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Nuestro protagonista de hoy cumple 79 años el próximo 22 de octubre y sigue al pie del cañón, en todos los sentidos, a pesar de haberse jubilado en diciembre por motivos eminentemente pragmáticos. Su mente inquieta no descarta emprender nuevos proyectos a pesar de los años cumplidos y de haber sufrido un importante episodio de salud recientemente.
Por encargo del patrocinador de esta sección, nos pusimos en contacto con nuestro “Gente Excelente” de este mes, Juan Coronel.
Agustín, del Chiringuito Enebral, nos pasa su número de teléfono. Lo llamamos para concertar una cita con él y nos dice que podemos vernos en las oficinas de su hijo, en la calle José Caballero, junto al instituto, a última hora de la mañana, “cuando acabe mi entrenamiento”. ¿Mi entrenamiento? pensamos de inmediato… seguramente hemos entendido algo mal, nos habían dicho que Juan rondaba los 80 abriles…
Cuando llegamos, nos recibe su hijo mayor, Juan Carlos, quien nos presenta a su padre, nuestro protagonista, que asiste a la entrevista con un look de lo más sencillo. Nos invita a pasar a un despacho y comienza lo que resultó ser una tertulia de lo más divertida.
Rápidamente nos damos cuenta de que estamos ante una persona sencilla, modesta y humilde, a la que no le gusta nada presumir ni tampoco el protagonismo. Agustín nos lo definía minutos antes de la entrevista como “una persona excepcional, inteligente y de palabra”.
Bajito de estatura pero grande de corazón, sólo tuvieron que transcurrir unos minutos de charla para darnos cuenta de que Juan es más que merecedor de este reconocimiento.
Comenzamos la entrevista preguntándole por su infancia, a la que se refirió como una etapa “normalita” y “no especialmente feliz”. Es el mayor de 7 hermanos e hijo único del primer matrimonio de su padre. Su madre murió cuando él tenía tan solo 1 año y su padre se volvió a casar con la que fue su “segunda madre”. De ese segundo matrimonio de su padre llegó un hermano y luego cinco hermanas más. “Mi padre era un pan bendito, trabajador y cariñoso. De mi madre apenas tengo recuerdos porque murió cuando yo tan solo tenía 1 añito. Mi segunda madre, que hacía unos potajes que no se los saltaba un galgo, me dio seis hermanos, el mejor de los regalos. Ella era una mujer autoritaria, y como yo era bastante travieso, me llevé algún que otro correctivo. Tal vez me faltaron mimos en casa, lo cual me dolía, pero mis abuelos, yo tenía más abuelos que nadie, me compensaban tratándome siempre como un auténtico Rey. A pesar de no tener una infancia perfecta, es cierto que siempre me he sentido un privilegiado porque jamás me faltó nada en una época en la que muchas personas de m i entorno sí sufrían mucha necesidad ”.
Cuando nos dice que era travieso nos despierta la curiosidad y quisimos profundizar: “yo me escapaba de casa siempre que podía porque no me dejaban salir, y me tiraba el día entero en la calle, sin comer, con tal de no aparecer por casa. Batallaba el hambre con lo que cogía del campo, las vinagretas, conejitos de los árboles, etc… Pasaba hambre por gamberro”( se ríe divertido).
Juan resta importancia a lo negativo vivido y pone el foco en el privilegio de haber crecido en el seno de una familia numerosa y con la inquietud de buscarse la vida desde bien pequeñito. En este sentido recuerda como con tan solo 4 añitos jugaba en el terraplén que había frente al bar de su padre, el Bar Gregorio de calle Fragata, y cuando alguien entraba en el bar, salía corriendo para servirles a pesar de que apenas llegaba a las mesas. Para él era un juego, pero también toda una enseñanza, pues al bar iba todo tipo de personas, lo cual le hizo desarrollar una psicología que bien le ha servido a lo largo de toda su vida.
En aquel terraplén de la calle Fragata pasó muchas horas al día durante años. Allí aprendió a hacer mezclas con cenizas y a construir casas pequeñitas, palaustre en mano, elaborado por él con una cuchara que moldeó machacándola para tal fin. También recuerda que con tan solo 7 añitos montó su «negocio» haciendo jaulas de madera para pájaros. Cada jaula le ocupaba dos días de trabajo y las vendía a 7,50 pesetas. También se dedicó a vender tebeos… Ya desde pequeñito apuntaba maneras. Era un pequeñajo ingenioso buscavidas de manual, algo heredado sin duda de su padre, que era albañil en invierno trabajando con el Trini, y encargado en la Terraza en verano. Esto además de tener el bar Gregorio de Fragata…
“Nací con un palaustre en las manos. Empecé a trabajar el 14 de diciembre del 1959 de peon junto a mi padre con el Trini, a los 14 años ” nos comenta Juan, que es un auténtico calendario andante, no hay fecha que se le resista.
Con tan solo 20 años, ya se dio de alta en autónomo para ser empresario en el sector de la construcción. A pesar de no haber cursado estudios universitarios, asegura que estudió sin pausa para poder desarrollar su profesión con todas las garantías y diligencia. A los 22 hizo un paréntesis en su trayectoria profesional para ir a la mili, etapa que le trae magníficos recuerdos. Pero sus obligaciones profesionales le estaban esperando y también su novia, María Antonia, a la que conoció cuando ella trabajaba repartiendo leche por las calles de arena de Punta y él trabajaba construyendo sueños. Él tenía 19 y la recuerda esbelta y con su cantarito de metal lleno de leche apoyado en la cadera recorriendo las casas del pueblo. Supo que tenía que trabajar duro para quitarla a ella de trabajar. Se puso manos a la obra, nunca mejor dicho, para hacer feliz a aquella niña. “María Antonia es lo mejor que me ha pasado en la vida” dice convencido y orgulloso.
Se casaron cuando él tenía 25 años y una casa construida por él, completamente amueblada y pagada. La construyó en sus ratos libres porque tenía claro que quería iniciar su vida con ella. A María Antonia le faltaban meses para ser mayor de edad por lo que tuvo que firmar su padre para que se pudieran casar.
Juan, echando la vista atrás, certifica que ha sido y es “un matrimonio buenísimo a pesar de ser contrarios en todo” (se ríe).
En mitad de la entrevista, suena el móvil de Juan, y la pantalla nos deja leer “AA mamá”. De inmediato interrumpe la reunión para atender cariñosamente a su mujer, y es que tiene clarísimo que ella es lo primero y más importante de su vida. Fruto de este matrimonio nacieron 5 hijos y luego llegaron 7 nietos…
Su vida ha transcurrido siempre entre el trabajo, su familia y el deporte, habiendo competido y ganado numerosas carreras, incluso en campeonatos de España. Hoy día, tras varias lesiones deportivas y un episodio de salud que le llevó al hospital en junio para ponerse un marcapasos y una válvula en el corazón, sigue siendo “un chaval” que corre mañana y tarde, todos los días de la semana, y que no enfoca su jubilación como el fin de su desarrollo personal sino más bien todo lo contrario, ahora tiene tiempo, energía y experiencia para seguir inventando…