“Abre el viejo arca mare, que ya es primera. Saca los arreos de la jaca torda, los botos camperos la manta y la gorra”. Así reza la popular sevillana, recreando una escena que seguro protagonizan en estos días muchos rocieros de Valverde del Camino.
Y es que ya huele a Rocío y los devotos de la patrona almonteña miran de reojo a diario su medalla, que aguarda la marcha amarrada al cabecero desde la pasada romería. Son todo emociones en estos últimos días.
El XLIV Pregón Rociero de la Hermandad del Rocío de Valverde del Camino del pasado fin de semana, ha sido la antesala a la peregrinación de la próxima semana, una cita que recordarán durante mucho tiempo los rocieros por su originalidad y emotividad. Por primera vez, el atril se compartió entre cuatro pregoneros, dando lugar a un formato coral en el que se entrelazaron las emociones, los recuerdos y la devoción.
Migueli Silgado, Manuel Llanes, Begoña Álvarez y Rocío Llanes, esta última Hermana Mayor de 2025, fueron las voces que construyeron esta particular exaltación mariana, hilada con la sensibilidad de la presentadora María del Mar Moreno, que puso palabras al corazón. El pregón se convirtió en una experiencia colectiva, en la que la fe, la familia, la amistad y la ilusión se hicieron presentes en cada intervención.

El evento se inició con el tradicional toque del tamboril y el rezo del Ángelus a cargo de Luisa Moreno, delegada de cultos y teniente de Hermana Mayor. A partir de ahí, la palabra se mezcló con el canto de sevillanas, salves y versos, que envolvieron al público en un ambiente de profunda emoción.

Un pregón a cuatro voces
Migueli Silgado fue el primero de los cuatro pregoneros en tomar el atril, para encarnar la voz de la fe. Centró su testimonio en la figura de la Virgen María como modelo de vida y guía espiritual. Habló con profundidad de la oración, la devoción mariana y cómo la fe la ha sostenido en momentos difíciles. “María era el instrumento perfecto de Dios, fue el primer sagrario del mundo. ¿Qué sería de nuestra vida sin su mirada serena?”, recitó la pregonera. “Madre, préstame tus ojos para poder mirar; tu corazón para poder amar. Para ser buen rociero, primero hay que ser cristiano”, parafraseaba la popular copla.
Y así dio paso a la voz de la familia, en palabras de Manuel Llanes. Su alocución estuvo marcada por el recuerdo del primer camino con su hija y cómo la vivencia rociera se transmite de generación en generación. “Eso solo pasa una vez en la vida; el primer camino de tu hijo”, proclamaba con emotividad. Habló de unión, tradición y legado familiar, desde los abuelos hasta los nietos. Mostró el Rocío como una experiencia vivida en familia. “La familia rociera es la que se forma cada año en los caminos y también en el día a día. Rociero, tu color no puede ser más que verde, como el color del romero, como el color de la esperanza. La amistad que engendra el Rocío es un regalo del cielo”, proclamó desde las tablas.

Entre los versos de los pregoneros, sonaron las voces de Cristina Malavé, Manuel Doblado, Fernando Sayago y Laura Oliva, que pusieron el alma musical a una tarde inolvidable.
Begoña Álvarez recogió el testigo de Manuel para resaltar la voz de la amistad y la herencia rociera.
Ella representó a la juventud criada en el seno de una hermandad viva y unida. “Desde niña me enseñaron las vivencias del Rocío, en el vientre de mi madre hice mi primer camino”, recitó.
Su intervención estuvo llena de recuerdos de convivencia, de generaciones compartiendo camino, y del papel de los mayores como guías. Su testimonio reflejó el valor de la amistad heredada, aprendida y compartida. “Esta familia rociera ha pasado por todos los puestos, como para no tener experiencias que contar. A través de las vivencias de nuestros mayores, los más jóvenes intentamos seguir sus pasos, sus caminos”, asentaba.
Uno de los momentos más especiales lo protagonizó Rocío Llanes, Hermana Mayor, que compartió escenario con su padre Manuel, mostrando así una continuidad generacional cargada de simbolismo. La historia de una familia rociera se transformó en un mensaje compartido para todos los valverdeños.
Rocío fue la voz de la ilusión y de un sueño cumplido en 2025. Desde el atril, habló desde la emoción de ser quien guiará a la hermandad ante la Virgen, relató su anhelo de infancia y agradeció profundamente a quienes han hecho posible su camino. Su intervención fue una exaltación de la esperanza y la entrega. “El Rocío no es solo una romería, es un sentimiento que se lleva por dentro”, dijo alzando la voz. Se refirió a su sueño cumplido de guiar y llevar al Simpecado de Valverde hasta las plantas de la Virgen. “Mi promesa la cumpliré con el pobre y el hambriento; Virgen del Rocío, ayuda a nuestra juventud. Gracias por hacerme sentir tan arropada, si he llenado vuestros corazones de fe, me doy por satisfecha”, cerraba el pregón para dar paso al coro de la Hermandad, que concluyó el acto con una salve llena de sentimiento.
El pregón fue, más que un anuncio de romería, una lección de vida y fe. Una llamada a sentir el Rocío desde la devoción, la convivencia y la emoción compartida de toda una familia.