De no saber nadar a cruzar el Estrecho: Dani Santana, el lepero que convierte cada brazada en un acto solidario

Por: Nicole Vargas Mairongo

Del vóley al agua: un giro inesperado que cambió su vida

Daniel Santana Fernández, natural de Lepe y con 48 años, jamás imaginó que el deporte que le cambiaría la vida no sería el voleibol, sino la natación. Hasta los 28 años, Dani no sabía nadar. “La primera vez que me metí en una piscina de 50 metros no llegué al otro lado”, recuerda. Fue su trabajo en el servicio de deportes del Ayuntamiento de Lepe lo que le impulsó a sacarse la titulación de entrenador de natación. “Empecé de cero, aprendiendo solo”, cuenta. Desde entonces, no ha parado: creó el Club Natación Lepe en 2014 y hoy es su coordinador, además de referente del deporte en su localidad.

Retos solidarios a golpe de brazada

El punto de inflexión llegó en 2016. Dani cruzó a nado el Estrecho de Gibraltar junto a una compañera del club, Mª Ángeles de la Rosa Cordero. “Siempre había visto esa prueba en la tele y me llamaba mucho la atención. Lo recaudado lo donamos a la Fundación Vicente Ferrer”, recuerda con emoción. Ese fue solo el comienzo. En 2017 nació el “Desafío Huelva La Luz”, 80 kilómetros en 24 horas, de Ayamonte a Matalascañas, también en favor de Vicente Ferrer y ASPANDLE. Daniel lo hizo en relevo con su compañera Mª Ángeles.

DESAFÍO HUELVA LA LUZ:  Desafío Huelva La Luz 2017.

Un año más tarde, “Nadar Sin Fronteras” lo llevó desde Montegordo (Portugal) hasta La Antilla en solitario: 30 kilómetros en nueve horas, a beneficio de ANDEX. “El deporte mueve a la gente, tiene una fuerza increíble. Si puedes hacer algo solidario, ¿por qué no hacerlo?”, afirma convencido. Cada reto le ha enseñado que “lo que uno quiere, se consigue”, incluso viniendo de un mundo ajeno a la natación como él, que fue jugador y entrenador de voleibol hasta bien entrada la treintena.

El cruce del Estrecho: un símbolo de superación

El cruce del Estrecho de Gibraltar marcó un antes y un después. “Me lo preparé tanto que lo disfruté muchísimo. La sensación de unir España con África es única”, relata. Sin embargo, también hubo momentos difíciles. “A mitad del recorrido el agua se puso muy picada, pero teníamos muy clara la meta. Ahí entra la fuerza mental”, asegura.

Daniel Santana en el cruce del Estrecho de Gibraltar.

Peores sensaciones vivió en su travesía de 30 km, cuando una bajada de tensión, mareos y deshidratación casi lo obligan a abandonar a tan solo 2 km de la meta. “Pero si te queda media hora de sufrimiento, tiras para adelante”, sentencia.

Una comunidad volcada y un mensaje sin pretensiones

Lepe se ha volcado con cada iniciativa. “El club siempre responde, los niños, el Ayuntamiento, la gente… ya saben lo que hacemos”. Su vínculo con ANDEX va más allá de la recaudación. “Nos llaman desde la fundación, hemos jugado con los niños del hospital. Hay un trato muy especial”, cuenta emocionado.

A pesar de su entrega, Dani no persigue medallas. “Nunca he buscado reconocimiento ni nada a cambio de lo que hago. Lo hago porque me gusta, porque amo el deporte y porque me encanta nadar en el mar y ayudar”. Tiene tres hijas y siempre les ha inculcado el valor del deporte: “Que practiquen el que quieran, pero que hagan deporte. Enseña compañerismo, constancia…”.

El próximo reto: las frías aguas de Galicia

El 14 de junio tiene una cita exigente: la Batalla de Rande, una de las pruebas más duras de Europa con 27 kilómetros entre las Islas Cíes y San Simón, en Galicia. Mientras tanto, continúa combinando su faceta como padre, entrenador y deportista. “Es difícil, pero si quieres, sacas tiempo. La clave está en organizarse”.

Cuando las fuerzas fallan, Dani mira a su familia y recuerda por qué empezó. “Yo me meto en el agua y se me olvida todo. Es mi forma de desconectar”.

Como mensaje final destaca: “Me gustaría que la gente entendiera que no hace falta pasar por una enfermedad para implicarse. Todos podemos ayudar. Y si además es haciendo deporte, ¿qué mejor forma de hacerlo?”.

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