“Moguer es aroma a campo nuevo y a tarde plácida, a sol dorado y a jolgorio de niños”, Miguel Rodríguez

En la quietud de la Ermita de Montemayor, donde aún retumban las oraciones y la fe derramada por los moguereños en la última romería en honor a su Patrona, se desveló este año el cartel del Corpus Christi. En el altar del Templo se presentó la obra del pintor moguereño Miguel Rodríguez, que volvió a regalar una pieza cargada de simbolismo y del color propio del arte que caracteriza a este poeta del pincel y las artes plásticas.

El Corpus era la única de las fiestas que me faltaba por anunciar con mi pintura”, relata Rodríguez. Y como los caminos que merecen la pena están llenos de dudas, Miguel no lo tuvo claro desde el principio. El encargo le llegó entre compromisos, trabajos y mareas cotidianas que no le dejaban espacio para la creación. “Tuve la tentativa de rechazarlo”, reconoce, hasta que un día “llegó la calma” y con ella, el momento. Sin avisar, comenzó a pintar. Cuando lo tuvo casi terminado, informó al Consejo Parroquial de Hermandades y Cofradías de Moguer. Había cartel para el Corpus.

En él, la custodia brilla como sol de justicia entre ráfagas doradas, el pan y las uvas se disponen como en un altar doméstico y un querubín custodia con ternura lo sagrado. “He querido reflejar la esencia que se vive en ese día”, cuenta Miguel. “Moguer es aroma a campo nuevo y a tarde plácida, a sol dorado y a jolgorio de niños. El cartel en sí es un altar, donde cada elemento tiene un mensaje, una carga simbólica que toca lo espiritual”.

El fondo, un mantel blanco enmarcado en encajes, evoca los manteles litúrgicos que visten la mesa del sacrificio. “Ese mantel simboliza la dignidad y el respeto hacia el lugar central”, explica el pintor. La granada, también presente, alude a la iglesia parroquial de Moguer, como casa de todos los cristianos. La obra es, en definitiva, “un homenaje a los vecinos que se unen en torno al montaje del altar de cada calle”. Porque el Corpus, en palabras de Miguel, “no se explica, sino que se respira, se vive”.

El cartel del Corpus Christi fue presentado en la ermita de Montemayor.

Lo suyo es la pintura que emociona. La que entra en el alma sin permiso. Su técnica es tan rica como libre y utiliza acrílicos, sprays flúor, collages con vinilos, telas, papeles y poliéster impreso. Todo se pliega al servicio del mensaje. “Los colores son puros, intensos, sin mezclas”, dice. Y cada tono tiene un por qué. El azul, la divinidad; el amarillo, la luz de Dios; los rojos y magentas, el latido de la sangre, del alma.

La obra de Juan Ramón Jiménez esta muy presente en las creaciones de Miguel Rodríguez.

Un artista que narra emociones

Pero detrás del cartelista hay un artista de fondo. Uno que ha bebido de muchas fuentes y ha creado un estilo inconfundible y personal. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, Miguel Rodríguez es pintor, diseñador, creador plástico. Y sobre todo, narrador de emociones visuales. Su trayectoria está salpicada de exposiciones individuales y colectivas, desde Moguer hasta Miami. Su obra ha transitado por temáticas tan diversas como el mundo taurino, las meninas, las marinas, los rostros o el universo modernista. En cada cuadro, una búsqueda. En cada cartel, una declaración de amor a su pueblo.

Y es que Miguel no pinta desde la distancia, sino desde la cercanía que da el saberse parte. “Moguer es amante de sus tradiciones, de su patrimonio, de su cultura. Y quiere que en sus carteles se vean reflejadas esas connotaciones con las que se identifica”, afirma. Por eso, a cada obra le imprime no solo su sello artístico, sino su huella emocional. Lo hizo en el cartel de la Romería de Montemayor en 2021, en el del Rocío en 2022, en el de las Cruces de Mayo, en la Semana Santa de 2024, en los festivales de flamenco de la Peña de Cante Jondo de Moguer hasta en tres ocasiones… y ahora en este Corpus, que cierra un círculo.

Creo que se ha entendido el mensaje”, dice con modestia. Y no hay duda de ello. El cartel ha sido recibido con aplausos, con emoción, con gratitud. “He querido transmitir sensaciones de olores, colores, momentos, fiesta, oración y recuerdos”, señala.

Miguel Rodríguez, ese pintor que “le toma el pulso a la vida” con cada trazo, ha vuelto a hacer de lo cotidiano algo sagrado. En su obra, la calle se convierte en testimonio de la tradición religiosa de la localidad. Como escribiera Juan Ramón, el moguereño universal, su pintura “tiene el don de las cosas sencillas, que dicen mucho sin apenas hablar”.

Este Corpus 2025, Moguer no solo procesiona al Santísimo, también celebra el arte y la poesía sobre el lienzo. Miguel, una vez más, entrega en su obra el cariño a Moguer mezclando fe y arte desde su paleta.

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