En pleno corazón de Isla Chica late con fuerza la actividad social del Centro Social y Multifuncional Lazareto, un espacio que alberga diferentes servicios sociales y colectivos y donde el Club de Pensionistas Lazareto, pone voz y madurez activa a los ciudadanos de Huelva.
Juan Franco de Orta, antiguo trabajador de la antigua planta de Celulosa, es actualmente el presidente de este club, cuya sede es uno de los espacios más veteranos de Andalucía en albergar la actividad de la tercera Edad. Juan habla del colectivo con la misma naturalidad con la que habla de su propia vida “Nosotros lo que queremos es un envejecimiento activo, que el sofá lo dejemos solo para cuando estemos cansados un ratito, estando con la familia”.
Lazareto es un centro social municipal donde comparten espacio distintos servicios y algunos colectivos, entre ellos el colectivo que preside Juan. “Este fue el primer centro que se hizo en Huelva y hemos llegado a tener alrededor de 2.000 socios, con gente de toda la ciudad”. La pandemia de Covid 19 hirió fuertemente a la entidad y, después de más de año y medio de inactividad, van recuperando el ritmo con más de 300 socios. “La mayoría de ellos son del Distrito 6, como los barrios de El Higueral, Los Rosales, Pérez Cubillas, Isla Chica, pero siguen acudiendo también personas de otros lugares por afinidad y amistad”, explica el dirigente de Lazareto..
Tras aquella parada forzosa que mermó considerablemente la actividad del club, el engranaje del colectivo retoma su actividad para recuperar progresivamente sus servicios y su programa anual. “Se perdieron algunos proyectos emblemáticos, como ‘Mayores por los mayores’, en el que socios del club acompañaban a otros mayores que vivían solos, les hacían compañía o los acompañaban al centro de salud. Eso se rompió con los cambios de personal y de servicios sociales a raíz del Covid. Y es una pena, porque era un programa muy bueno de apoyo a los mayores, que evitaba el aislamiento social”.
Pese al golpe, la etapa actual es de reanudación y reconstrucción, en el que se recuperan socios y la vida no solo en el centro, sino también en el barrio donde los socios de Lazareto participan intensamente.
El perfil de los socios va desde los 55 hasta casi los 90 años. “Tenemos socios de hasta 90 años que vienen por aquí”, cuenta Juan con orgullo. El objetivo que nadie viva la jubilación como una etapa de vida vacía. “El papel que queremos que el mayor represente en la sociedad es de participación y actividad total”, subraya. Compara la inactividad con algo corrosivo y con la palabra de la experiencia que le concede un tesoro que cuantifica en años de vivencias. “Antes, nuestros padres y abuelos se jubilaban y nos duraban tres, cinco, siete años. ¿Por qué? Por la inactividad total. Eso corroe, eso es como ácido sulfúrico en las venas”.
En Lazareto, esa filosofía se traduce en una agenda apretada de talleres y actividades. El taller estrella es el de estimulación cognitiva. “Funciona a la perfección”. Actualmente acuden unas 40 personas cada semana al salón de actos del centro para participar en las sesiones. “Es una herramienta imprescindible. Ayuda a concentrarte para realizar bien las cosas que debes hacer en el día y evitar situaciones que son peligrosas para los mayores. No es educación física, es educación mental”, explica.

El taller lo dinamiza una psicóloga de Cruz Roja, con apoyo de voluntarios, y su función va mucho más allá de las fichas o ejercicios.“Es un entrenamiento mental para que la gente vaya saliendo del ostracismo hogareño, de estar en casa todo el tiempo. Es salir del aislamiento social”.
Junto a él, el coro rociero es otro de los grandes orgullos del club. Nació en 2001 y hoy es uno de los más veteranos de la provincia. “Llevamos ya casi un cuarto de siglo”, apunta. El coro, con monitora municipal, tiene una actividad constante a lo largo del año, con actuaciones en Navidad, Cruces de Mayo, salidas de hermandades, encuentros con otros centros de la ciudad y de la provincia. En diciembre se transforma en coro de campanilleros, recorriendo zambombas y belenes de Huelva, Aljaraque, Corrales o Villablanca. “Este años hemos sido la sede de la celebración de la XIV edición de Encuentros de Coros Rociero ‘Amparo Correa’ y ha sido todo un éxito”, explica el presidente.

La pasión artística se nota en el hermanamiento con la agrupación folclórica ‘Ariferint’, de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife). Cada pocos años, ellos vienen a Huelva y el coro de Lazareto viaja a Canarias para participar en su Semana Cultural. Es una forma de demostrar que nunca es tarde para seguir descubriendo mundo.
En paralelo, en las instalaciones del centro se desarrollan otros talleres municipales en los que participan muchos socios, como son los de bordado, teatro, pintura o marroquinería. “El espacio es totalmente compartido , pero nos servimos unos de otros. Ellos usan salas nuestras y nuestros socios participan en esos talleres”.
Un centro abierto a la ciudad
Lazareto no es una burbuja aislada de la ciudad; todo lo contrario. El club participa en el Consejo Local de Mayores del Ayuntamiento, a través de la Concejalía de Participación Activa. Para Juan “es vital estar en el Consejo. Tenemos contacto con todos los centros y con el Ayuntamiento. Podemos exigir, aportar ideas de cosas que ellos a lo mejor no tienen previstas. Y también recibimos ideas que nos enriquecen”.

De ese foro salen propuestas concretas como la colocación de desfibriladores en los centros sociales, la recuperación del servicio de cantina-bar como espacio de encuentro, o la mejora de la limpieza, el alumbrado y el mobiliario urbano en los barrios.
“Estamos trabajando para que Huelva sea ‘Ciudad Amigable para las Personas Mayores’. Aportamos cosas muy concretas, como recomendar lugares con más sitios para sentarse, que podamos pasear por espacios donde no existan heces de mascotas, que las basuras se recojan, que se avise cuando se sacan muebles… Es hacer la ciudad más amable para todos”, resume.
En Lazareto defienden su rol como un activo social y la libertad de los mayores, a la vez que evitan el clásico papel del abuelo en la familia como el miembro sacrificado que asume ciertas tareas que no les pertenece necesariamente. “Humildemente, creo que aportamos nuestra experiencia como antiguos profesionales, como padres y como abuelos”, afirma el presidente. “Por otra parte, los jubilados necesitamos tener nuestra propia vida. Los niños deben estar con sus padres y de vez en cuando con los abuelos, y al revés. Disfrutar unos de otros, pero sin abusar”, apunta.
Y en ese nuevo modelo de vida para la Tercera Edad, cumplen un papel fundamental las excursiones y salidas culturales. “Procuramos hacer al menos una al mes. Es una forma de desintoxicarnos de la actividad de casa de todos los días”, comenta.

Las organizan desde el club, pero a menudo cuentan con financiación o apoyo del Ayuntamiento, Diputación, Junta o empresas. Han visitado recientemente las Marismas del Odiel (con apoyo del Ayuntamiento y el Puerto de Huelva), la finca agropecuaria Huerto Ramírez para conocer el despiece del cerdo y la vida ganadera, y tienen programada una visita a Medina Azahara (Córdoba). “Mis hijos me llaman Willy Fog”, bromea Juan entre risas.
La Navidad es un capítulo aparte. En Lazareto montan un Belén de unos 25 metros cuadrados, elaborado por su propio belenista. La inauguración oficial, con presencia de la alcaldesa y concejales, marca el inicio de las fiestas en el centro. A partir de ahí, empiezan a llegar colegios de Infantil y Primaria de la zona, con sus AMPAS. “Tenemos nuestra ropa de Reyes Magos. Vienen los críos, cantan villancicos, se hacen fotos con nosotros, ven el Belén y les damos algunas chuches”, cuenta Juan con una sonrisa.


Es una interactividad entrañable entre ambas generaciones, aportando en este caso una dosis de ilusión a los niños de la ciudad en momentos tan especiales como los que ofrecen las fechas navideñas. Y es que las emociones positivas son un globo que oxigena la sociedad y que trae siempre cosas positivas, que a veces pueden parecer invisibles pero que se instalan en el corazón de los individuos.
Son nuestros mayores y son una fuente inagotable de conocimiento. El Club de Pensionistas está lleno de vida con talleres y actividades a los que se unen momentos de celebraciones periódicas, que homenajean trimestralmente a los socios que cumplen años y anualmente a quienes suman quinquenios en sus aniversarios de boda.
Con las Navidades a la vuelta de la esquina, los socios se preparan para uno de los momentos de más efervescencia dentro y fuera del centro, con música, pasión y mucho que compartir. Y si están o pasan por Huelva en las próximas semanas, “no deben perderse el Belén que montamos en el Centro Social Lazareto. Están invitados todos los onubenses”, concluye Juan.








