“Cuando lo cuento, hay gente que no se cree que estuve en Barcelona 92”

Sergio Rey Revilla, nacido el 4 de noviembre de 1969, es vecino de Punta Umbría desde hace casi 3 décadas, lo que le otorga la categoría, a todas luces, de puntaumbrieño, pues lleva casi la mitad de su vida en nuestra localidad. Su mujer y sus hijos (una hija y un hijo) son puntaumbrieños de pura cepa y con Sergio nuestro pueblo puede presumir de tener a un deportista olímpico. Y es que aunque muchos lo saben, aún hay personas que se asombran (incluido éste que escribe) cuando Sergio cuenta que estuvo en la selección española de boxeo y participó en Barcelona 92, además de en decenas de campeonatos internacionales. Aunque durante un tiempo se dedicó profesionalmente al boxeo, le tocó vivir la triste realidad que aún hoy en día viven cientos, por no decir miles, de deportistas de élite que en nuestro país optan por deportes minoritarios. Una triste realidad que no es otra que la de no poder ganarse la vida con una disciplina en la que son los mejores de España y a la que han dedicado horas y horas. Sin embargo, parece que el destino tiene misteriosas formas de abrirse camino y aunque el boxeo no le sirvió para ganarse la vida, sí que le valió para encaminar su vida. Concretamente, el boxeo encaminó la vida de Sergio hacia Punta Umbría. Su llegada a nuestra localidad allá por los finales de los años 1990 nos permitió sumar un vecino más, una gran persona y todo un MVP.

¿Desde cuándo reside en Punta Umbría?

–Residir, residir desde 1998 o así, pero tiene su historia. La primera vez que vine a Punta Umbría fue en 1987, en un campeonato de España que se celebró aquí. Casualidades de la vida, gané ese campeonato de España, formé parte de la selección nacional hasta 1992, participando en las Olimpiadas de Barcelona, y como el vicepresidente de la federación era de Huelva, veníamos mucho a la provincia y nos concentramos en bastantes ocasiones en Punta Umbría. De tantas veces que estuve en Punta Umbría, terminé conociendo a una chica de aquí y, claro, terminé quedándome. Usted es natural de San Sebastián, ciudad costera, al igual que Punta Umbría.

Sergio Rey, listo para un combate en sus años como boxeador.

¿Tuvo eso algo que ver con que terminara viviendo en Punta Umbría?

–En parte sí. Por mi trayectoria deportiva, he visitado muchos lugares desde joven y siempre decía lo mismo, que si me iba de mi tierra alguna vez, tendría que ser en algún lugar con playa, con el mar cerca. Aparte de la historia personal que me llevó a Punta Umbría, tengo que decir que con todos los sitios a los que he ido y he conocido gracias al deporte, Punta Umbría me enamoró desde el principio. No lo digo porque viva ahora aquí, es totalmente cierto. Punta Umbría es un paraíso y mi familia, que viene mucho, dice lo mismo. De hecho tengo un hermano que está planeando comprarse una casa aquí. Ha sido otra de las personas que ha quedado enamorado de Punta Umbría.

Tiene usted una trayectoria deportiva envidiable. Una trayectoria que no muchos conocen. ¿Cuáles son los aspectos más destacados, a su juicio, de su carrera?

–Es difícil porque han sido muchos años, pero sin duda participar en unas Olimpiadas es algo que te marca. Yo estuve seleccionado, como reserva debido a mi juventud por aquel entonces, para los JJOO de Seúl 1988. Finalmente no fui, pero ya sí pude participar en Barcelona 92. Ir a unas Olimpiadas es algo que no es nada sencillo, pues tienes que sacar ciertos resultados en distintos campeonatos y en aquellos momentos era bastante difícil porque la normativa era distinta. Desde hace años, se permite que los chavales de la selección participen en campeonatos de España, pero en mi época no estaba permitido. En 1988, todos los que estábamos en la selección, cuando íbamos a campeonatos de España ganábamos por KO en combates contra chavales que entrenaban a otros niveles. Entonces, durante un tiempo, a quienes estábamos en la selección no nos dejaban participar en campeonatos de España. A veces, si el campeón de España quería retar a alguno de los boxeadores de la selección, se hablaba y se organizaba el combate. En 1992, el boxeador que ganó el campeonato de España me retó y gané por KO en el segundo asalto. Como digo, esa normativa es la razón por la que los boxeadores de mi generación tienen en su palmarés menos campeonatos de España.

Al margen de las Olimpiadas, he participado en dos campeonatos del mundo, en la URSS y Australia, y en dos campeonatos de Europa, en Dinamarca y en Polonia, además de en unos Juegos del Mediterráneo en Grecia. En total, estuve unos 5 o 6 años en la selección, llegando a participar en unos 40 torneos internacionales.

Tras Barcelona 92, dejé la selección y me pasé al campo profesional, donde estuve hasta 1997. De ese período puedo destacar haber sido dos veces campeón del mundo hispano, en Zaragoza y San Sebastián, y haber participado en un campeonato del mundo absoluto. Precisamente tras este campeonato del mundo decidí retirarme.

Nuestro vecino, con el traje de gala de la Selección Olímpica.

¿Qué lo llevó a retirarse del boxeo profesional?

–Fueron varias circunstancias, pero sobre todo es que estamos hablando de una época, la de finales de los 90, de declive en el boxeo en España, porque cuanto mejor eras, menos combates te salían aquí. Entonces, los promotores tenían que buscar combates fuera de España, lo que siempre suponía una mayor inversión. Entonces, llegó un punto en el que a lo mejor me salían dos o tres combates en todo el año y tuve que cambiar de vida.

Y tras el boxeo, ¿hacia dónde encaminó su vida?

–A ver cómo lo explicamos… En San Sebastián, por mi trayectoria, era bastante conocido, con lo que me podría haber buscado la vida llamando a algunas puertas, como Ayuntamiento, Diputación, etc. Pero claro, como dije antes, conocí a una chica en Punta Umbría y mi vida de repente estaba aquí, que aunque era un lugar que me encantaba, casi nadie me conocía. Entonces, terminé en los albañiles. Mi suegro era contratista y terminé en la construcción. He estado en los albañiles muchos años y ni se me caen los anillos ni me avergüenza decir que he sido albañil. Es algo que digo con mucha honra. Actualmente, trabajo en una multinacional dedicada al montaje de oficinas modulares, sector al que me trasladé tras la crisis, que hizo que hubiera menos trabajo en la construcción.

Aunque su vida profesional no va de la mano del deporte desde hace años, ¿continúa con la práctica deportiva en tu tiempo libre?

–Sí, me gusta mucho correr y la bici. La verdad es que participo en bastantes carreras populares. La última de ellas, la media maratón de Punta. También espero hacer el nuevo trail que han sacado. Respecto al boxeo, la verdad es que estuve unos años intentando dar clases de la mano del Ayuntamiento, que me cedió un local y estuve de entrenador. Aún hay chavales que me siguen preguntando y animando para retomarlo, pero no termino de estar convencido. Casi siempre pasa que al principio se apunta muchísima gente, pero muchos vienen a lo que vienen, a aprender para pegarse en la calle, y el boxeo no es eso. Es un deporte que, aunque la percepción de la gente dicte lo contrario, no es nada violento. Claro, enseñando boxeo bajo esa perspectiva de competición deportiva sana, sacrificio, no violencia y respeto, al final, de los que se apuntan al principio, te quedas al poco de empezar con sólo 4 o 5 chavales, y así es difícil.

Su trayectoria deportiva y vital parece ser el fiel reflejo de lo difícil que es ganarse la vida para un deportista de élite que practique un deporte minoritario…

–Totalmente. No tienes más que ver, por ejemplo, el deporte más seguido en este país, el fútbol. Cualquier persona que más o menos destaque se puede ganar la vida con el fútbol, pero en otros deportes, como en el boxeo, como no seas campeón olímpico es difícil. Yo creo que he llegado a tener un nivel bastante grande, participando en campeonatos del mundo y en una Olimpiada, pero al final eso no ha sido suficiente para ganarme la vida. Es cierto que al final fue el boxeo lo que me trajo a Punta Umbría, aparte que disfruté mucho de mi carrera deportiva, pero fue bastante más corta de lo que me hubiera gustado, claro está. Hace poco, precisamente, nos hicieron un homenaje a los olímpicos de Barcelona 92 y me reencontré con muchísima gente y es algo que te emociona porque es cierto que a pesar de todo lo que he hecho, casi nadie lo sabe. Sólo saben de mi trayectoria las personas que me conocen, pero gente desconocida a la que, charlando, le cuento mi historia, la mayoría de las veces piensan que me lo estoy inventando.

Sergio, a la derecha de la imagen, con otros olímpicos de Barcelona 92 y con el rey, Felipe VI, en un reciente homenaje.

Para finalizar, y dada la naturaleza de fomentar el deporte de esta sección, ¿Qué mensaje le lanzarías a los puntaumbrieños y puntaumbrieñas a este respecto?

–Principalmente, que el deporte a mí me ha hecho ser todo lo que soy, tanto a nivel físico como a nivel personal. Aprovechando este espacio, me gustaría romper una lanza no sólo a favor de la práctica del deporte en general, que también, sino a favor de practicar boxeo. Es muy importante recalcar que no es el deporte violento que la gente cree que es. Ningún boxeador que haya sido profesional va pegándose por la calle con nadie ni buscando bronca, todo lo contario. Yo, cuando he sido entrenador, me pongo siempre de ejemplo para los chavales diciéndoles que jamás, jamás, me he peleado fuera de un ring. Mis únicas peleas han sido en el ring y todas ellas simplemente eran competiciones deportivas. Los valores del boxeo son de disciplina y de un profundo respeto. Es un deporte muy sacrificado, muy noble y muy completo, pues trabajas todo el cuerpo. El boxeo es un deporte sumamente bonito. Entendiendo que hay tantas aficiones y gustos como personas, creo que todos debemos practicar deporte porque, en definitiva, es una forma de vivir.

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