacía adulto y se abría hueco en el mundo de los negocios. Pepote Percusión, aparte de un negocio de éxito, es todo un reclamo para nuestro municipio, y es que personas de todos los puntos de España, y de otras partes del mundo, han conocido el municipio de Aljaraque gracias a encargos de cajones flamencos que le han hecho a Pepote.

Alejandro Sanz tiene varios cajones de Pepote. Uno de esos cajones es el que el artista utiliza para grabar todos los temas en el estudio.

Una de sus primeras pasiones fue, precisamente, la de trabajar la madera. Una afición que tenía desde niño y que a la postre se ha convertido en su sustento: “Desde los 13 años, incluso un poco antes, yo hacía cositas en madera. Mi padre y mi abuelo tenían herramientas en un cuartillo que tenemos y hacían sus trabajitos ahí. Yo, de ver eso, me puse a trabajar la madera. Era algo que me relajaba. Con 13 años, o así, vi un cajón por la tele y me puse a trabajar en mi primer cajón, sin tomar medidas de referencia ni nada, me lo inventé”, recuerda nuestro vecino.

Sus primeros trabajos en madera corresponden a sus primeros años de vida. Unos primeros años en los que Bellavista no presentaba ni el aspecto ni el volumen de población que actualmente tiene: “Antes, esto era como vivir en el campo. A mí me encantaba. Yo siempre digo que crecimos salvajes porque esto era como un parque gigante. Nuestros padres nos soltaban y lo que había era libertad. Ahora, todo ha cambiado un poco. Hay más gente, más construcciones, pero Bellavista sigue siendo el paraíso y no la cambio por nada del mundo”, asevera Pepote.

Estudió hasta COU y, como ya le apasionaba trabajar la madera, decidió encaminar su formación hacia ese campo. Por ello, en vez de estudiar una carrera, decidió hacer un módulo superior de madera. Entre la experiencia que ya atesoraba y lo que aprendió en su etapa formativa, montó su negocio. Así, fue manejando técnicas y conocimientos de ergonomía, tipos y propiedades de la madera, etc., hasta el punto de querer alcanzar la perfección en el trabajo que realizaba: “Yo nunca he sido mucho de leer, la verdad, pero me he bebido muchísimos libros de identificación de la madera o de cómo trabajarla”, apunta como dato.

Amante del flamenco, Pepote confiesa que este estilo musical empezó a apasionarle, en contra de lo que cabría imaginar, con posterioridad a comenzar a hacer cajones. “Es una música con una riqueza incomparable. Cuando empecé a aficionarme, me pasó un poco como con la madera. Me enganchó y comencé a ver programas, a escuchar, etc., para poder identificar los cantes, los sonidos y timbres de los distintos instrumentos…”, explica. Y es que si hay una palabra que defina tanto al flamenco como al mundo de los instrumentos musicales de madera es la variedad. Variedad no sólo en tipologías, sino dentro de una misma tipología, de un mismo cante o de un mismo instrumento. “Con los cajones, al igual que con las guitarras, resulta curioso cómo un mismo instrumento, tocado por dos personas distintas apenas 5 minutos después, suenan tan distintos”. Éste que escribe, que llegó hasta 4º de Grado Medio en la especialidad de clarinete, puede dar fe de ello. Y es precisamente ese es uno de los muchos matices que hacen que la música haya cautivado al ser humano prácticamente desde los orígenes de la humanidad.

Pepote inauguró su negocio en el año 2002, aunque ya llevaba más de una década haciendo cajones. La ubicación actual de su negocio, en la Calle Caucho, número 12 del Parque Comercial y Empresarial La Raya, no es la misma que la que el negocio tenía cuando abrió sus puertas. Y tampoco es la definitiva, pues en los próximos meses Percusiones Pepote se mudará “a una nave que está detrás de la actual, que se nos ha quedado pequeña”, explica.

La calidad de su trabajo, siempre por encima de la cantidad, le han valido encargos de famosos y artistas de talla internacional, como Alejandro Sanz: “Le hicimos un cajón exclusivo hace unos años y antes de la pandemia lo conocí y me dijo que todo lo que grababa en estudio, lo grababa con el cajón que le hicimos. Años después, Antonio Carmona nos encargó 2 cajones para actuar con Alejandro Sanz en Sevilla. Yo le iba mandando a Antonio Carmona fotos de la evolución del trabajo y éste se las pasó a Alejandro Sanz. Entonces, Antonio Carmona me preguntó si podía hacer, para Alejandro, 11 cajones en 2 días. Nos tuvimos que poner dos días a piñón pero lo logramos”, relata nuestro vecino, que también le regaló nada más y nada menos que a Carlos Alcaraz un cajón, en una Copa del Rey de tenis que vino a jugar a Huelva. “Nos dijo que de todos los regalos que le habían hecho, ese era el que más ilusión le hacía. Más que el jamón”, nos cuenta.

Carlos Alcaraz también tiene un cajón de Pepote Percusión.

Trabajador, perfeccionista y humilde, Pepote tiene claro que una de las patitas más importantes de su negocio son sus trabajadores. Y es que son muchos los ingredientes que un buen producto necesita para ser excelente. Y en Percusiones Pepote parece que el potaje tiene los mejores ingredientes y con las mejores proporciones. “Somos la única fábrica de cajones que damos garantía de calidad de por vida”, apunta al respecto. Casado con Elena, con quien tiene 3 hijos (Candela, Pepo y Manuel), Pepote es también un apasionado del mundo animal. “Me encantan los bichos, como yo digo. Soy muy bichero”. Las bicicletas y las motos son otras de sus grandes aficiones, habiendo ganado campeonatos de Andalucía de trial en bici.

Pero sin duda una de sus grandes pasiones, y valores, es el ser bandera de nuestra tierra, tanto dentro como fuera de ella: “A nuestro taller viene muchísima gente de fuera de España y yo siempre intento venderles este pedazo de paraíso”, finaliza.

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