Crecer juntos en la cancha: coeducación y convivencia como valor central del baloncesto mixto

En la provincia de Huelva, el baloncesto mixto se está consolidando como un vehículo potente de integración y convivencia en edades formativas. Iniciativas impulsadas por la Delegación Onubense de la Federación Andaluza de Baloncesto (FAB) y la Diputación Provincial permiten que niños y niñas compitan juntos en un entorno inclusivo, enriquecedor y lleno de compañerismo. Esta temporada, el Club Baloncesto Punta Umbría, el CB Punta, ha brillado especialmente en dos de estas competiciones, tanto en categoría infantil como minimixta, logrando sendos triunfos que reflejan mucho más que éxito deportivo.

El CB Punta celebrando uno de sus triunfos.

En la categoría infantil mixta, el CB Punta se proclamó campeón tras una liga regular muy igualada, en la que obtuvo un balance de seis victorias y dos derrotas. En este formato sin fase final, cada partido fue clave para decidir el título. Alejandro Ledesma, entrenador del CB Punta, destaca el valor de estas ligas mixtas. “Son una alternativa para que muchos clubes puedan seguir formando equipos competitivos, sobre todo aquellos que no tienen suficientes niñas para formar una categoría femenina propia. Esta iniciativa les permite seguir jugando, creciendo y disfrutando del baloncesto”.

En la categoría minimixta, el CB Punta logró alzarse también con el título, esta vez en una emocionante final a cuatro disputada en casa, en el Complejo Deportivo José Hernández Albarracín, imponiéndose al CB Beas en un duelo cargado de pasión y entrega. Más allá del resultado, Ledesma destaca la convivencia y el ambiente de respeto vivido durante la jornada: “Fue un día de alegría para todos. El aliento de ambas aficiones se dirigió en todo momento a los chicos y chicas, más allá de las banderas. Reinó la deportividad, como viene siendo habitual en este tipo de torneos”.

En primer plano, Diego Ledesma, entrenador del CB Punta, junto a Emilio Franco, presidente del club.

Coeducación y gestión de las emociones Estas competiciones mixtas no son solo una solución para suplir la falta de equipos femeninos en algunos clubes, sino también una poderosa herramienta de convivencia y crecimiento mutuo. “En edades como minibasket o premini, la diferencia entre niños y niñas no es tan marcada. Comparten espacio, entrenan juntos desde pequeños y eso crea vínculos que van más allá del deporte”, explica el técnico.

En categorías superiores, como infantil, ya comienzan a notarse algunas diferencias físicas, pero la convivencia sigue siendo enriquecedora. Alejandro Ledesma señala que el mayor reto no es tanto técnico como emocional. “En esas edades la gestión de las emociones cambia. Hay que estar muy pendiente de la motivación, del apoyo emocional y de la comunicación constante con todos los jugadores y jugadoras”.

Hoy día, muchos equipos se encuentran con la dificultad de no disponer de suficientes niñas para formar grupos femeninos. Las ligas mixtas permiten que esas chicas no tengan que abandonar el baloncesto, manteniéndolas en activo dentro de un equipo y fomentando su desarrollo tanto en lo deportivo como en lo personal. En palabras de Ledesma, “es fundamental que las niñas sientan que tienen su espacio en este deporte. Que pueden competir, que pueden crecer y que se les valora dentro del grupo como una pieza más del equipo”.

El CB Punta Infantil mixto se proclamó campeón de la liga provincial.
El equipo minimixto del CB Punta se proclamó campeón provincial en la fase final que disputan los equipos de su categoría.

Estas competiciones también ofrecen beneficios claros para los clubes. Permiten que más jugadores y jugadoras participen en encuentros, fomentan la diversidad y favorecen una cultura de compañerismo desde edades tempranas. Además, para muchas familias, ver a sus hijos e hijas jugar juntos fortalece los lazos y la implicación colectiva en el deporte.

Deportividad y hermanamiento

Alejandro Ledesma, entrenador del CB Punta, subraya especialmente el clima que se vivió en la fase final de la categoría minimixta como ejemplo del verdadero valor de estas competiciones. “Fue una jornada emocionante, pero sobre todo bonita. Las aficiones de todos los equipos estuvieron volcadas con los chicos y chicas, más allá de las camisetas o los colores. Reinó la deportividad y el respeto, como viene siendo habitual en los pabellones que acogen este tipo de encuentros”.

Este ambiente de hermanamiento demuestra que en estas ligas mixtas el marcador es solo una parte de la historia. Lo más valioso se encuentra en la convivencia que se forja entre compañeros y compañeras de equipo, en los vínculos que trascienden lo deportivo, y en el desarrollo de valores como la empatía, la colaboración y el respeto mutuo.

En un contexto donde muchos clubes aún no pueden formar equipos femeninos completos, estas competiciones ofrecen una alternativa real para que todos los niños y niñas puedan disfrutar del baloncesto en igualdad de condiciones. Más allá de las diferencias físicas que pueden surgir en etapas como la infantil, la experiencia de compartir cancha promueve una educación integral, enriquecida por la diversidad del grupo.

En estos equipos se crean familias, amistades que duran muchos años. Y eso, sin duda, es el mayor triunfo que podemos alcanzar”, concluye Ledesma. Porque al final, lo que queda no es solo el resultado, sino la experiencia compartida de crecer juntos dentro y fuera de la pista.

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