Rocío Atenciano González: el arte como refugio y camino

Por: José Luis Galloso

Mientras buena parte de la juventud dedica sus tardes a redes sociales o a los ritmos veloces del entretenimiento digital, nuestra protagonista elige cada semana perderse entre pinceles, pigmentos y lienzos. El nombre de Rocío Atenciano González empieza a sonar en el círculo de los amantes del arte y la pintura en la localidad. Y es que la joven de 15 años ha logrado alzarse con el primer premio juvenil en el certamen de La Rábida y el segundo premio infantil en el certamen Pedro Gil Mazo, convocado por el Ayuntamiento de Punta Umbría.

«Empecé a dibujar de pequeñita, de forma autodidacta. A los ocho o nueve años me di cuenta de que me gustaba de verdad«, cuenta Rocío. Su verdadero impulso artístico llegó hace cuatro años, cuando conoció al pintor y maestro local Lauren González en el taller de la Casa de la Cultura. Desde entonces no ha dejado de formarse con él, alternando cursos de verano e invierno, aprendiendo técnica, teoría del color y, sobre todo, cómo expresar su mundo interior.

«Yo antes copiaba dibujos. Ahora aprendo a inventar, a crear«, explica. En su obra se mezclan el realismo de los retratos con una vocación vanguardista de quien busca nuevas maneras de expresarse a través de su pintura. Su cuadro Ojo que no ve, ganador en el certamen Pedro Gil Mazo, invita a la interpretación personal a través de un rostro con dos ojos desiguales, que evocan emociones contradictorias y dejan espacio para que el espectador reflexione. «Prefiero que cada persona encuentre su propio significado a las obras, dar rienda a la interpretación de cada cual”, explica Rocío, proponiendo la expresión del arte no solo desde el punto de vista del artista, sino también desde el del espectador.

El taller de pintura es para ella mucho más que un lugar de aprendizaje. Es un entorno creativo donde confluyen personas de distintas edades y trayectorias. «Es mi momento favorito del día. Me aíslo de todo, es un ambiente muy bonito. Me siento libre para expresarme«, asegura. La radio suena de fondo, se oyen risas, concentración y la pasión compartida por el arte. Ella, aunque sea la más joven en muchos casos, se mueve entre adultos con naturalidad, porque ya ha demostrado madurez y compromiso con el arte.

«Lauren me ha enseñado casi todo. No solo a nivel técnico, sino a tener confianza, a no tener miedo a experimentar. Es un gran artista y un gran maestro«, afirma Rocío, que admira especialmente su dominio de la acuarela, la perspectiva y el uso del color. Lauren también ha sido quien la ha animado a participar en certámenes, y con él ha compartido experiencias en concursos en vivo, como el que se celebra durante la temporada estival en El Mosquito. «Allí aprendes a soltar la mano y a confiar en tu instinto, ya que son concursos al aire libre donde realizas la obra durante la mañana y a ojos del público”, relata.

Obra ‘El ojo que no ve’, segundo premio en el certamen de pintura Pedro Gil Mazo.
Recogiendo el premio en el Certamen de pintura de la Rábida.

Pasión en familia y referentes

En casa, el ambiente también favorece su inquietud artística. Aunque nadie se dedica profesionalmente a la pintura, su hermana tiene afición por las acuarelas y su padre por el dibujo técnico. «Tiene muy buena mano para los planos«, comenta. En ese entorno ha desarrollado una curiosidad constante que la lleva a explorar estilos y referentes. «Me gusta investigar por mi cuenta. Veo muchos vídeos, leo libros de anatomía y de historia del arte. Pero tengo muchas ganas de empezar el Bachillerato de Artes, donde aprenderé de forma más ordenada y profunda«.

El apoyo familiar hacia esta faceta artística de Rocío es total y sus padres planean alguna que otra salida cultural para visitar algunos museos dentro y fuera del territorio nacional. “Tenemos algunas visitas pendientes a algunos museos en España y algunos lugares en Europa que nos gustaría visitar. Vamos a disfrutar todos mucho acompañándola”, confiesa Rocío González, madre de nuestra joven artista.

Entre sus influencias destaca la obra del maestro Francisco de Goya, especialmente sus pinturas negras. «Me fascinan. Me gusta lo que transmiten, ese punto oscuro, crítico. Me inspiran para algunas de mis obras«, explica mientras vemos entre sus cándidos dibujos algunos detalles que quieren recordar a las pinturas negras del pintor de cámara de los Borbones desde finales del siglo XVIII, o incluso al juego de claroscuros de Caravaggio.

Uno de los pintores contemporáneos cuya obra ha impactado desde el principio a Rocío es Antonio Cazorla. El hiperrealismo del artista puntaumbrieño marcó a nuestra protagonista. “De pequeña visité una exposición con obras suyas en el museo de Huelva y me costaba razonar cómo el pintor había logrado tal perfección. Mi primera impresión fue que se trataba de fotografías”, relata.

El estudio de la anatomía humana es algo que está presente entre sus dibujos, tanto en los retratos como en otros donde reproduce difíciles escorzos de las esculturas renacentistas de Lorenzo Bernini y otros maestros. «Me gusta representar la figura humana y buscar expresiones corporales que me obliguen a mejorar mi técnica y conseguir dibujar el modelo que tengo delante de mí”. Pero también es una rebelde de la realidad. “También me gusta salir de la realidad e ir en busca de lo simbólico«, recuerda.

Algunos dibujos de Rocío Atenciano.
Retratos de Rocío sobre diferentes soportes.
Otra de las obras realizadas por Rocío en 2024.
Retrato de su madre presentado al certamen de pintura Pedro Gil Mazo.

La joven artista planea estudiar Bellas Artes en Sevilla y sueña con convertirse en profesora de arte, aunque no descarta vivir del arte si la vida le ofrece esa posibilidad. «Quiero intentarlo. Me encantaría vivir de esto. Pero también me haría mucha ilusión dar clases, compartir lo que aprendo, como hace Lauren», concluye Rocío, haciendo gala de la admiración hacia su profesor de pintura.

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