Carolina García González es la promotora de una iniciativa que ha logrado unir a 24 lectoras de todas las edades y 4 nacionalidades diferentes en un club que está dando los pasos necesarios para constituirse como asociación
Érase una vez una niña pecosa y pelirroja de trenzas tiesas, llamada Pippi, que marcó la infancia de muchos. Era un ser adorable por su talento innato para imaginar y contar historias. Una chica rebelde, vestida de remiendos y medias de colores que cocinaba crepes en el suelo y dormía con los pies sobre la almohada. Pippi se hizo famosa hace largos años por sus innumerables travesuras y rarezas, y ahora regresa a nuestras vidas gracias a que este grupo de chicas del club de lectura ha decidido traerla de vuelta e inmortalizarla.
Pippi nació como alter ego de su escritora, Astrid Lindgren, que proyectó sobre ella su propia infancia antes de perderla para siempre. En los libros, Pippi vivía en una casita de campo antimodélica, caótica, una casa cuyo caos representaba justo lo contrario a lo que la sociedad por aquel entonces trataba de inculcar. Esta casita se llamaba “Villa Mangaporhombro”, nombre que el club de lectura hace suyo como símbolo de un orden que aún no hemos llegado a comprender: el caos. “Adoramos el caos porque amamos producir orden” dijo en su día M.C. Escher, palabras que suscribe este joven club de lectura que el día 9 de este mes de junio celebrará su primer aniversario, un club que se sienta sobre la opinión de que “del caos surge la creatividad y el crecimiento”.
Su promotora es Carolina García González y a día de hoy cuenta con un total de 24 lectoras cuyas edades están comprendidas entre los 15 y los 60 años. Entre ellas se encuentra una inglesa, una mejicana, una panameña y alguna que otra autóctona, por lo que la diversidad cultural y generacional es una de sus más bellas señas de identidad. Y es que en este club, que está en proceso de constituirse como asociación, tiene cabida cualquier persona, pues el objetivo que persigue es el fomento de la lectura desde edades tempranas y enseñar una afición que, cuando la haces tuya, te acompaña para siempre.
De todos es sabido que leer proporciona elasticidad y apertura mental, y que además permite al lector vivir mil vidas antes de morir, mientras que el que no lee solo vive una. ¿Quién quiere condenarse a eso?.
Este grupo de lectoras, las mangaporhombro, tienen un grupo de whatsApp y encuentros periódicos programados, que durante los meses de invierno se hicieron online por motivos de seguridad ante la Covid-19. Ahora, con la llegada del buen tiempo, vuelven a los tan preciados encuentros presenciales, donde las lectoras comparten opiniones referentes al libro que concluyeron. Pero las opiniones llevan a la reflexión, y de la reflexión compartida a la amistad y el enriquecimiento personal. Este grupo es, por tanto, mucho más que un club de lectura, es un movimiento cultural que, además de compartir “los mundos” que conocen a través de los libros, también programa actividades complementarias a la lectura como encuentros con autores o visitas a lugares referidos en los libros leídos.
Cuando el grupo concluye la lectura de un libro, además de ponerse en común las opiniones y reflexiones de las lectoras, se proponen y se votan los títulos o autores para la próxima lectura, trazando un objetivo común para que todas se sientan cómodas en las pautas establecidas de lectura, sobre todo, las principiantes, que se inician en este mundo tuteladas por expertas amantes de los libros.
Katie, es una de las “socias” que quiso hablar con Aljaraque Punto Cero para contarnos su experiencia dentro de Mangaporhombro. Tiene 40 años y entró en el club de lectura “en busca de enriquecimiento cultural y conocer gente con inquietudes afines. Las compañeras son súper amables y buena gente”. Para Katie, el club ha significado mucho, “especialmente durante la cuarentena”, ya que encontró en él una distracción fantástica. Por ello quiere aprovechar la ocasión para “agradecer a Carola su empeño en este proyecto”.
María del Carmen Escalante Olaya, de 53 años, también habló con Punto Cero. Afirma que “entré en el club por amistad con Carolina, la Presidenta y por unas ganas enormes de aprender y de poder compartir una afición tan enriquecedora. El club me aporta un aprendizaje continuo, la posibilidad de descubrir nuevos autores y libros, gozar de buena compañía conociendo gente nueva, favorecer el hábito de la lectura obligándome a cumplir los plazos, descubrir distintas versiones de un mismo libro, etc.. En definitiva, todo son ventajas”.
Chelo Grandal, de 60 años, también es miembro del club. Para ella, la razón principal que la llevó a unirse a él fue “la oportunidad de relacionarme con otras personas que, además, compartirían conmigo el atractivo lazo de unión de la lectura”. Pero para Chelo también es muy reconfortante “poder comentar e intercambiar algo que te gusta”. Por ello, Chelo quiso agradecer a la promotora de la idea, Carolina, “el tiempo dedicado a esta bonita iniciativa”.
Eugenia Valladares, de 43 años, asegura que se sintió muy identificada “con este maravilloso club” cuando Carola se lo comentó. Para ella, “eso de tener bibliofilia y encontrar a tu lado personas así, te proporciona una enorme sensación de paz y armonía”. Eugenia asegura que disfruta enormemente compartiendo la experiencia de “destripar un libro”, ya que “cada lector lo vive de manera muy diferente, aportando cada uno un sentido, un camino, una visión del mismo”. Para Eugenia, sus compañeras de club “han sido una gran compañía en momentos muy desafortunados como han sido el confinamiento, y la incertidumbre que venimos viviendo”. Para ella “cada libro es un viaje en compañía. Y lo mejor del club siempre es la compañía”.
Rocío Ponce, de 20 años, también habló de su experiencia para el periódico de Aljaraque. Ella conoció el club “gracias a la amistad entre mi madre y Carola, y no dudé ni un momento en formar parte de él ”. A través de este grupo “he conseguido mantener un hábito de lectura constante durante el curso académico, he descubierto clásicos literarios que quizás no habría decidido leer por mi cuenta, y sobre todo, he encontrado un rincón en el que mantener charlas enriquecedoras con mujeres maravillosas sobre esta afición, o más bien pasión, que nos une”.
Para Rocío García Ruiz, de 21 años, el club fue la herramienta para habituarse a la lectura. Hoy día para ella, la lectura es “un auténtico placer, inspirador y relajante, al que no le solía dar la relevancia que considero necesaria para mi desarrollo personal y emocional. Ha sido todo un acierto, y sobretodo porque estoy rodeada de mujeres de las que tengo mucho que aprender y disfrutar”.
Por su parte, la presidenta del club, Carolina, os invita a “no dejar para mañana lo que puedas leer hoy”, asegurando que, tras un año justo desde la constitución de este club, Mangaporhombro “es una ilusión cumplida que ha superado con creces mis expectativas.Y si tengo que resaltar algún aspecto positivo es el vínculo tan especial que gracias a él se ha creado entre nosotras”.