Hay imágenes que no solo despiertan devoción, sino que representan la culminación de una historia de amor, legado y compromiso con un pueblo. Una de ellas es Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Pasión, una talla que desde hace más de una década forma parte inseparable de la Semana Santa de Punta Umbría.
Detrás de esta imagen se encuentra una historia profundamente humana. El deseo de una maestra, doña Pasión Abril González, que dedicó más de cuarenta años a la educación en la localidad, se transformó con el tiempo en una realidad tangible gracias a su hija Juanibel Benítez Abril y su yerno Eugenio Francisco Prieto. Fue la pequeña de la familia quien mantuvo viva la frase que tantas veces escuchó a su madre. “Un Cristo para mi pueblo”. Años después de su fallecimiento, decidió cumplir con ese anhelo.


La imagen fue encargada en 2010 al escultor sevillano Jesús Cepeda Conde, quien imprimió en la obra un carácter marcadamente marinero: una piel tostada por el sol, un cíngulo con nudo náutico y un ancla tallada en la peana. La talla fue realizada en madera de cedro y ensamblada por el maestro Francisco Javier García Benítez.
Desde su bendición en 2012, el Cristo de la Pasión ha transformado el paisaje cofrade puntaumbrieño. Tres años después, en 2015, se erigió canónicamente la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Pasión y María Santísima Esperanza del Mar, con sede en la parroquia Santa Marías del Mar y hace su Estación de Penitencia desde la iglesia del Carmen. Desde entonces, cada Jueves Santo, las calles se llenan de emoción y silencio cuando sus titulares realizan su estación de penitencia.
La Virgen de la Esperanza del Mar, de tez morena y mirada serena, completa este binomio cargado de simbolismo local. En 2019, la hermandad estrenó el palio de la Virgen, y en los años siguientes ha seguido enriqueciendo su patrimonio con piezas de orfebrería y bordados, consolidándose como una de las más queridas por los vecinos.
Una década después, la presencia del Cristo de la Pasión en la Semana Santa de Punta Umbría no solo cumple el sueño de una maestra, sino que también ha devuelto al municipio un trozo de su propia identidad, tejida entre devoción, raíces y mar.
Pasión Abril, una maestra adelantada a su tiempo
Pasión Abril González dejó una profunda huella en Punta Umbría, no solo por su labor educativa, sino también por su carácter innovador y su gran calidad humana. Maestra de vocación, ejerció desde 1936 hasta comienzos de los años 80, cuando una enfermedad la apartó de las aulas. Falleció en 1982, pero el recuerdo de su entrega sigue vivo en muchas generaciones de puntaumbrieños.
El parque que hoy lleva su nombre es un testimonio de ese legado. En él se alza un monolito con un poema que le fue dedicado en vida, cuando antiguos alumnos la visitaban para llevarle flores en agradecimiento. El Ayuntamiento quiso homenajearla en 2009, dándole su nombre a este espacio coincidiendo con el aniversario de la localidad. Fue la primera maestra de la localidad que consta en documentos oficiales.
Pasión fue pionera en muchos aspectos de la enseñanza. En una época en la que España experimentaba importantes cambios sociales y políticos, ella asumió la dirección del primer colegio mixto de Punta Umbría, impulsado por José Figueroa. Este centro, ubicado inicialmente cerca de la calle Ancha, acabaría integrándose en el Colegio Santo Cristo del Mar, tras pasar por otras sedes como el colegio Caracola o la escuela de la Cofradía de Pescadores.
Su metodología se basaba en el orden, la creatividad y el contacto con la realidad. Pedía a sus alumnos que encuadernaran sus tareas anuales en una memoria al final de curso, salía con ellos al campo para enseñar ciencias naturales y llegó a utilizar recursos como la programación de Televisión Española para reforzar contenidos. En tiempos donde todo se resumía al lápiz y papel, Pasión supo ver más allá. Fue una mujer de su tiempo… y del futuro.