Padre Emilio: “Tenemos que vivir una Navidad más hacia adentro y prepararnos para recibir al Señor”

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El párroco de Aljaraque, el padre Emilio Rodríguez, nos concede esta entrevista a pocas semanas de Navidad y desgrana los principales asuntos de actualidad, además de ofrecer un mensaje de concordia y paz para todos. Natural de Ceuta, tras 28 años en la localidad, se siente uno más y está encantado con esta “querida gente” de Aljaraque, como él mismo refiere.

¿Qué valoración hace de la situación social actual con tanta crispación política?

Creo que es momento de calmar los ánimos, de pedir paz, fundamentalmente. Es hora de pedir a nuestros responsables políticos que se ocupen de la gente, de sus necesidades y que se olviden de sus propios intereses. Este es un país muy grande con una capacidad grande de resolución de problemas pero que está mediatizado por los intereses políticos que a veces son intereses bastardos, de los partidos, y personales de los dirigentes políticos que hace que la gente se enfrente y que esté con tanta rabia y que la situación social esté en ebullición. Es momento de pedir encuentro, de pedir paz y reconciliación, de mirar hacia nuestros mayores, que en esto han sido maestros para todos nosotros.

¿Cree usted que hay que poner la política más al servicio de la gente?

Sí, efectivamente, la función política es una función preciosa, pero si se realiza bien, y si se vive con generosidad. Y hemos tenido el ejemplo en la clase política antigua, de la transición, en la que hubo que negociar tantas cosas para encontrar la paz. Y en medio de todo eso, con una situación socioeconómica que está viviendo la gente que es muy mala y de la que no nos estamos preocupando porque estamos entretenidos con otras cosas, que tienen mucha menos importancia. Hay gente que pasa hambre, que pasa necesidad. Están las familias trabajadoras que no les alcanza para pagar las facturas para el alquiler, para la alimentación, y yo creo que esa es la primera tarea de nuestra clase política, preocuparse por el bienestar de la gente.

En cuanto al panorama internacional, también está la situación muy crispada, con la guerra de Palestina.

La vida del hombre si se significa por el algo es por el enfrentamiento entre los seres humanos y en todo momento de la historia del hombre ha habido enfrentamientos y guerras por intereses. Tenemos que hacer una apuesta grande por la paz, por reconocernos todos hermanos y con la misma dignidad, y que lo que nos separa no sea lo que ponemos encima de la mesa, que seamos capaces de poner encima de la mesa lo que nos une. Lo que digo para el caso de España lo podemos decir también para el resto del mundo, ya que esta situación nos está llevando a estas circunstancias tan trágicas. Cada uno tenemos razón y en algún momento el otro también tendrá razón y habrá que poner esas cosas encima de la mesa para la paz y la concordia. Yo insisto en la que la religión no es la base del enfrentamiento, las religiones tienen que ser vistas para unir, para buscar la paz, para hermanarnos, que es el mensaje de las grandes religiones. Y la usamos como excusa para la guerra y no podemos usarlo para eso. Hay muchas guerras en muchos lugares, ahora por ejemplo la de Ucrania y la de Gaza son realmente dos atentados contra los derechos humanos, y sobre todo de los más pobres, siempre pierden más los más pobres. Los ricos tienen un lugar donde cobijarse, pero los pobres siempre son las víctimas de todas estas guerras.

¿Observa crispación por estos temas en Aljaraque?

Escucho de un lado y del otro y me gusta mucho compartir con la gente y charlar y sí se nota. Pero Aljaraque es un pueblo pacífico y tranquilo y no creo que la tensión se manifieste de una manera tan fuerte y violenta. Cada uno pensamos y vivimos como queremos y mostramos nuestras diferencias, pero sin esa tensión que se ve en otros lugares. Yo no creo que nuestro municipio sea un lugar donde se viva exageradamente esa tensión. La gente está preocupada pero no llega a niveles altos.

Cambiando de tema, ¿cómo valora los casos de pederastia en la Iglesia?

Un solo de caso de pederastia es un escándalo y es un contra Dios, uno solo ya está muy mal. Pero también hay que ver cómo a veces los medios están agrandando estas cosas y repito que un solo sacerdote o persona vinculada a la Iglesia lo haya hecho ya para nosotros es un verdadero dolor y sufrimiento, pero parece que se ha hecho de esto como si la Iglesia fuera abanderada de estos casos y tampoco es así.

Se están tomando medidas, ¿no?

Se están tomando medidas muy importantes. En la Iglesia se está haciendo una investigación propia aparte de la investigación oficial y se está haciendo como se tiene que hacer, es decir, nunca se debía haber tapado ni encubierto ninguno de esos casos, pero de ahí a que parezca que la Iglesia es la abanderada de este asunto, cuando las cifras nos dicen que en las familias y en otro tipo de instituciones el acoso y el número de abusos es mucho mayor. Es decir, vamos a poner las cosas en su sitio y vamos a dejar que las cifras canten sin interpretaciones, porque se hacen y nos llevan a señalar solo a la Iglesia.

Cree usted que tiene que ver con que se sobreentiende que la persona vinculada a la Iglesia, el sacerdote, es un hombre de bien…

Claro, pero también somos humanos, y también gente que se equivoca. De todo hay en la viña del Señor, por lo que eso no puede marcar solamente a una institución. Yo creo que este tema de los abusos hay que mirarlo con mucha seriedad y no se está haciendo, sino que de alguna manera se está haciendo cierta persecución en esto única y exclusivamente contra la Iglesia, y repito que un solo caso en la Iglesia es un verdadero crimen. Son cuatrocientos y pico no cuatrocientos mil, y vamos a repartirnos la culpa entre todos, sin quitarnos nosotros.

¿Cree que actualmente hay una pérdida de valores en la sociedad?

Sí, sin lugar a dudas, la sociedad está perdiendo los valores, y en eso nos está acompañando nuestra clase política dirigente, está haciendo un gran trabajo para que la sociedad pierda esos valores fundamentales que han sido los valores de toda la vida, que nos han guiado, y los estamos perdiendo. El valor de la familia, de la comunicación, del encuentro… parece que todo lo que hacemos nos invita a dividirnos, a enfadarnos, a separarnos y no nos ayuda a convivir con generosidad los unos con los otros.

¿Qué valor o valores debe recuperarse para que la sociedad evolucione para bien?

El valor de la familia, sin duda, el de la religión y el respeto por nuestros mayores, el mirarlos a la cara, se ha perdido eso. Hemos perdido un poco la vergüenza y eso que nos ayudaba a ser un poquito más sensatos. Hemos perdido también la sensatez y el sentido de la vida, y a eso hay que volver.

El padre Emilio oficiando misa.
La soledad es muy evidente entre la sociedad, ¿qué se puede hacer para mejorar en ese aspecto?

Vivimos en una sociedad muy individualista y cada uno va a lo suyo. Muchas veces eso pasa en la familia, los hijos llevan a los padres a residencias de ancianos, muchas veces las residencias son para dejar a gente mayor que nos molesta, o que viven solos en casa. Lo que no ha ocurrido nunca. Ese valor de la familia, de abuelos, bisabuelos, padres, hijos y nietos conviviendo con tanta generosidad y tanta alegría. Creo que nos tenemos que mirar eso y ver el valor de nuestros mayores, lo que nos enseñan, es una lucha y cada vez las obligaciones de los hijos, que son más independientes, hace que cada vez nos encontremos más con estas circunstancias. Entonces hay que plantearse ayudar más a las familias, para que sean capaces de traer más hijos al mundo, lo que ayudaría mucho en ese problema.

Quizá también tenga que ver con la precariedad laboral…

Pues también. La precariedad laboral hace que la gente no pueda formar una familia, que no pueda tener un número determinado de hijos y hasta aquí porque no alcanzo a más. Todo eso combinado es como una bomba que nos va estallando poco a poco.

¿Qué observa de todo esto en Aljaraque?

En cuanto a la gente joven lo estamos viendo que tienen uno o dos hijos y no más por las circunstancias. Creo que habría que diferenciar los núcleos del pueblo de Aljaraque y también en Corrales, donde la vida es más tradicional, todavía los enfermos y los mayores viven en sus casas, con su familia y son atendidos y cuidados con los suyos. Luego está la realidad de otros núcleos del municipio donde se vive de otra manera, con gente joven que no son nacidos aquí, con intereses en otros sitios.

¿Qué mensaje daría con motivo de la Navidad al pueblo de Aljaraque?

La Navidad es un momento fundamental para los cristianos, Dios viene a nosotros y se hace hombre encarnado en la Virgen María. Y viene a traernos la salvación y un mensaje de alegría y de paz. Nosotros los cristianos comenzamos la Navidad el día de Nochebuena, el 24 por noche, y la vivimos hasta el domingo del bautismo del Señor. La Navidad también se ha convertido en cualquier cosa menos en la celebración cristiana y ya empiezan las luces, los anuncios, los Ayuntamientos corriendo a ver quien es el primero que enciende el alumbrado y pone más bonito los comercios… y todo eso está haciendo una Navidad distinta, más artificial y más hacia fuera y menos hacia dentro que es la que tenemos que vivir los cristianos. Vienen unas fiestas muy entrañables, muy bonitas, empezamos a primeros de diciembre con la fiesta de la Inmaculada, que para nosotros es el pórtico de ese tiempo de Adviento, del modelo de la Virgen María y un tiempo de como se tiene uno que preparar para recibir al Señor y eso vamos haciendo y eso queremos desearle a la gente para que sea verdaderamente feliz en el encuentro con el Señor que viene a todos nosotros.

Háblenos un poco de usted… ¿Cuánto tiempo lleva en Aljaraque y de dónde proviene?

Llevo en Aljaraque 28 años viviendo y siendo el párroco llevo 10 años y me encuentro muy feliz y encantado aquí. Me han nombrado en otros cargos, pero yo siempre he dicho me quedo en Aljaraque a vivir. Antes de ser párroco era coadjutor y el capellán de la cárcel de Huelva y sigo siéndolo. Yo venía de América, de Argentina, cuando llegué a Aljaraque. Pasé allí mis doce primeros años de sacerdote como misionero en la Cordillera de los Andes y el año que viene hago 40 años de ordenación sacerdotal.  Soy natural de Ceuta y salí de mi pueblo con 17 años, en el año 1977, y ahora poco a poco voy volviendo y acercándome. Al llegar de vuelta a España me destinaron dos años a Burgos y luego llegue aquí donde llevo compartiendo y viviendo con esta querida gente de nuestro pueblo.

Cuéntenos algo de su labor como capellán de la cárcel.

Es muy bonita y es muy interesante. Se trata de compartir con los que más sufren. Antes, las cárceles, los hospitales estaban en el centro de las ciudades y ahora como que los apartamos y lo alejamos para que no nos molesten. Todo lo que significa sufrimiento y dolor la sociedad lo aleja y yo tengo una experiencia muy bonita del centro penitenciario, de compartir con ellos. Me han enseñado muchas cosas, sobre todo lo que significa el cariño. Ellos tienen mucha necesidad y nosotros desde la pastoral penitenciaria le llevamos mucho cariño, pero ellos también nos lo dan. Cuando se ven acogidos y queridos nos devuelven el ciento por uno.

Cuándo se ordenó como sacerdote, ¿tuvo que superar alguna traba?

No tuve trabas ningunas, al contrario. Mi padre era una persona religiosa y yo pensé que una cosa era ser religioso e ir a misa y otra cosa era tener un hijo cura, pero en absoluto. Cuando yo le planteé que me iba con los padres agustinos, que han sido mis formadores, lo aceptaron con mucho cariño. Siempre recuerdo las palabras de mi padre, que me dijo que para él era la mejor noticia del mundo, pero me dijo: si necesitas volver a tu casa, aquí nos tienes. Y eso yo lo llevo en el corazón. Mis padres ya no viven, pero eso no se me olvida. Siempre me acompañaron en mi vocación, primero en la lejanía, cuando estuve en América, y luego aquí. He tenido en eso mucha suerte y no solo mis padres, sino mis hermanos, el resto de mi familia, mis amigos (los de antes y los de ahora) me han acompañado siempre como sacerdote, gracias a Dios nunca me he sentido solo. La comunidad de Aljaraque me ha dado siempre mucho cariño y me ha acompañado siempre en mi servicio y entrega, y para mi eso ha sido fundamental. Tengo muchas anécdotas de mi vida en América, en Aljaraque, en la cárcel, que me da para un libro. He tenido mucha suerte porque siempre he tenido una vida muy plena, muy llena del Señor.

¿Qué voto del sacerdocio le resulta más difícil de cumplir?

Todos son difíciles. Soy religioso, y tengo los votos de castidad, pobreza y obediencia. Vivir la pobreza como el Señor quiere que la vivimos, vivir la obediencia y la castidad es muy difícil pero cuando uno lo vive con alegría, con gozo, con sentido de la responsabilidad… los sacerdotes somos humanos y nos equivocamos y caemos pero cuando uno lo vive así sabiendo que el Señor está ahí siempre para tendernos una mano, para levantarnos y para seguir luchando las cosas se viven mucho menos difíciles, pero los tres son difíciles y especialmente en este mundo en el que es difícil vivir, se hace mucho más difícil.

Muchas gracias, padre Emilio.

Gracias a vosotros por contar conmigo siempre.

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