Por: J.L. Galloso
José Vizcaíno Salguero, vecino de Punta Umbría, es uno de esos rostros que todo el mundo conoce. Apegado a las tradiciones locales y con una cámara como extensión de su persona, ha capturado durante años la esencia del municipio a través de sus imágenes. Pero si hay una cita especial para él, esa es sin duda el Camino del Rocío. Desde hace varios años, José se lanza a los senderos que unen Punta Umbría con la aldea almonteña con la misión de inmortalizar los momentos más significativos de los peregrinos de su hermandad.
«Mi primer camino siempre será imposible de olvidar por la carga emocional que conllevó«, cuenta emocionado. «Por circunstancias de la vida nunca me había atrevido a hacerlo. Tenía dentro una sensación extraña, como de no merecerlo. Provengo de familia rociera por los cuatro costados. Mis abuelos Juan de Dios e Isabel fueron parte de esas grandes familias que acudían cada año a las plantas de la Señora. Yo, sin embargo, nunca caminé esas arenas ni viví noches de camino… hasta 2018. Aquel año sentí que había llegado la hora de agradecerle a la Virgen todo lo que me había dado y empecé a caminar. Y, por supuesto, me llevé mi cámara«.
Desde entonces, el vínculo entre Vizcaíno, el Rocío y la fotografía se ha vuelto inseparable. «Empecé a llenarme el alma de momentos y también empecé a llenársela a mi familia peregrina. Me sentí acogido, lleno de cariño, y con mi cámara capturé mil momentos que ahora son parte de nuestra historia común«.
La motivación de José no es solo artística, sino profundamente espiritual. «Caminar con la cámara no es un compromiso, es una necesidad del alma. Lo hago con la mochila llena de agradecimientos y nuevas peticiones. Y en el trayecto, capturo imágenes que dicen que son mágicas, que emocionan a quienes caminan junto al Simpecado. Ver la emoción en sus rostros cuando se ven reflejados en una imagen es un regalo para mí«.


Aunque no se considera un profesional de la fotografía, su mirada está llena de sensibilidad. «Soy muy de momentos y de detalles. Parece que tenga mil ojos. Estoy a las lágrimas de unos, a los abrazos de otros, a las charlas, a los cantes… Pero si tengo que quedarme con algo, es con la entrada en la charca. Ahí se libera todo; las emociones, el cansancio, la fe. También la llegada a la Casa de Hermandad y la entrada en la ermita son instantes que siempre busco captar«.
Este año, dos momentos le han tocado especialmente el corazón. «Me quedo con ver a ‘don Antonio Barragán’ (recalca) haciendo historia como Hermano Mayor y carretero. Y, con permiso de mi hijo, con ver a una buena amiga como Bea de la Rosa cumplir su promesa. Su emoción fue también la mía«.

Vizcaíno también fue cartelista del Rocío en 2022, el primer año tras la pandemia. «No soy diseñador ni nada parecido, pero María Isabel Palmas, hermana mayor entonces, confió en mí. Con miedo, pero con mucha ilusión, acepté. Hice un montaje con varias fotos y el resultado gustó mucho. Fue dejar mi pequeño sello en la historia de la hermandad y me siento orgulloso«.
Las anécdotas emotivas se acumulan en su memoria, pero hay una que le marcó. «El año del cartel llevaron a mi hijo Joel a la charca. Cuando lo vi allí, me lancé a abrazarlo, besarlo… Me olvidé hasta de hacer fotos. Fue mi momento y me lo merecía«.

Joel, con solo 10 años, es ya fiel compañero de su padre. «Este ha sido su cuarto camino. Va creciendo en fe e ilusión. Este año solo pudo hacer el último día, pero ya ha hecho más en otros. Prometemos que el próximo año caminará los tres días. Caminar con él, verlo a mi lado, es un orgullo inmenso. Y poder dejarlo en buenas manos, como Diego Ramón, María, Estrella, Carol, Laura, Nico… me permite seguir haciendo mi labor con tranquilidad. Soy un padre afortunado«.
Cuando se le pide elegir una sola imagen que represente lo que siente, tiene claras sus preferencias y dice que «cualquiera en la que la carreta vaya rodeada por el manto de peregrinos. Y si mi hijo está entre ellos, más todavía«.




Pero la cámara de José no descansa. Ya piensa en el próximo gran evento. «La procesión de la Virgen del Carmen. Está a la vuelta de la esquina. Si ella me lo permite, estaré capturando la fe de todo un pueblo que la acompaña hasta su mar. Punta Umbría es un paraíso, y yo tengo la suerte de contarlo con imágenes«.
Vizcaíno no solo documenta tradiciones, las vive y las transforma en recuerdos imborrables para toda la comunidad. Porque como él mismo dice, «una imagen puede decirlo todo cuando el alma está detrás del objetivo«.