La historia de vida de Fai: Un luchador nato con una palabra amable siempre por bandera

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Francisco Fernández Hernández, o como casi todos lo conocemos, Fai, cumplirá 71 años el próximo 23 de diciembre.
Nacido en vísperas de Nochebuena, tiempo de esperanza, parece que esta fecha y lo que implica han marcado el destino de Fai, pues a pesar de los obstáculos que ha encontrado en su vida, ha podido superarlos todos. Con mucho esfuerzo, con mucho trabajo y sin perder nunca la esperanza. Todo ello arropado por su mujer, María Jesús, sus dos hijos, y sus cuatro nietos.
Fai, la imagen de un luchador nato posando ante la cámara.
Es comenzar a hablar de sus nietos y ahí nos damos cuenta de que que son la debilidad de Fai: “Esa es la mayor bendición del mundo. Tengo cuatro. El mayor tiene 23 años, la segunda tiene 22, el tercero 20 y el cuarto hace un añito el día 21 de este mes”, recita Fai de memoria con voz orgullosa y una sonrisa que claramente detectamos.
Aunque no nació en Punta Umbría, llegó a los 12 años a nuestra localidad, con lo que lleva prácticamente toda la vida aquí. Nació en la Punta del Moral y en casa, aparte de su padre y su madre, eran 4 hermanos y 2 hermanas. Un hermano y una hermana se mudaron a Punta y poco después Fai y sus padres hacen lo propio.
En casa, como era normal en aquella época, había que meter el jornal para tirar adelante y a eso debían contribuir todos los miembros de la familia. Nuestro vecino rememora su infancia en la Punta del Moral y nos cuenta algunas anécdotas, como el hecho de que él “casi siempre estaba lleno de fango, cogiendo coquinas, almejas, de todo lo que pudiera. Muchas veces, lo único que teníamos para comer eran habas fritas. Mi padre trabajaba de patrón de barco en una almadraba que se calaba en Isla Cristina y luego, en Punta, se embarcó en un barco que se llamaba ‘Pepita Clares’. Imagínate el trabajo de mi padre y cómo venía de cansado, y además con hambre, porque a veces mi madre sólo podía echarle una cacerolita de pellejitos de habas fritas. Entonces, cuando él llegaba me pedía por favor que fuera a cogerle almejas y allá iba yo. Luego mi madre se las hacía”, recuerda Fai con ternura.
Teniendo que contribuir a la economía doméstica, Fai apenas pudo ir a la escuela, aunque aprendió a escribir su nombre y apellidos, y a firmar.
Cuando la familia se traslada a Punta, Fai empieza a trabajar de peón de albañil y la cosa les empieza a ir mejor: “Además, mi difunto hermano Andrés, que era conocido como ‘El Dibi’, montó un kiosquito. Falleció con 49 añitos y era muy buena persona. Toda Punta lo quería”, nos cuenta Fai con nostaliga.
Tras los albañiles, Fai comienza a trabajar en el siempre sacrificado mundo de la mar. Y ha faenado mucho por aguas de Marruecos y Canarias: “He conocido muchos sitios, como Tenerife, Agadir, Casablanca, Tánger…”, apunta. Le preguntamos si alguna vez ha tenido algún susto en la mar y nos comenta que unos cuantos, siendo uno de ellos “un percance que me ocurrió con un vecino mío, que nos vino un golpe de mar y nos volcó el barco. Salimos hacia arriba, yo con una navaja en la mano por si había que cortar algo, y nos sentamos en la quilla del bote. Lo pasamos muy mal, pero por fortuna pasó un bote que venía de La Antilla y aunque nos vimos negros para poder embarcar, al final lo conseguimos. Yo pegué un salto que ni Carl Lewis… Menos mal que la Virgen del Carmen nos puso ese bote”.
Tras unos años en la mar, comenzó a trabajar en el Club Deportivo Náutico Punta Umbría, donde ha estado 23 años. Aunque el trabajo en el club era menos duro y tenía condiciones sensiblemente mejores, Fai confiesa que en parte “añoraba trabajar en la mar. Me gustaba. Por ejemplo, eso de que te cayera al lado un pescado vivo, cogerlo, asarlo y comértelo en el momento… Eso era una bendición”.
Toda una vida trabajando para sacar adelante a los suyos y un gran obstáculo superado. Y es que Fai tuvo problemas con la bebida durante unos años. Es algo que no oculta y nos cuenta sin tapujos, aunque la parte importante de esta historia es que lo superó, gracias a su fuerza de voluntad, al apoyo de los suyos, especialmente de su mujer, y de ARO, asociación en la que el propio Fai, una vez erradicado su alcoholismo, ha ayudado a varios usuarios a combatir este problema. “Te voy a ser sincero, a la primera reunión de ARO llegué borracho… Pero esa fue la última vez que bebí y ya van para 35 años”, explica nuestro vecino. 35 años limpio, aferrado a la vida, al amor de su familia y a su pueblo, donde es una persona sumamente querida y admirada. Y no es para menos, pues Fai representa a la perfección los valores de trabajo y esfuerzo tan arraigados en Punta Umbría, a los que suma su historia de superación personal. Es sin duda un espejo en el que mirarse y es un placer hablar con él.
Nos emociona la ternura con la que habla de sus seres queridos y su gran amabilidad y disposición. “Para lo que queráis, aquí estoy, encantado de ayudaros”. Así se despide de nosotros, en un claro ejemplo de que nuestro Fai es sin ningún tipo de dudas una persona excelente.
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