Ana María Cáceres Arenas: “Lo que se vive debajo de María del Amor es único, es muy difícil de explicar con palabras”

Ana María Cáceres Arenas, joven lepera de 26 años, ha sido reconocida con el prestigioso galardón ‘Varal Joven’ que concede la Asociación Cultural Cofrade ‘El Último Varal de Plata», convirtiéndose en un ejemplo del compromiso, la entrega y la pasión de la juventud cofrade. Su tía Marisa Arenas, pionera entre las costaleras, ha sido su inspiración.
Ana María Cáceres Arenas recogió el ‘Varal Joven’ en la tertulia de la asociación cofrade. Fotografías: Foto Vélez 2025
Rezando a María del Amor antes de su primera procesión.

Ana María Cáceres Arenas, joven cofrade lepera de 26 años, se ha convertido en una de las grandes protagonistas de esta Cuaresma tras recibir el galardón ‘Varal Joven’ otorgado por la Asociación Cultural Cofrade ‘El Último Varal de Plata’. Un reconocimiento que premia su compromiso, entrega y pasión por la Semana Santa local, valores que ha vivido desde pequeña en el seno de una familia profundamente cofrade.

Ana María inició su andadura en la Semana Santa influenciada, especialmente, por su tía Marisa Arenas, costalera de la pionera cuadrilla de la María del Amor que comenzó su trayectoria en 1991. Ella misma fue su presentadora en el acto de entrega del galardón. «Desde niña iba con ella a los ensayos y quería estar siempre cerca del paso«, confiesa emocionada.

Su pasión la llevó a formar parte del grupo joven de la Hermandad de Los Dolores en 2017, del que fue presidenta en 2018 y 2019. Posteriormente, pasó a formar parte de la Junta de Gobierno de la cofradía, donde actualmente ejerce como Vice-diputada Mayor de Gobierno. «Mi función principal es organizar el cortejo procesional, estar en comunicación constante con el Diputado Mayor y asegurar que todo salga de la mejor manera posible. Es una gran responsabilidad, pero me siento arropada por la junta y muy unida a ellos«.

Desde 2022 también forma parte de la cuadrilla de costaleras donde de niña veía cargar a su tía Marisa. «Es un orgullo ser los pies de María del Amor. Aquellas mujeres que comenzaron lo hicieron en circunstancias difíciles, luchando por su espacio. Hoy seguimos esa tradición con orgullo y compromiso. La sensación bajo una trabajadera es inexplicable, se crea una auténtica familia«.

Ana María también colabora con otras hermandades como parte del cuerpo de acólitos. «Siempre que me necesitan, allí estoy. La Semana Santa es entrega y unión«. No en vano, su familia entera está ligada al mundo cofrade. Su padre también fue cargador durante una década, su madre ha hecho estación de penitencia como nazareno en innumerables ocasiones y su hermana también es cofrade. Además, recuerda que su abuelo Jaime Arenas formó parte de la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Bella, patrona de Lepe.

La joven reconoce vivir intensamente cada día de la Semana Santa. El Miércoles Santo con los Dolores, Jueves Santo bajo el paso de María del Amor, y visita otras localidades como Huelva para ver La Lanzada y Las Tres Caídas. «Mi madre es de Huelva y esa devoción también ha calado en mí«.

«No soy ambiciosa, pero quiero seguir creciendo dentro de mi hermandad, ayudar donde haga falta, porque esta pasión es lo que me mueve«, explica. Considera que la Semana Santa de Lepe está en un gran momento. «Cada vez hay más hermanos, y muchas personas vienen de fuera a verla«.

Uno de los momentos más especiales para Ana María durante la estación de penitencia es cuando el paso del Cristo de la Salud recorre las estrechas calles del Miércoles Santo, donde, según ella, “los andares del misterio adquieren un carácter íntimo y parece que se va perdiendo entre los balcones”. Otro instante que guarda con especial emoción es el Jueves Santo, cuando la Virgen del Amor llega al porche de Santo Domingo de Guzmán al son de ‘Mi Amargura’. “Ese momento me emociona profundamente, cuando parece que las fuerzas flaquean y la música te envuelve, se convierte en algo mágico”, afirma con brillo en los ojos.

El Varal Joven ha sido para ella una grata sorpresa. «Cuando Rocío Valero me llamó para comunicarlo, no me lo esperaba. Ha sido muy emocionante, especialmente porque mi tía fue quien me presentó esa noche. Fue un acto cargado de nervios, orgullo y gratitud«. Ana María anima a todas las jóvenes a unirse a las cuadrillas femeninas. «Que no se lo piensen. Lo que se vive abajo es único. Ver a la gente emocionarse a través de los respiraderos, sentir el compás y la fe, es una experiencia que marca«.

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