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Este mes, nuestro periódico local se dio cita con una mujer emprendedora de nuestro pueblo en Oj-Jana, allá por el Pueblo Andaluz. Eran las nueve de la noche y allí nos esperaba ella, sentada en la terraza con sus piernas cruzadas y con la mirada perdida seguramente pensando en mil cosas a la vez. Nos vio llegar y nos saludó de lejos. Rápidamente comprobamos que, además de puntera, Eva parecía una mujer distinguida y elegante. Tras los breves minutos de la presentación, y aún de pie, vimos que su elegancia no se limita solo a su apariencia externa, sino que va mucho más allá. Su elegancia podría definirse como esa gran virtud que tienen algunas personas y que se refleja sutilmente en su forma de actuar y de expresarse. Nos sentamos y pedimos un refresco. Tras pocos minutos con ella supimos que estábamos ante una mujer de carácter, auténtica y empoderada. “La entrevista promete”, pensé, y no me equivocaba.
(Por: Ana Hermida)
Eva del Rio Beltrán nació el 4 de abril del 67 en la calle Delfín de Punta Umbría. Hija de Eduardo y Antonia, es la segunda de 5 hermanos, y ya ha cumplido los 57 años. ¿Quién lo diría? Eva luce espléndida.
Tras una larga e intensa conversación de más de una hora de duración, (e interrumpida tan solamente por la visita de un técnico que quería informarla sobre la reparación que estaba llevando a cabo en un horno de su obrador), conocemos a una mujer plenamente entregada a su trabajo y a las incidencias que este pueda presentarle a cualquier hora del día o de la noche. Damos fe de ello.
Sobre su empresa.
Eva trabaja, junto a sus 4 hermanos, en el negocio familiar Panadería El Delfín del Río, una empresa que creó su padre en el 61 con la ayuda de la familia de Antonia, su madre. En el 94, los 5 hermanos dieron un paso al frente y tomaron las riendas del negocio familiar en el que hoy también desarrollan su profesión los dos hijos de Eva que constituyen la tercera generación de este próspero pero sacrificado negocio.
El secreto del éxito de la empresa familiar, según nos cuenta nuestra protagonista, “está en el respeto, el amor, la generosidad, y en procurar el bienestar de los hermanos por encima del propio. Cuando no hay egoísmos ni grandes ambiciones económicas individuales, todo resulta más sencillo…” . Eva es, antes que nada, una mujer familiar y se siente profundamente agradecida a los valores que le han sido inculcados desde pequeña. Reconoce que en su vida no hay nada que sea para ella más importante que su familia.
Los 5 hermanos han ido asumiendo sus tareas dentro de la empresa en función de las habilidades personales de cada uno. Todos asumen su área, y todas las áreas, y la perfecta comunicación entre ellas, son fundamentales para el buen desarrollo de la actividad. Eva asumió el rol de la dirección ejecutiva, pero realmente se considera “mujer orquesta, porque cada día hago un poco de todo” nos cuenta entre risas.
La panadería cuenta con 10 centros de trabajo en la provincia de Huelva, 5 de los cuales están en Punta Umbría. En temporada alta, la empresa tiene alrededor de 50 empleados, y cuando llega la temporada baja, los puestos se reducen a 30 o 35.
Recuerda nuestra Mujer Puntera que en la crisis financiera del 2008, la empresa sufrió un gran bache en lo empresarial, como tantos muchos negocios. A esta difícil circunstancia se sumó el gran golpe que la vida le dio a su familia ese año. Y es que moría Eduardo, su padre, “nuestro maestro” como ella dice, y también “mi gran referente personal de vida”, nos reconoce con visible emoción. Por aquel entonces, la empresa atravesaba unas circunstancias complicadas que obligaron a los hermanos a tomar decisiones duras. Había que tomarlas “para evitar que se hundiera el barco con toda la tripulación dentro” dice Eva con expresión de tristeza. Las decisiones, sobre todo las más difíciles, siempre las han tomado de forma consensuada todos los hermanos y apoyándose entre ellos. Aquellas difíciles decisiones que tanto dolor les causó, posibilitaron que la empresa siguiera adelante. Hoy es todo un modelo de empresa familiar que sigue creciendo para garantizar su funcionamiento ante el próximo relevo generacional, que se encuentra en puertas.
Sobre ella.
Para iniciar una conversación un poquito más personal que nos permitiera conocerla algo mejor, le preguntamos por su horóscopo. De algún modo había que empezar. Ella nos responde divertida: “soy aire, o sea, aries, y además, muy aries”. Se ríe y nos contagia su sentido del humor. Ríe bajito pero con una risa muy contagiosa. La cosa pinta muy, pero que muy, divertida.
Para ser ordenados, que ella tiene pinta de serlo, ponemos su infancia sobre la mesa: “¿Fuiste una niña feliz?” le preguntamos, dando por hecho que pocas chicas de Punta Umbría habrían tenido una infancia tan fácil como ella. Prejuicios…
Confiada, nos confiesa para nuestra sorpresa: “feliz no fui del todo”. La causa: “estuve interna desde los 7 años en el Santo Ángel de la Guarda, un colegio religioso de Huelva”. Lo cuenta con dramatismo cero. Su madre pensaba que era una niña “aventajada” y consideró que allí en el internado desarrollaría más todo su potencial. Una vez dentro, el sentimiento de abandono y encarcelamiento no la dejó sentirse feliz, pero por contra desarrolló una gran capacidad de adaptación y una gran tolerancia a la frustración. Con esto se queda. Siempre con lo positivo. Fueron unos años marcados por una disciplina castrense, donde se reforzó su carácter autónomo y fuerte, unas características que ya ella traía de cuna.
A pesar de haberlo pasado mal allí, no se siente resentida. Allí obtuvo sus primeras lecciones de cómo desenvolverse en la adversidad. Aprendió a transformar lo negativo en positivo y a practicar la resiliencia, una palabra que, a tan corta edad, puede sonar demasiado grande.
Le preguntamos si había logrado sanar las heridas de infancia. Lo tiene clarísimo…“Esas heridas se curan al alcanzar la madurez y sobre todo con el perdón. Los rencores son muy destructivos para la persona que los siente, y yo tengo la gran suerte de no alimentar jamás los rencores. Es una cualidad innata en mí, igual que es innato mi carácter indomable” (se ríe). La siguiente pregunta era obligada: “¿Eres indomable? No creo que la pregunta te haya sorprendido” de dije sonriendo. Ella responde divertida: “Lo soy. No me gusta que me intenten dominar, al igual que no me gusta imponer mi criterio. Yo propongo, pero jamás impongo. Tengo un carácter fuerte, soy brava, pero al mismo tiempo soy una persona empática y cariñosa”. Nos aclara que “tener un fuerte carácter o ser indomable no es sinónimo de ser mala persona, ni implica tener mal genio o ser inflexible”. Para ella, y también para la que escribe, tener un fuerte carácter significa “tener la capacidad de mantenerse firme y coherente con sus valores y objetivos”. Nada más.
Eva estudió la carrera de Relaciones Laborales y algún que otro máster. Siempre le ha gustado estudiar y aprender. Sus estudios salieron adelante a pesar de haber pasado una juventud bastante ajetreada… A los 17 años conoció al que más tarde fue su marido, y con tan solo 20 años se quedó embarazada de su hijo mayor, que hoy tiene 36 años de edad. Muchos años después, llegó su segundo hijo, que hoy tiene 23, y que es, en la actualidad, la única persona que comparte vivienda con ella, pues desde hace dos años, su marido y nuestra protagonista decidieron poner fin a la etapa de convivencia matrimonial. Su hijo mayor también vive desde hace años de forma independiente. Eso sí, cada día, todos tienen un punto común de encuentro en la panadería El Delfín del Río.
A lo largo de la entrevista y después de mucho hablar saltando de tema en tema, descubrimos en Eva a una mujer aventurera, independiente y apasionada, que disfruta asumiendo siempre nuevos desafíos. No teme a los cambios. Cuando nuestra protagonista echa la vista atrás y recuerda lo limitada que ha estado siempre su vida personal, valora tremendamente su actual autonomía y su libertad individual de hoy. Se siente cómoda y feliz en esta nueva etapa personal.
Eva ha procurado vivir su vida, siempre que ha podido, a su manera, y aunque pueda sonar idílico, que lo es, esa valentía y determinación también han tenido su coste, un precio que ha pagado siempre “con mucho gusto”. Desde joven ha tenido que enfrentarse y afrontar numerosas críticas. Vivir en un pueblo y hacer una vida diferente a lo que se espera de una mujer, la ha puesto en el punto de mira y en el disparadero del machismo en muchas ocasiones. Hay que tener presente que ella, desde muy joven ha asumido roles que no eran habituales en una mujer y la sociedad no estaba acostumbrada ni preparada para “esas cosas”… Por poner un ejemplo: Nuestra Mujer Puntera, además de ser directiva en su empresa, también ha sido durante mucho tiempo la única mujer dentro de la Asociación de Empresarios de Punta Umbría, llegando a estar incluso en la directiva de la misma. Esta iniciativa en una mujer, hace ya unos añitos, y en un pueblo, no terminaba de ser bien entendido (por decirlo de forma suave)…
Una conversación dinámica.
El tiempo, hablando con ella, pasa rápido, entre otras cosas por la profundidad de sus mensajes y por su amena puesta en escena y perfecta dicción. Es tremendamente expresiva y una gran conversadora, al mismo tiempo que sensata y prudente a pesar de su apariencia algo alocada e impulsiva. Sigan leyendo…
Llegados a un punto mínimo de confianza, nos atrevimos a preguntarle si existe en ella algún tipo de romanticismo… “Algo hay, pero me considero más pragmática que romántica” contesta con una sonrisa en la cara. Eva es una mujer apasionada, audaz, y con una energía incombustible digna de admiración. Su determinación y tenacidad han marcado sin duda el transcurso de toda su vida: cuando se fija un objetivo, no se detiene hasta alcanzarlo. Nada ni nadie la frena.
Decidida y valiente defiende que la peor decisión es la que no se toma, y ella las toma continuamente y sin miedo. Nos sorprende cuando admite que ella no teme al error, pues considera que la equivocación forma parte del proceso de aprendizaje. Imaginamos que no se equivocará mucho, ya que si así fuera, seguramente tendría otra forma de afrontar los errores de una manera menos positiva. “Tengo claro – dice ella – que lo que no voy a hacer es autoflagelarme por un error que haya cometido. Me equivoco porque hago cosas, tomo decisiones, emprendo… No soy una máquina de precisión, las personas por mucho que analicemos las situaciones, tenemos nuestro margen de error porque siempre hay variables que se escapan de nuestro control”.
Le preguntamos sobre cuáles son los valores que más admira en una persona. “Para mí es fundamental la buena educación, la amabilidad, la lealtad y la sinceridad”. Decidimos apretarla un poquito y le dijimos: Pero ¿la sinceridad es siempre una cualidad? “A ver, yo me considero una persona transparente, clara y directa. Me gusta la sinceridad, pero rechazo el sincericidio. La sinceridad debe ir acompañada siempre de sensibilidad y de empatía. Decir siempre la verdad no es adaptativo ni razonable y depende mucho del contexto. Es cierto que la honestidad es fundamental para construir relaciones de confianza, sin embargo, hay situaciones en las que una verdad puede causar un daño innecesario o no ser apropiada. En ese caso, según pienso, es mejor apostar por la diplomacia y callarse. El sincericidio es una auténtica crueldad”. Tras la reflexión, nos quedamos las dos calladitas y mirándonos. Un sorbito a la coca cola, nos encendemos un cigarrillo y a seguir charlando…
Sus aficiones.
Le gusta pasear cada día, pasar tiempo en familia, tomar un vinito en buena compañía. Adora viajar. Le gusta observar y aprender de otras culturas. Considera que viajar le abre la mente. Nos confiesa que cuando visita otras culturas, no puede evitar hacerlo con una visión más empresarial que ociosa. Siempre anda a la caza y captura de nuevas ideas y analizando todo lo diferente que se va encontrando. ¿Deformación profesional?
Sus ilusiones.
“Tengo tres grandes ilusiones: dar la vuelta al mundo, seguir aprendiendo, y ayudar a quienes quieran crecer”. Eva es una apasionada de la mentorización, es decir, de guiar y apoyar a otras personas en su desarrollo empresarial, educativo o personal. Lo hace cuando tiene ocasión.
Sobre su agilidad mental.
Nos sorprende que para cualquier tema que le sacamos, tiene una respuesta rápida y elaborada. Si no llega a ser porque los redactores de Punto Cero siempre vamos a nuestras entrevistas sin guión, sospecharíamos de que nos ha birlado las preguntas (jajajaj). Claramente es una persona con una intensa y profunda actividad mental. No hay tema sobre el que no haya reflexionado y elaborado un criterio propio. Es sorprendente. Pero ojo, que por muchas cualidades que tenga nuestra ya querida Mujer Puntera, no vayamos a caer en el error de pensar que todo lo que reluce es oro…
Peligro, alto voltaje…
Eva nos reconoce que últimamente siente cierto cansancio. Que tras toda una vida trabajando a presión y tratando de ayudar a todo el que llega, ha llegado un momento en el que ha empezado a sentir la necesidad de ser más selectiva a la hora de dirigir sus esfuerzos y su energía. Ya hay escenarios en los que no quiere actuar y guerras que no quiere batallar. Igualmente hay reuniones que ha dejado de frecuentar precisamente porque ya no todo le aporta. Ha decidido hace tiempo gastar su tiempo libre solo en lo que le sume. El tiempo es, conforme vamos cumpliendo años, el valor más preciado, y la buena gestión de este tiempo puede que sea la clave de una vida armoniosa y feliz.
Un lado que puede resultar “poco amable” de nuestra Puntera de hoy es que ha declarado la guerra a ciertas conductas que para ella son cada vez más intolerables como son el victimismo y el chisme. Lo de la aversión al chisme le llega por herencia de su madre y de su abuela. Lo de su rechazo al victimismo, cosecha propia.
Eva es muy consciente de que el ritmo de vida ajetreado que llevamos, en ocasiones, puede incidir en nuestro carácter, y quien diga que no, que nos llame, por favor, y nos de las claves. Y si es hoy, mejor que mañana. Nuestra protagonista nos hacer reír cuando nos confiesa que en esos días malos de agobio laboral donde todas las incidencias llegan juntas, lo más saludable es no provocarla en exceso, porque en esos momentos hay grave peligro de que salga la fiera que lleva dentro. “Hay veces que, como me provoques, salgo como los toros de los toriles: ahí es mejor no tocarme mucho la moral. Mejor no me pises, que llevo chanclas” . Es algo de lo que no se siente orgullosa porque entiende que puede dañar sin pretenderlo, pero bueno, una vez publicado, ya saben… ojito con provocarla cuando el día viene torcido.
Sobre la bondad.
A pesar de esas imperfecciones, se considera una persona bondadosa en esencia, empática y compasiva, aunque ya, con el paso de la vida, no vuelca su bondad sobre cualquiera. Ha comprobado que hay quienes han aprendido a abusar de la bondad ajena, y eso es algo que le ha causado mucho sufrimiento a lo largo y ancho de su vida.
Personas de referencia en su vida.
“Mis referentes son mi abuela materna y mi padre”. Lo tiene claro. “De mi abuela aprendí el autorespeto, el aceptarme como soy tratando de mejorar las áreas de mejora. Me he sentido muy querida, cuidada y protegida por ella. Le estoy muy agradecida”. “De mi padre aprendí la visión de negocio, la intuición, el adelantarme a lo que está por venir, anticiparme a las necesidades futuras de la sociedad, ver hacia qué dirección se mueven los mercados e incluso influir en sus tendencias, sugiriendo cambios en las preferencias para introducir productos nuevos que eres capaz de crear en beneficio de la sociedad. Todo esto lo aprendí de él”, dice orgullosa.
“Hay algo que me impactó mucho de mi padre. Él era una persona introvertida, poco sociable. No le conocíamos apenas amigos. Cuando murió, fue muy llamativo ver el tanatorio lleno de personas que lo querían. A partir de su muerte, en mi familia nos enteramos de que ayudó a muchísima gente. No sabíamos nada. Nadie sabía nada. Ayudaba en silencio. Esa era su humilde y admirable forma de actuar con los demás. Esa es la bondad verdadera, la silenciosa, la que no persigue aplausos ni reconocimientos sociales”.
Como madre.
Le preguntamos cómo se define como madre… “Como madre sólo ambiciono que mis hijos sean felices en sus vidas, que tengan el trabajo que les haga feliz. Reconozco que he sido dura educando a mis hijos en la autonomía y la responsabilidad. Pero por otro lado he tratado siempre de transmitirles mi protección y cariño. Estoy muy satisfecha en este ámbito porque me siento muy querida y respetada, no solo por mis hijos, sino también por toda mi familia y por mis amigos”.
Sobre Punta Umbría.
Adoro mi pueblo. Si saliéramos de los individualismos y pensáramos en el bien común, Punta Umbría avanzaría imparable y a todos nos iría mucho mejor. Nuestro pueblo es el pueblo que me enamora cada día. Cuando voy de viaje, presumo de él y lo vendo como la mayor maravilla del mundo, porque eso es lo que es…
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Algo sobre ella…
por Diego López:
“¿Qué os voy a contar yo de Eva? Si me conoce desde que llevaba pañales y me cogía en brazos. Por cuestiones obvias, ya eso es más difícil que se vuelva a repetir…( jajaja).
En lo personal, para mi es una persona con una empatía enorme. Quien la conoce sabe que está siempre para tod@s a cualquier hora, siempre colaborando en todo lo que puede.
Tiene una familia preciosa a los que también aprecio mucho.
En lo laboral dirige, junto a su familia, una de las empresas más grandes y necesarias del pueblo. Ellos son parte de la historia de Punta Umbría, y cualquiera de las familias que trabajan en su empresa puede corroborar que son grandísimas personas.
Lo que más me gusta de Eva con diferencia es su carácter de amazona, de mujer valiente y luchadora. He trabajado codo con codo con ella en asociaciones y la he visto enfrentarse a “titanes” sin temblarle el pulso. Sin duda alguna, ella es una auténtica MUJER PUNTERA”.